“Ahora se deben cumplir los compromisos”

El funcionario, que pidió el cese de las limitaciones a la exportación de carne, hace balance de su visita a Buenos Aires y de lo que queda por hacer.
Usted advirtió de que Argentina podría perder el mercado ruso si continúa limitando la exportación de carne de vacuno, como ya ocurrió con los suministros de aceite. ¿Qué quiso decir?

La situación es bastante compleja. Nosotros podemos, con relativa facilidad, comprar en otros países aquellos volúmenes de carne que adquiríamos en el mercado argentino. Para la ganadería argentina, al ser éste uno de los sectores líderes de la economía nacional, la situación es mucho más difícil. Al perder las ganancias de la exportación, el sector se priva de la posibilidad de posteriores inversiones en su desarrollo.

El desarrollo económico necesita estabilidad. Por eso, la inestabilidad en las medidas políticas para limitar la exportación nos impide seriamente mantener relaciones a largo plazo con los proveedores argentinos.

Ante sus interlocutores, usted comentó: “Si limitan la exportación, los empresarios rusos no vendrán a Argentina”. ¿De qué inversiones concretas hablaba?

Abasteceremos el mercado


La opinión de Mario Ravettino, Consorcio Argentine Beef

Las empresas frigoríficas exportadoras de carne bovina argentina están consensuando con el Gobierno un volumen de exportación de carnes congeladas de 20.000 toneladas para el mes de mayo, que se distribuirá entre las distintas empresas, encargadas a su vez de abastecer el mercado doméstico con cortes a precios populares. Este cupo mensual será de libre disponibilidad para las empresas, que podrán decidir los destinos de comercialización de su mercancía. Argentina abastecerá a sus mercados más importantes, entre ellos Rusia, a quien los comerciantes argentinos consideran de vital importancia.

De este modo, se estima que las exportaciones de carne a Rusia se reanudarán de manera inmediata, de acuerdo con lo expresado por el Gobierno argentino al presidente Medvédev durante su visita a Buenos Aires y según las afirmaciones del jefe de la Comixta, el señor Dánkvert.
Son diversas. Puedo citar un ejemplo. Una de las más grandes cerealeras rusas, Sur de Rusia, está dispuesta a considerar la posibilidad de realizar grandes inversiones en la producción y elaboración de soja para el mercado ruso. Sobre la magnitud potencial de la inversión puede dar testimonio el hecho de la empresa tiene en Rusia una fábrica de soja con el potencial de producir un millón de toneladas anuales.

Además de esto, hay posibles inversiones directas en la ganadería argentina. Para los empresarios rusos en este sector existen muchos aspectos atractivos: las excepcionales condiciones naturales y climáticas del país, ideales para la ganadería, una estable base alimenticia, un rodeo nacional altamente productivo, etc. Todo esto hace que la ganadería argentina sea, en principio, más eficiente de lo que sería posible alcanzar en Rusia. Sin embargo, todo se reduce al mismo problema: la gestión comercial debe proporcionar garantías a los inversores.

¿Se ha producido algún cambio en la exportación de carne argentina a Rusia?

Hemos realizado un colosal trabajo de preparación. Hemos establecido certificados veterinarios prácticamente para todos los tipos de productos ganaderos. Pero la economía depende en gran medida de las decisiones políticas.

Es entonces cuando entran en acción mecanismos de mercado al más alto nivel. Ante la no provisión del producto por parte de un determinado país, ese déficit se cubre con otros países.

¿Qué balance hace de su visita en relación a este tema?

Como resumen de las negociaciones, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner declaró que no existe problema alguno con el cumplimiento de los acuerdos entre Argentina y Rusia sobre el suministro de carne. El canciller Jorge Taiana, por su parte, le aseguró también a los empresarios rusos que no tienen ninguna razón para inquietarse, ya que el país se ocupará de cumplir con sus compromisos y con su potencial exportador.

Nosotros consideramos estas declaraciones como una seria intención por parte de Argentina de tomar en cuenta nuestras peticiones en cuanto a la organización de una exportación cárnica sin interrupciones.

Soy optimista y confío en que se adoptarán decisiones óptimas que garanticen el desarrollo del sector y el crecimiento de la producción de carne, en interés tanto del consumidor interno como de la exportación, así como la liberalización del comercio internacional y de las inversiones.

¿Qué es lo que más interfiere en el desarrollo de una relación mutuamente beneficiosa?

El diálogo con Argentina se hace difícil mientras el país no reconozca a Rusia como economía de mercado. Es una paradoja. La mayoría de los países del mundo lo reconoce, y Argentina no. Ésta es la traba fundamental.

¿Y por qué Argentina no reconoce a Rusia como economía de mercado?

Se trata de un hecho, antes que nada, vinculado con las peculiaridades de la legislación argentina, que sólo reconoce como estados con economía de mercado a los países miembros de la OMC (Organización Mundial de Comercio). Debido a la ausencia de Rusia, se adoptan en relación con la producción rusa elevadas e injustificadas medidas anti-dumping. Los exportadores rusos de acero han sufrido grandes perjuicios por la misma razón.


Antón Lialin, dueño de la cadena de restaurantes moscovitas “Toro Grill”:

Nuestro interés por la carne argentina surgió luego cuando nos propusimos abrir en Rusia un restaurante de carne no demasiado caro.

Fue Ernesto Lowenstein quien nos invitó a Argentina. Él vive allí hace muchos años y se ocupa del negocio de la carne (es la tercera generación en su familia) y hace tiempo que trabaja con Rusia. En nuestro encuentro nos recomendó visitar Buenos Aires y ver en un grill muy interesante una tecnología totalmente distinta a la que se utiliza en Estados Unidos.

Viajamos a Argentina y vimos los restaurantes. En todos ellos estaba instalada la parrilla de Eduardo, y conocido en Argentina por el apelativo de “Pirincho”. Su compañía se llama “Pirincho International”. Ahora tenemos cinco restaurantes y en todos ellos está instalada esa parrilla.

Los suministros de carne argentina a Rusia se interrumpieron hace unos cuatro meses. Comprendemos los actuales problemas de Argentina pero consideramos que los restaurantes que, de alguna manera, son una marca embajadora de los productos nacionales no deberían sufrir por esto. Se trata de volúmenes relativamente pequeños. Para todo Moscú se importa mensualmente cerca de diez toneladas.

Los restaurantes que ofrecen a sus parroquianos carne argentina existen en muchos países. Pero ahora a ellos se les ha dicho, en la práctica, “hasta la vista, nosotros mismos no tenemos suficiente”. Cuando de nuevo “haya mucho” nadie va a necesitar ya la carne argentina. Ese segmento lo ocuparán los brasileños o algún otro.

Es imposible cada medio año o cada dos años saltar de un producto a otro. Cuando un artículo se olvida es muy difícil volver a introducirlo en el mercado. Todos nosotros recordamos a la perfección el ejemplo de los norteamericanos: por el problema con las vacas locas suspendieron sus exportaciones y su lugar lo ocuparon los australianos. A las empresas exportadoras de carne estadounidense les resultó después muy difícil entrar en el mercado ruso. Hicieron falta esfuerzos significativos.

Hace poco nos aseguraron que se tomarán medidas para resolver el problema. Todavía tenemos algunas reservas y cierto margen para seguir ofreciendo a nuestros parroquianos carne argentina. Confiamos en que estas afirmaciones se hagan realidad cuanto antes.


Кirill Martynenko, director gerente de la red de restaurantes “Toro Grill”

Rusia es un país muy carnívoro. Además, aunque suene extraño, lo que mejor se vende en los restaurantes es precisamente la carne vacuna, a pesar de que existe la creencia de que es la carne porcina la que aceptada por el gusto de los rusos. No excluyo que esto esté vinculado con el hecho de que la carne porcina es un producto que se puede comer en casa, mientras que para degustar un buen trozo de carne vacuna hay que frecuentar un restaurante.

En los seis o siete años de historia que tienen las parrillas en Moscú los rusos han aprendido a pedir una buena carne. En muchas ciudades existen muy buenos restaurantes.

La carne argentina ocupa en el mercado ruso una posición muy democrática. Es entre un 20% y un 30% más barata que la de Australia o de EE UU. Además, al no ser muy grande, se pueden cortar bifes pequeños que no sean demasiado caros.

Es muy triste que ahora tengamos que reemplazar la carne argentina por la australiana y estadounidense. Está apareciendo en pequeñas cantidades carne de Paraguay y de Uruguay, que es la más cercana a la argentina por sus características, tanto de gusto como de tamaño. Pero por ahora los suministros de estos dos países latinoamericanos no son estables, no hay la logística, no todos los proveedores trabajan con ellos.

A pesar de que pueda parecer paradójico, la carne brasileña no compite con la argentina en el mercado de los bifes. Nos ocupamos de carne de clase alta y toda la exportación cárnica brasileña a Rusia es para manufactura. Desde Brasil no se importan prácticamente buenos bifes congelados, a excepción, quizás, de de algunos para restaurantes especializados.

Es fácil reemplazar la carne argenitna porque ya ha habido interrupciones en el suministro anteriormente. Algunos ya no han vuelto a la producción argentina desde la crisis anterior. Entre los grandes restauradores ya ninguno se hace ilusiones. Incluso si, en esta ocasión, los suministros se restablecen, la crisis puede repetirse dentro de algún tiempo. El problema central es que por la interrupción de las entregas no podemos precios más bajos.

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