Cómo crear más energía, de a dos

Uno de los expertos más reconocidos en el campo de la cooperación energética ruso-argentina habla sobre las dificultades que tiene este sector, pero también de sus grandes perspectivas.
¿Como empezó la colaboración energética entre la ex URSS y la Argentina?

A principios de los años 70, en la Argentina, ya estaban presentes gigantes como Siemens, Ford, Mitsubishi. En 1973, la Comisión técnica mixta argentino-uruguaya anunció la licitación para el suministro de 14 grupos de máquinas (turbinas, reguladores y generadores) para instalarlas en la central hidroeléctrica de Salto Grande, en el río Uruguay. El proyecto nació como binacional. Se planteaba instalar 7 máquinas en el lado argentino y 7 en el lado uruguayo. La parte soviética ganó el concurso porque presentó el proyecto más competitivo. Salto Grande fue la mayor central hidroeléctrica de ese momento, no sólo en la Argentina sino en toda América Latina. Además del equipo energético, suministramos la tecnología, a través de la cual IMPSA fabricaba equipos para la planta hidroeléctrica Piedra del Águila. En total, las centrales térmicas y hidroeléctricas construidas con nuestra ayuda -a finales de los años 90- producían alrededor del 30% de toda la electricidad en la Argentina. Eso contribuyó a la salida del país de la crisis energética.

¿Cuál era la forma de pago para los suministros de maquinaria usada en los 70?

Las cuentas se ajustaban en dólares. Además, una pequeña parte de las transacciones se producía intercambiando mercancías. A Mendoza le fueron suministrados trolebuses a cambio de los vinos que después se utilizaban para la champanización y el coupage de los vinos rusos. A Tucumán se le suministraba maquinaria para la construcción de rutas a cambio de cítricos. Pero la mayoría de las transacciones se terminaban haciendo en dólares.

¿Qué cambios ha habido en la cooperación energética?

Ahora toda la industria rusa está privatizada, las fábricas son propiedad privada y, debido a eso, las exportaciones las realizan no las organizaciones estatales, sino las empresas privadas. Muchas empresas son privatizadas. Antes, trabajábamos con acuerdos intergubernamentales y el financiamiento de Vneshtorgbank, pero ahora mantenemos negociaciones de forma individual y buscamos el financiamiento de los bancos rusos privados.

El mercado está más animado, hay más jugadores: nuestros competidores son las empresas argentinas y latinoamericanas, cuya mayor ventaja es que tienen más facilidades para el transporte y en los impuestos arancelarios debido a su pertenencia al Mercosur. Sin duda, los altos cargos arancelarios y el transporte desde los puertos rusos es lo que más complica. Sin embargo, estamos dispuestos a competir, teniendo en cuenta la posición que ocupamos en los tiempos soviéticos.

¿Cómo se superarían las actuales dificultades?

A pesar de las épocas de crisis económica, la Argentina sigue siendo para nosotros un mercado importante. Mantener solamente la presencia en ese mercado no es suficiente. Necesitamos adaptarnos rápidamente a las actuales condiciones, al trato individualizado en cada proyecto particular. En el campo de la tecnología es posible no sólo suministrar equipos de energía fabricados en Rusia, sino también buscar formas de cooperación para la transferencia de tecnología. La concesión de créditos beneficiosos, la participación en las inversiones de los consorcios (con capitales privados o mixtos) son importantes. El apoyo por parte del gobierno ruso podría ayudar significativamente.

¿Qué perspectivas tiene el desarrollo de la colaboración ruso-argentina en el sector energético?

Nuestros futuros proyectos están relacionados con la modernización de la maquinaria ya instalada y con el aumento de su capacidad. Ya está firmado el convenio sobre Salto Grande. Segundo, naturalmente, estamos construyendo nuevas centrales hidroeléctricas. Recientemente pusimos en funcionamiento la central Los Caracoles, en San Juan. También hay planes para la construcción de la nueva central eléctrica de Punta Negra.

Seguimos siendo uno de los principales actores en ese mercado. La cooperación ruso-argentina en el ámbito de la energía da la oportunidad de aumentar la capacidad de generación de energía en la Argentina y evitar los problemas relacionados con las crisis energéticas frecuentes. Tanto más, cuando el nivel de desarrollo de este sector en Rusia todavía se mantiene en un nivel alto.


CV
Tras graduarse en la Escuela de Ingeniería Energética de Moscú, Orlov trabajó seis años como ingeniero en una planta de aviones. En 1971, ingresó en la Academia de Comercio Exterior. En 1973, comenzó a trabajar en Energomashexport donde participó en el suministro de maquinaria a la Argentina. A partir de 1974, se convirtió en representante de Energomashexport en Argentina. En 1977 volvió a Moscú, sin dejar su trabajo en Energomashexport. En 1985, fue nombrado vicedirector de la oficina comercial de la ex URSS local. Desde 1994 es representante regional de la empresa rusa Silovye Mashiny.

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