Científicos cultivan con éxito válvulas cardíacas

Ria Novosrti/Aleksandr Kondratuk
En octubre de este año, se ha inaugurado en Samara el laboratorio internacional de biotecnología para el cultivo de válvulas cardíacas. Los científicos esperan poder empezar a exportarlas a la UE dentro de cinco años.

Kirill Kaem, director del clúster biomédico de Skólkovo, cree que el proyecto de los científicos de Samara tiene perspectivas de crecimiento en el mercado mundial, aunque podrían verse afectados por las limitaciones a la exportación de los biomateriales.

En Samara, ciudad situada en el sureste de Rusia, se cultivarán válvulas cardíacas. En el proyecto participan la Universidad Estatal de Medicina de Samara, la Universidad de Düsseldorf y la Universidad Aeroespacial de Samara.

Según datos del Centro Científico Cardiovascular Bakulev, en esto momentos cerca de 60 personas en Rusia esperan un transplante de válvulas cardíacas. Alexander Kolsanov, organizador del proyecto, explica que la mayoría de los enfermos obtendrán unas válvulas mecánicas. Los pacientes con este tipo de válvulas necesitan tomar anticoagulantes de manera crónica y los niños necesitan cambiarlas cada cierto tiempo, ya que el corazón va creciendo.

Aunque es cierto que las válvulas biológicas tampoco están exentas de inconvenientes: no están pobladas por células del propio cuerpo, no se renuevan y se desgastan rápidamente. Como resultado hay que volver a realizar el transplante. Según Kolsanov, los avances del nuevo laboratorio permitirá a los cardiólogos contar con válvulas biocompatibles y asequibles.

En la primera fase de la investigación los científicos rusos han recurrido a la experiencia alemana. Después, en 2016-17 planean modernizar esta tecnología y crear, sobre esta base, una propia. En Samara se van a cultivar las válvulas con técnicas de ingeniería de tejidos o terapia celular. Para ellos se extraerán las válvulas del corazón de un donante.

El material celular necesario se retira para asegurar su compatibilidad con el sistema inmunológico humano. El producto resultante se preparará para el almacenamiento y un posible transplante.

Para el cultivo de cada válvula es necesario un órgano, aunque es más fácil producir el "producto biológico" de esta manera, ya que los requerimientos para el donante son menores que en un transplante normal.

Según explica Kolsanov, las válvulas son tan solo el primer paso. El laboratorio debe aprender de la experiencia internacional en descelurización (un procedimiento según el cual las células de un órgano se eliminan y en su lugar queda una carcasa de tejido conectado).

"El año que viene planeamos cultivar vasos sanguíneos y uréteres. Después haremos más órganos: corazones, pulmones, riñones y finalmente desarrollaremos métodos para la modificación de la velocidad del cultivo", explicó Kolsanov a RBTH.

Al principio las válvulas se implantarán en la región de Samara, después en distintos centros federales de Rusia y después a los países de la Unión Euroasiática. En el curso de los próximos cinco años, los científicos planean comenzar el suministro a los países de la UE.

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