Los mitos sobre la época estalinista persisten entre los rusos

Fuente: TASS

Fuente: TASS

Aún hoy el dictador soviético Iósif Stalin es el tema de un buen número de conversaciones entre expertos y ciudadanos de a pie. Los ciudadanos expresan cada vez más su opinión de que durante ese periodo histórico “en el país había orden, nadie robaba y no había corrupción”.

Valentina era todavía una niña cuando Stalin dirigía el país y toda su vida ha creído que el mandatario hizo muchas cosas positivas para el Estado. “Lloramos cuando murió.  Él era para nosotros un garante de la justicia y de la honradez. No puedo decir que entonces no se intentara defraudar al Estado, pero recuerdo bien que esas acciones se castigaban rigurosamente”, dice la jubilada.

Oleg Jlevniuk, historiador y sociólogo, en una entrevista concedida al diario Moskovski Komsomólets explica por qué perduran algunos mitos sobre la época estalinista. “La causa principal es el contenido de esas épocas históricas. Stalin personifica la unificación del país después de su descomposición en 1917 y la victoria en la guerra contra el nazismo. Yeltsin simboliza las consecuencias de la nueva disolución”.

Sin embargo, en torno a la figura de Yeltsin es harto difícil construir mitos, pues la mayoría de rusos recuerdan su época y tienen su propia opinión al respecto. “Stalin es la figura ideal para la creación de mitos: por un lado, su época es ya bastante lejana para no recordar cómo era en realidad; por otra parte, no obstante, no es una historia tan remota y resulta atrayente” , señala el experto.

Dobles estándares

En la actualidad hay algunas ideas fijas con respecto al mandato del dictador. Por ejemplo, se dice que en tiempos de Stalin no había corrupción y se resolvieron problemas de carácter internacional. Las dos afirmaciones son sólo mitos. Y no se ajustan a la realidad.

“Había corrupción y abusos muy graves entre los funcionarios”, dice el historiador. El poder soviético proclamaba el principio del internacionalismo, pero muchos ignoran o no quieren saber que en tiempos de Stalin se produjeron arrestos masivos, deportaciones  y ejecuciones por motivos de nacionalidad, que pueblos enteros eran declarados “hostiles”.

Otro mito más es la grandeza del pueblo ruso, que soportó el gran peso de la Segunda Guerra Mundial y de la reconstrucción del país. Pero la gente olvida la represión y la violencia, las dificultades de la vida en el período de posguerra y al precio de qué esfuerzos se alcanzaron los éxitos.

Como explica a RBTH Alexander Cherkasov, jefe del centro internacional Memorial, que se ocupa de que se restituya la justicia histórica a las personas sometidas a represión, los mitos aparecieron porque las personas no tenían información objetiva y estaba en vigor una ley que prohibía las críticas al régimen.

“Sólo existía la propaganda oficial, que se fijó en la conciencia y aún hoy perdura. Así crecieron tres generaciones de personas. Los ciudadanos de la URSS entendían que había una economía doble, que durante la colectivización la gente fue llevada al límite de sus fuerzas, pero nadie habla de esto en voz alta”, dice.

Para este activista de los derechos humanos, ese pensamiento inflige hoy un daño muy serio al sistema de gobierno.

“Estos mitos son la base sobre la que se apoya todo un sistema de dirección. A día de hoy las personas siguen creyendo que con prohibiciones y acciones represivas es posible alcanzar resultados. Aunque incluso los comunistas reconocieron sus errores y entendieron que las amenazas no servían como estímulo económico”, explica.

Por ejemplo, las autoridades soviéticas dejaron de deportar masivamente a los pueblos caucásicos, pues resultó económicamente desventajoso y entrañó peligros. Las personas se escapaban a las montañas con armas y no iban a ninguna parte. Pero nadie escribía sobre el hecho de que estas acciones eran equivocadas y los ciudadanos de a pie lo ignoraban todo”.

Lea más: Las mujeres de Stalin>>>

Todos los derechos reservados por Rossíiskaia Gazeta.

Esta página web utiliza cookies. Haz click aquí para más información.

Aceptar cookies