Sochi, un año después de las Olimpiadas

Los medios de comunicación internacionales predijeron que, tras los JJ OO, Sochi se convertiría en una ciudad fantasma. Pero un año más tarde las predicciones no se han cumplido. Paradójicamente, la actual crisis financiera ha ayudado a que crezcan las estaciones de esquí construidas para los Juegos.

  

Fuente: Mijaíl Mordásov

El club de rock Treugolnik, en el barrio de Adler, al sur de la ciudad y cerca del aeropuerto, está tan lleno que solo una sardina en lata se sentiría cómoda. Estamos en enero. En Sochi, a la orilla del mar, ha nevado por primera vez en cuatro años y las largas vacaciones de Año Nuevo están a punto de terminar.

Un rublo débil, el llamamiento del presidente Putin a los rusos para que pasen sus vacaciones en el país y las nuevas instalaciones de Sochi para deportes invernales, iguales a las de cualquier otro lugar del mundo, son factores que atraen a los turistas. La cantidad de gente que acude en masa a los 40 kms de pistas y rutas de esquí está empujando al límite el aforo máximo diario de 10.500 personas.

Los empresarios de Sochi no pueden creerse cuánta suerte han tenido. Por lo menos aquellos que no perdieron sus casas y propiedades en las controvertidas expropiaciones que tuvieron lugar durante las obras de construcción para los Juegos Olímpicos. No hace mucho, medios de comunicación mundiales advertían de que Sochi se convertiría en una “ciudad fantasma” después de que el circo olímpico abandonase el lugar. Pero parece que es exactamente lo contrario.

Sin embargo, no todo va viento en popa. Las instalaciones de la costa, el núcleo central de los Juegos, están fantasmagóricamente vacías en los días en los que no se celebran eventos y la construcción de algunos bloques de apartamentos se ha detenido a la mitad.

Dmitri Bogdanov, director del centro de salud Znanie, en Sochi, afirma que la ciudad no puede gestionar más visitantes. “El país en general necesita más infraestructuras turísticas. Es una pena: debido a la falta de experiencia en la gestión del resort se están produciendo problemas con la capacidad y con las perspectivas de asegurar su rentabilidad”, explica. “Recuerdo la época soviética, cuando venían más de 1, 5 millones de personas al año. Pero hace un par de años solo recibíamos a unos 50.000 turistas: está claro que tenemos espacio para crecer”. 

El elefante blanco

El estadio olímpico, que se descartó mientras estaba siendo construido por sus posibilidades de convertirse en un elefante blanco y acarrear más costes y problemas que beneficios, parece vacío la mayor parte del tiempo. Pero Andréi Ponomarenko, propietario de la compañía que ofrece servicios lingüísticos al G8 y activamente implicado en la promoción de Sochi a nivel internacional, dice que las apariencias engañan.

“La Cúpula de Hielo atrae a entre 7.000 y 9.500 fans cada vez que juegan los Leopardos de Sochi, el equipo local de hockey sobre hielo. El Channel One Cup se celebró aquí en septiembre, con equipos de todo el mundo”, explica. “El Palacio del Hielo Shaiba acogerá al Circo del Sol en febrero, y en el Iceberg se ha puesto en escena un musical que ha durado en cartel seis meses, con cinco pases cada semana”.

Ponomarenko va más allá: “El centro de patinaje de velocidad es ahora una academia de tenis abierta todo el año y también alberga otros eventos, como el campeonato del mundo de ajedrez, foros económicos y diversas exposiciones. Es interesante comprobar que los hoteles del núcleo de la costa no se llenaron para los JJ OO, pero pusieron el cartel de 'completo' el año pasado para el Grand Prix de Fórmula 1”.

Marca internacional

El mayor problema de las pistas de esquí de Krásnaia Poliana este invierno han sido las aglomeraciones. Todas las plazas hoteleras fueron reservadas mucho antes de las vacaciones de Año Nuevo. Las autoridades se vieron obligadas a tomar medidas para evitar que llegasen demasiados visitantes. Los precios para el forfait de seis días se incrementaron hasta casi 200 dólares y eventualmente se limitó su adquisición a los huéspedes de hoteles. El ayuntamiento de la ciudad llegó incluso a difundir anuncios en TV durante diciembre en los que se instaba a los residentes a abstenerse de utilizar las estaciones de esquí en enero para evitar aglomeraciones.

Bogdanov afirma que la reciente caída del rublo (hasta casi la mitad de su anterior valor de cambio contra el euro y dólar) es un regalo, pero no va a durar. “Mucha gente decidió darnos una oportunidad este invierno, ya que la situación financiera era un factor importante en sus planes de viaje. Pero es de la máxima importancia ofrecerles un nivel de servicio que los anime a volver: ese es el desafío”.

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