Una estrategia más allá de la fuerza

29 de marzo a las 7:56, en la estación de metro“Lubianka”, una islamista se hizo estallaral abrirse las puertas. 40 minutos después,en la estación “Park Kultury”, explotó su cómplice.Murieron 40 personas y hubo 100 heridos.

29 de marzo a las 7:56, en la estación de metro“Lubianka”, una islamista se hizo estallaral abrirse las puertas. 40 minutos después,en la estación “Park Kultury”, explotó su cómplice.Murieron 40 personas y hubo 100 heridos.

Después de que los terroristas tomaran, en septiembre de 2004, el colegio de Beslán, tanto la cantidad como la fuerza destructiva de los atentados terroristas contra la población civil se redujo considerablemente. Aunque en el Cáucaso las explosiones continuasen, la impresión general era la de que el terrorismo había disminuido. Parecía que con la muerte de Shamil Basáev, en julio de 2006, entre los islamistas no quedaban líderes influyentes capaces de organiz ar atentados masivos. La mañana del 29 marzo, estas ilusiones fuero n destruidas por completo.
Después de que los terroristas tomaran, en septiembre de 2004, el colegio de Beslán, tanto la cantidad como la fuerza destructiva de los atentados terroristas contra la población civil se redujo considerablemente. Aunque en el Cáucaso las explosiones continuasen, la impresión general era la de que el terrorismo había disminuido. Parecía que con la muerte de Shamil Basáev, en julio de 2006, entre los islamistas no quedaban líderes influyentes capaces de organiz ar atentados masivos. La mañana del 29 marzo, estas ilusiones fuero n destruidas por completo.
Es fácil darse cuenta de que la intensificación de la actividad terrorista ha coincidido con la ofensiva de la policía y de los servicios de inteligencia rusos. En los últimos meses, las operaciones contra los terroristas prácticamente no cesaban y las noticias sobre la muerte de uno u otro “amir” aparecían casi a diario. En marzo se consiguieron resultados importantes, cuando en el transcurso de unas operaciones especiales fueron aniquilados dos jefes del islamismo clandestino en el Cáucaso, Said Buriatski y Anzor Astemírov.

Recordemos que la Segunda Guerra Chechena empezó con atentados fuera de Chechenia, entre ellos, los que tuvieron lugar en Moscú. Después hubo un período sin atentados, que se reanudaron a partir del verano de 2000.


Aslán Masjádov y Shamil Basáev perdieron la guerra contra las tropas rusas e hicieron uso del arma que, según creían, les iba a compensar esta derrota.

Ahora está pasando algo parecido. Moscú está ganando la batalla, y la reacción de los islamistas se ha traducido en un aumento de los atentados terroristas. Pero si antes, en la sociedad rusa, los atentados provocaban discusiones sobre el desmembramiento de Rusia, el colapso de las estructuras estatales y la impotencia ante el terrorismo, hoy en día la reacción es muy distinta.

En primer lugar, no podemos esperar ninguna transformación política importante. La acalorada discusión sobre las consecuencias de los atentados en Moscú para la política interior ha ido reduciéndose rápidamente a una parodia que cesó por falta de temas a discutir. Segundo, esta vez el propio tema del terrorismo y sus factores externos se trataron de una forma muy reservada. El ministro de Relaciones Exteriores, Serguei Lavrov, ha declarado que no excluye que en el atentado de Moscú exista un rastro de personas y organizaciones que actúan en la frontera de Afganistán y Pakistán, confirmando, de esta manera, que Rusia se enfrenta al mismo terrorismo contra el que están luchando las democracias occidentales en Afganistán.

Finalmente, dejando aparte las expresiones tradicionales de los dirigentes rusos del estilo de “sacar del fondo de las alcantarillas” o “arrancar las cabezas,” etc., tanto Dmitri Medvédev como Vladimir Putin confirmaron que seguirían con la estrategia adoptada con anterioridad en el Cáucaso Norte.

El Kremlin no buscó una “respuesta de fuerza,” sino que se concentró en la transformación de su propia estrategia política en el Cáucaso Norte.

En enero de este año, Dmitri Medvédev creó por decreto, el nuevo distrito federal del Cáucaso Norte.
El cargo de enviado plenipotenciario del presidente en la región y, a la vez, de viceprimer ministro fue adjudicado a Alexander Jloponin
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Alexander Jloponin comienza a ejercer sus funciones en el Cáucaso del Norte

Esta decisión provocó muchas discusiones. El presidente ha sido criticado por la “práctica anticuada de designar gobernadores generales,” y por el evidente aislamiento del Cáucaso Norte de las prósperas regiones de Krasnodar y Rostov. Pero, en cualquier caso, la designación de Jloponin ha sido una señal clara de que Moscú no pretende limitar sus actividades en la zona a las acciones de fuerza, sino que quiere llevar una política más “multidimensional”. Unos días después de la designación de Jloponin, el Primer Ministro, Vladimir Putin, instó a las fuerzas del orden público a “hacer todo lo posible para garantizar un funcionamiento normal” de las organizaciones de derechos humanos que operan en el Cáucaso Norte.

Finalmente, en febrero, además de la declaración del presidente sobre la reforma del Ministerio del Interior, fueron cesados varios altos cargos de dicho ministerio. Entre ellos el viceministro Arkadi Yedelev que dirigía las acciones de la policía en el Cáucaso Norte, una figura influyente en la región y muy criticada por los defensores de los derechos humanos. Ha sido otra señal de que el Kremlin esté buscando una nueva estrategia para el Cáucaso, una señal que demuestra que la carta blanca para la utilización de la fuerza tiene que desaparecer.

Las prioridades mencionadas por Medvédev en la reunión de Makhachkalá (llevar a cabo golpes sobre los terroristas, ayudar a los que deseen romper con ellos, desarrollar la economía, apoyar a los líderes religiosos) están en el mismo plano que la política que se desarrolla desde la designación de Yevkúrov.

Antes, en el Cáucaso Norte sólo había dos fuerzas serias: los terroristas y las fuerzas del orden público. Ahora, gracias al nuevo presidente de Ingushetia, Yunus-bek Yevkúrov, los presidentes “civiles” de las repúblicas del Cáucaso Norte son figuras influyentes.

Yevkúrov llevó a la república un diálogo y una reconciliación que no tenían análogo en el Cáucaso Norte, dando un paso importante para liberar a la república de la influencia creciente del islamismo clandestino. Ha sido el primero en entablar un diálogo con la oposición, en exigir la investigación de las ejecuciones sin juicio y los raptos de personas y en despedir a los funcionarios corruptos. El presidente de Ingushetia quiere que los comandos vuelvan del monte a sus casas y para ello les ofrece una ocupación pacífica y garantías jurídicas.

La política de Yevkúrov adjudica un peso importante a las organizaciones regionales de la defensa de los derechos humanos. Al menos en Ingushetia se han vuelto partícipes de la discusión política, y este hecho en sí mismo crea un nuevo modelo para todo el Cáucaso. La designación de Alexandr Khloponin como enviado del presidente proporcionó garantías adicionales de que estas tendencias no se reduzcan al experimento en una sola república.

Todo ello rompe el círculo vicioso que ha sido tan típico en el Cáucaso: los comandos aterrorizan a las fuerzas del orden público y éstas aterrorizan a la población. Si los que están descontentos empiezan a tener mecanismos legales para expresar su desaprobación y defender sus intereses, el islamismo armado clandestino pierde su base social y política. No es una casualidad que el verano pasado el carácter de las acciones de los terroristas en Ingushetia hubiera cambiado: anteriormente intentaban amedrentar a las fuerzas del orden público, y ahora, a toda la población. Signo de impotencia política.

La mayor parte de la reunión presidencial en Makhachkalá se llevó a cabo a puerta cerrada. Supongo que será una decisión correcta. Sin embargo, muchas cosas se podrían comunicar a la población de una manera más clara y definida.

No es necesario volver a repetir las mismas palabras sobre la aniquilación inminente de los terroristas. Nuestro sentimiento respecto a los organizadores de los antentados ya está muy claro. Pero desde el punto de vista de la policía y del Servicio Federal de Seguridad, quizás sería más correcto coger vivo a algún líder del islamismo clandestino y someterlo al juicio. Es difícil sobrevalorar la importancia de este hecho en términos de fortalecimiento del estado de derecho y de la confianza en el sistema de defensa del orden público.

Por otra parte, si los últimos nombramientos hablan de una evidente transformación de la política del presidente y del gobierno ruso en el Cáucaso Norte, ¿por qué no expresar esta política con palabras claras? Diciendo que las figuras como Yevkúrov han sido seleccionadas adrede, que el gobierno pretende seguir con la puesta en orden de las estructuras gubernamentales del Cáucaso Norte, que la violencia seguirá sustituyéndose por medidas legales y que los terroristas no podrán ya frenar esta política.

El artículo fue publicado en el número 13 de la revista "Expert" del 5 de abril de 2010

Nikolai Siláev es politólogo, ensayista, investigador del Centro de Estudios Caucasianos de la Universidad Estatal de Relaciones Internacionales de Moscú (MGIMO)




OPINAN LOS EXPERTOS

El por qué de las explosiones en el metro de Moscú
Serguei
Goncharov, periodista, veterano de la Division Especial “Alfa”

Hay que distinguir entre los atentados de Moscú y los que tienen lugar en el Cáucaso Norte, ya que los atentados en Daguestán, Kabardino-Balkaria e Ingushetia tienen un carácter muy particular. Allí existe una guerra entre los clanes que desean apropiarse del dinero que asigna a la región el Estado ruso. Además, las tropas locales llevan a cabo una lucha feroz contra los terroristas y, probablemente, sobrepasan ciertos límites haciendo uso de torturas e, incluso, de raptos. Por su parte, los habitantes de la región reaccionan de acuerdo con la tradición caucasiana de la venganza de sangre. Mientras que el atentado en Moscú es un desafío al Servicio Federal de Seguridad que ha desarrollado con éxito una serie de operaciones en el Cáucaso. En los últimos meses, los servicios de inteligencia han liquidado a unas cuantas figuras importantes para los terroristas, y eso no les debe de haber gustado a los mandos. Los terroristas han pretendido demostrar a Rusia y al mundo entero que existen, que actúan, para exigir, más tarde, más apoyo financiero. Supongo que también pretenderían demostrar su fuerza ante el nombramiento de Khloponin.

Para resolver el problema del terrorismo en el Cáucaso Norte también hay que actuar firmemente en el ámbito político y social.



¿Terroristas o rebeldes?
Serguei Markedónov, profesor de la Universidad Rusa de Humanidades.

Los terroristas Said Buriatski y Anzor Astemirov, aniquilados hace poco por las tropas rusas, no eran chechenos. Ahora, el terrorismo caucasiano se ha internacionalizado y ya no lucha por la independencia de Chechenia . Incluso Doku Umárov, de origen checheno, no incita a sus seguidores a luchar por un estado nacional, sino por un proyecto islamista no sólo contra Rusia, sino también Occidente. En sus llamamientos, Umárov presenta su “Emirato” como una parte de la “Umma Islámica” que lucha contra un enemigo común en distintos frentes de guerra (Afganistán, Palestina, Somalia e Irak). El proyecto de Umárov es una reacción extremista y perversa a esta necesidad de pasar de la primacía de lo étnico al universalismo.

Con la muerte de Aslán Masjádov (a la izquierda), la idea de la independencia chechena fue sustituida por la de la yihad universal, proclamada por Doku Umárov (a la derecha).

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