El renacimiento del cine

El cine ruso, afectado por el colapso del comunismo y a punto de desaparecer en los años 90, resurge con películas de autor y grandes producciones de acción.

Tras una larga década de espera, la segunda parte de Utomlyonnye solntsem ( Quemado por el sol ) de Nikita Mijalkov (1994), ganadora de un Óscar, se estrenó el mes pasado en el Gran Palacio del Kremlin. Cargada de un gran simbolismo, la película hace revivir a los personajes principales -un coronel, un oficial del KGB y el amor que ambos comparten-, que se creían muertos al final de la primera parte, ambientada en la época de apogeo del régimen del terror estalinista.

Los críticos rusos tildaron la película de “fracasado viaje sentimental”, pero la obra encontró un hueco en el pasado Festival de Cannes.
El cine ruso, que Mijalkov representa, experimentó una revolución en la década pasada y, aunque los dos últimos años han sido problemáticos, la industria gana impulso de nuevo.


Mientras que los directores podrían comenzar a reconsiderar un vuelco hacia los grandes éxitos patrióticos tras el reciente traspiés de Mijalkov, lo cierto es que los directores de la era soviética y las películas de autor, aunque a ritmo lento, vuelven a las pantallas.

Películas recientes -desde la inquietante The Return ( El regreso ) de Andrei Zyagintsev, hasta la histórica Zar , de Pável Lunguín (foto de portada)-, han supuesto el retorno a la verdadera fuerza cinematográfica de Rusia: la vanguardia de la era soviética.

Algunas de las películas más populares de los últimos años han girado entorno a una nostalgia manifiesta, destacan los críticos, pero esa tendencia está en decadencia. “Se está gestando cierta cautela con respecto al uso del cine como forma para discutir la identidad nacional” opina Stephen Norris, profesor de la Universidad de Miami y autor de un libro sobre el cine ruso.

Más interesante resulta la reafirmación de los valores de la vanguardia soviética entre los directores, en su opinión. Los mejores directores comparten la afirmación de unos principios, poco atractivos para las grandes audiencias, adoptados por los maestros, desde Eisenstein a Tarkovsky. Hay que decir, de todos modos, que la apertura de nuevas salas más grandes y la llegada del 3D ha hecho que el resurgir cinematográfico de 2010 sea más propicio a los filmes estilo Hollywood, como Avatar , que a las películas rusas.

Irónicamente, fue el colapso de la Unión Soviética lo que casi provoca el final de la industria, con el estreno en 1997 de sólo 13 películas nacionales y una ventas en taquilla de 4,7 millones de euros, según la revista Kinobusiness .
Durante la siguiente década, la cantidad de películas producidas en Rusia fue en aumento año tras año. En 2004, el filme de culto de vampiros Night Watch ( Reyes de la calle ) recaudó más de 12,4 millones de euros.


Tras Night Watch , llegó una procesión de películas rusas taquilleras, como Company Nine (una película de acción sobre soldados en Afganistán durante la invasión soviética) y Turkish Gambit (una historia de detectives en la Bulgaria de 1877 durante la guerra ruso-turca) en 2005. La continuación de The Night Watch ( Reyes de la calle ) recaudó cerca de 24,8 millones de euros y vendió más que Piratas del Caribe: El cofre de la muerte.

Los ingresos se vieron afectados en 2009, pero la economía se ha recuperado con más rapidez de lo previsto y las salas de cine vuelven a estar llenas.

El resurgimiento de los directores de la época soviética es también resultado de la buena marcha del negocio. Algunos de estos directores languidecieron en los años 90 porque no había cines en los que mostrar sus películas.

En la actualidad hay cerca de 2.100 nuevos cines, según Neva Films, cerca de la mitad en complejos con varias salas. Y cinco de las 10 películas más exitosas de este año han sido producidas en Rusia.

La desilusión de Mijalkov podría llevar a otros a reconsiderar la fórmula de las películas patríoticas. Si los productores de grandes éxitos se interesan por alguno de los importantes directores vanguardistas, el final del camino podría ser Cannes.



Entrevista con Karén Shajnasárov. “Empezamos desde cero”


Asistente, guionista y, finalmente, productor, Karen Shakhnazarov se hizo cargo de Mosfilm en 1998, cuando ya era un exprimentado hombre de cine. En 1983 fue aclamado por el público y la crítica por su divertida comedia musical "We are the Jazz", sobre los difíciles comienzos del jazz en la URSS de los años 20. Su última película, "Room Number Six", (adaptación del cuento de Chéjov) es una reflexión sobre la internación en instituciones psiquiátricas. Para Shakhnazarov Mosfilm aún es una analogía del cine ruso: técnica avanzada, pero sin imaginación. Veronica Dorman lo ha entrevistado en exclusiva para Rusia Hoy .

¿Qué piensa de la evolución del cine ruso en los ultimos 20 años?

Es necesario volver al momento crucial cuando nuestra industría del cine, soviética, fue destruida. Creo que ninguna otra industría sufrió tanto. Hacia mediados de los 90, de hecho, dejó de existir. La hemos construido desde cero. Es un verdadero triunfo haberlo hecho en un periodo tan corto, de entre 10 y 12 años.

¿Hay directores jóvenes talentosos?

Existe una nueva generación de directores sobre la que todo el mundo habla, pero por ahora todavía no es posible hablar de una nueva ola. Creo que el problema del cine ruso es que no consigue encontrar su identidad.

¿Qué efecto tendrá la reforma de la financiación?

Todavía no está claro. Ahora no hay dinero. Sólo progresan los que tienen inversores o trabajan con canales de televisión.









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