El Festival de Cine de Locarno ofrecerá una retrospectiva de Marlén Jutsíev

Fragmento de la película "Tengo 20 años"

Fragmento de la película "Tengo 20 años"

Kinopoisk.ru
El Festival Internacional de Cine de Locarno, que se celebrará del 5 al 15 de agosto, ofrecerá una retrospectiva de un clásico del cine soviético, Marlén Jutsíev. En vísperas de su 90 cumpleaños, el director y guionista, que vivió su plenitud creativa durante la época del “deshielo” en la década de los 60, también recibirá el “Leopardo” de honor por su contribución al arte cinematográfico.

Hace unos años, en una entrevista con el periódico ruso Rossiyskaya gazeta, preguntado por las cualidades que debe poseer un director de cine, Marlén Jutsíev dijo: “Una certeza absoluta en lo que haces, y una duda permanente al respecto”. Si una de estas dos cualidades pesa más, mal. El presuntuoso concluirá que todo lo que ha hecho es genial. La incertidumbre tampoco trae nada bueno. Para un director de cine, estas dos cualidades son imprescindibles a partes iguales”.

La certeza y la duda. Esta fórmula paradoxal que aplica Jutsíev fue el origen de una sinceridad genuina que caracteriza muchas de sus películas y es bien conocida tanto en Rusia como en el extranjero.

Un amor para toda la vida

Marlén Jutsíev nació el 4 de octubre de 1925 en Tiflis (la actual Tbilisi, capital de Georgia). Su padre, comunista del periodo prerrevolucionario, fue arrestado en 1937 y condenado por delito contrarrevolucionario. Al cabo de muchos años, esta historia encontró su reflejo en las películas del director. En 1944, tras un intento frustrado de ingresar en la Academia de las Artes de Tbilisi, Marlén Jutsíev empezó a trabajar como asistente de artista en la escuela de interpretación de los estudios de cine.

El cine impresionó vivamente a Jutsíev, y se convirtió en una pasión para toda la vida. En 1945 ingresó en el Instituto Estatal de Cinematografía de Toda la Unión Soviética (VGIK, por sus siglas en ruso). En 1950 debutó como director con su trabajo de fin de carrera, el cortometraje Los urbanistas.

Bajo el signo del deshielo

Con la película La primavera en la calle Zaréchanya  el director empezó a lograr popularidad. La rodó en 1956 en los estudios de cine de Odessa junto con un antiguo compañero de estudios, Félix Miróner.

Se trata de una historia sutil y lírica sobre la generación de la posguerra, sus sueños y preocupaciones, sobre el primer amor verdadero. No solo gozó de una buena acogida entre la crítica, sino que más de 30 millones de espectadores fueron a verla.

La película de ficción La puerta de Ilich, consagración y manifiesto de la generación de los años sesenta en la URSS, refleja el ambiente de una gran época llena de esperanzas. Pero los espectadores solo pudieron ver su versión original después de la perestroika. En 1962 la cinta “quedó encerrada en un cajón” por orden del Secretario General de Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética, Nikita Jruschov (quien consideró que la película “enfrentaba horrorosamente a la juventud contra la generación de más edad”).

“Acabé La puerta de Ilich, la ministra de cultura, Fúrtseva, la acogió muy bien y trató de defenderla cuando se la mostraron a Jruschov. ¡Pero no lo consiguió! El revés fue tal que después de aquello estuve dos años más modificándola. Eso fue en 1962. En aquel momento comprendí que el deshielo había terminado”, recuerda el director. En 1965 la película se emitió en las pantallas con el título Tengo 20 años, pero en una versión censurada.

Y no fue hasta al cabo de dos decenios cuando Jutsíev pudo presentar la versión de autor.

Un cine optimista

La filmografía de Jutsíev no es muy extensa, por lo que cada uno de sus trabajos tiene un gran valor. Lluvia de julio, Corría el mes de mayo, La vela encarnada de París, Epílogo o El infinito, que obtuvo dos premios en el Festival de Cine de Berlín. Todas las películas del director están impregnadas de una verdadera fe en el hombre y su futuro feliz. “Estoy en contra de la chernuja (género gris de la perestroika) por principio, porque la vida, en todo caso, jamás se compone de un solo color. Esto lo primero. Y, en segundo lugar, considero que el arte debe dejar esperanza”, está convencido el director.

Ahora el director se ha concentrado plenamente en su nuevo trabajo: la película Inextinguible, sobre los encuentros entre Lev Tolstói y Antón Chéjov, que concibió hace muchos años y para la que no ha conseguido financiación hasta hace poco. Según el director, su nuevo trabajo revela el mundo interior de los grandes escritores rusos, muestra la relación que mantienen con la vida que les rodea, los fenómenos sociales y cuestiones como la muerte y la inmortalidad. 

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