Trenes para no perder el tiempo

La cabina del tren de alta velocidad Sapsan.

La cabina del tren de alta velocidad Sapsan.

Tras dos décadas de abandono, el Kremlin ha empezado a inyectar fondos en las deterioradas infraestructuras de la época soviética.
Los ferrocarriles son las arterias de la economía rusa. Forman parte del programa de modernización auspiciado por el presidente, Dimitri Medvédev. El Kremlin planea construir líneas de alta velocidad que conecten las principales ciudades del país.

El primero de los trenes Sapsan -la alternativa al TGV francés y al AVE español- comenzó su andadura a finales de 2009, para unir las dos grandes ciudades, Moscú y San Petersburgo.

La duración del viaje ha pasado de cinco horas a tres horas y 45 minutos. Aunque el billete no está todavía al alcance de la mayoría -ida y vuelta sale por alrededor de 200 euros- más de 400.000 personas han utilizado el servicio desde su puesta en funcionamiento.

Vladímir Yakunin

El actual presidente de la empresa estatal de ferrocarriles, nombrado en 2005, nació el 30 de junio de 1948 en la región de Vladimir (oeste de Rusia). Se graduó en el Instituto Mecánico de Leningrado. Entre 1985 y 1991 trabajó en la Misión Permanente de la Unión Soviética ante la ONU.
Ha presidido el Centro Internacional de Cooperación Empresarial. Fue viceministro de Transportes y primer viceministro de Comunicaciones.
Vladímir Yakunin, el presidente de la empresa estatal Ferrocarriles Rusos (RZD), califica las nuevas conexiones de alta velocidad como “un proyecto revolucionario”. Este hombre corpulento y de modales impecables tendrá que echar mano de las habilidades diplomáticas que adquirió cuando formaba parte de las misiones diplomáticas de la antigua URSS ante la ONU, a finales de la década de los 80. La modernización de una empresa que es una parte estrucural de la economía y afecta a la vida de los habitantes de todas las regiones de Rusia (y sus políticos), no es tarea fácil.

Se trata de la primera incursión de Ferrocarriles Rusos en las sociedades público-privadas, más propias de los países occidentales. El objetivo es, según Yakunin, “garantizar la calidad y el rendimiento, ahorrar presupuesto y atraer capital privado para decenas de proyectos importantes para los sistemas de transporte y las infraestructuras en el largo plazo”. Tras casi dos décadas de abandono, el Kremlin por fin ha comenzado a asignar fondos a la revitalización de las deterioradas infraestructuras, construidas en la era soviética. El ferrocarril ha pasado a acaparar la atención del Estado, que invirtió 32.000 millones de dólares el año pasado para mejorar el sistema, 20.000 de los cuales fueron a parar a la línea de alta velocidad que une Moscú y San Petersburgo.
Ferrocarriles Rusos va a necesitar todavía más dinero. para llevar a buen puerto los planes del Kremlin, que quiere aumentar las líneas de alta velocidad con una serie de nuevas rutas.

La siguiente proyectada conectará Moscú y Nizhny Nóvgorod, en el noreste, a partir del próximo agosto. Según Yakunin, hay muchas nuevas rutas planeadas. “Vamos a poner en marcha las rutas ya proyectadas, que unirán Moscú con Sochi, Samara y Kursk, llegando más lejos, hasta la capital ucraniana (Kiev) y la península de Crimea, sobre el Mar Negro”.

Un sistema ferroviario moderno podría ejercer un fuerte efecto sobre la debilitada economía del país. Sin contabilizar el transporte de gas y petróleo a través de los oleoductos, Ferrocarriles Rusos transporta el 85% de los bienes por todo el territorio, afirma Yakunin. “Transportamos el 2,6% del PIB de nuestro país”, asevera el directivo. Su empresa es la segunda más importante de Rusia, sólo detrás de la empresa de gas estatal Gazprom.
A pesar de la crisis económica, RZD sigue ganando dinero: 14.500 millones de rublos netos el años pasado (unos 380 millones de euros), según la propia empresa.

Sin embargo, Yakunin lamenta que RZD esté todavía atrasada con respecto a las necesidades reales de la economía. “Incluso en periodo de crisis, tenemos problemas para trasladar todas las mercancías hasta los puertos del Lejano Oriente, por falta de capacidad”, concluye.

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