Reacios a sellar el amor por contrato

Yekaterina, 28, moscovita experta en marketing, firmó un contrato prematrimonial con su marido sólo después de haber decidido divorciarse y cuando necesitaron dividir su piso.

Habían adquirido la propiedad con su dinero, pero lo habían inscrito a nombre de ambos cónyuges, declaró Yekaterina. Su marido ha decidido recientemente otorgarle la propiedad exclusiva del piso: una resolución positiva tras semanas de preocupación.

«Cuando todo está bien, no piensas en esas cosas», dice Yekaterina por teléfono, tras solicitar que no se revelara su apellido.

Según datos oficiales, aproximadamente 1,2 millones de parejas rusas contrajeron matrimonio en 2009 y sólo cerca de 25000 — o un 2% — estipularon las condiciones de su divorcio en un contrato, en un contexto en el que 58% de los matrimonios eventualmente se rompen.

En los Estados Unidos, un 4% de parejas firman un contrato prematrimonial, aunque la tasa de divorcios ronda el 43%.

Dichos contratos se apartan del enfoque más tradicional ruso del matrimonio, sostienen los expertos. Pocos pueden sentarse a negociar asuntos del corazón.
El acuerdo prematrimonial trata a los cónyuges como partes iguales, lo cual es inaceptable para la visión tradicional patriarcal de la familia en Rusia, declara Kirill Podyachev, investigador senior del Instituto de Sociología de la Academia Rusa de Ciencias.

«El matrimonio es la absoluta sumisión de la mujer al hombre», sostiene Podyachev en una entrevista telefónica, burlándose de la actitud tradicional rusa. «El deber de la esposa es complacer a su marido».

Acordar la forma de terminar un matrimonio antes de que comience también interfiere con la actitud afectiva de Rusia hacia dicha institución, asevera Alexander Tesler, psicoterapeuta moscovita.

«Los rusos creen que el amor y el contrato prematrimonial son incompatibles», añade.

La legislación rusa introdujo el concepto de acuerdo prenupcial — o contrato matrimonial, como se le conoce en ruso — sólo en 1996, declaró Alexander Latseiko, portavoz del Consejo Federal del Notariado.

En la era Soviética no era tan necesario celebrar acuerdos prenupciales, ya que muchos poseían pocos bienes que pudieran disputarse en un divorcio, afirmó Tesler.

En la actualidad, sin embargo, con el aumento de poder adquisitivo de muchos rusos, un mayor número de parejas deciden establecer un asunto que esperan nunca llegue.

En los últimos cinco años, la cantidad de contratos matrimoniales se ha cuadruplicado, pasando de 5.000, aproximadamente, en 2005, a 25.000 en 2009, declaró Latseiko, quien añadió que no predomina ningún estrato social o edad entre aquellos que han acudido a un abogado antes de intercambiar sus votos.
«Los contratos matrimoniales son la prueba de la prosperidad del país», sostuvo Tesler.

Aún así, la legislación contractual continúa siendo imperfecta, ya que sólo versa sobre derechos de propiedad, declaró Olesya Yermolenko, abogado del bufete Annexus, de Moscú. En EE UU y Europa existen leyes que también reglamentan las tareas del hogar, la pensión alimenticia y la custodia de los niños.

Yermolenko declaró que su despacho de abogados redacta contratos matrimoniales — que también pueden firmarse tras la boda — para dos o tres parejas por semana.

“Parece que la actividad fluctua por temporadas”, añadió, con un incremento en los meses con más bodas — marzo, abril, agosto y septiembre. Las parejas casadas piensan en los contratos tras las vacaciones, particularmente en Año Nuevo, cuando “las relaciones en la familia se recalientan”.

La idea gana aceptación gradualmente, según una encuesta realizada por Levada en 2008. De los 1.000 habitantes encuestados en Moscú, San Petersburgo, Yekaterinburgo y Novosibirsk, el 59% aprobó la división de bienes mediante un contrato matrimonial, mientras que sólo el 13% la desaprobó. El 15% declaró no entender acerca de bienes raíces y un 13% se mostró indeciso.

Latseiko añadió que los notarios también observan un incremento en las parejas interesadas en contratos matrimoniales tras noticias en los medios sobre las disputas por los bienes entre los famosos.

Más recientemente, el multimillonario Dmitry Rybolovlev ha tenido que asegurar a los posibles compradores de su empresa de potasa Uralkali que actualmente se encuentra en condiciones de venderla, ya que su esposa ha inmovilizado la mayoría de sus bienes en el proceso de divorcio en Suiza.

Los tabloides moscovitas también han seguido de cerca el divorcio de Viktor Baturin, prominente empresario y cuñado del Alcalde Yury Luzhkov de su esposa, la productora pop Yana Rudkovskaya. El caso apareció en los periódicos en 2008, luego de que Rudkovskaya consiguiera que la justicia secuestrara bienes de su esposo.

Los medios enumeraron bienes como “un búho decorativo” y “un destornillador eléctrico”, que fueron secuestrados en el intento de Rudkovskaya por recibir los 53 millones de dólares acordados y que reclama de Baturin.

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