¿Quién pide limosna en Rusia?

Cómo sobreviven los sintecho en las calles de Rusia. Fuente: Valeri Mélnikov / Ria Novosti

Cómo sobreviven los sintecho en las calles de Rusia. Fuente: Valeri Mélnikov / Ria Novosti

Durante los últimos veinte años la mendicidad ha pasado a formar parte del escenario de Rusia. Hoy en día resulta difícil imaginar grandes ciudades como Moscú o San Petersburgo sin personas con letreros pidiendo ayuda junto a los monasterios, en el metro o en los pasadizos subterráneos. Según los expertos, en la capital salen cada día a mendigar hasta mil personas. En total la cifra de los sintecho en Rusia oscila entre 1,5 - 3 millones.

Personas caídas en desgracia que ya no tienen a quien pedir ayuda o víctimas del mundo criminal obligados a dedicarse a la mendicidad. Quienes viven en la calle pueden distinguirse entre las personas que piden junto a la iglesia, gente que se ha encontrado en una situación difícil, y las que mendigan en los nudos de transporte y otros lugares públicos forzados por estructuras criminales.

La mendicidad de iglesia es tradicional en Rusia. El atrio es un lugar que históricamente se ha utilizado para pedir limosa, que legitima el derecho humano a pedir caridad. La mendicidad de iglesia en atención a la fuerte influencia de la Iglesia ortodoxa rusa es una de la menos criminalizadas, lo que confirman los propios mendigos con los que conseguimos hablar.

Serguéi, de 45 años, vendía discos pirata en un pasillo subterráneo y alquilaba una habitación a las afueras de Moscú. Pero ahora se ha visto en la necesidad de ir cada día al atrio y pedir limosna. La causa principal por la que acabó en la calle es una larga enfermedad que le privó del trabajo y, por consiguiente, de vivienda. Pero Serguéi no se queja de su destino. Dice que está satisfecho con su vida, a pesar de que tiene que dormir en un sótano. “Vivo así desde hace cinco años, nunca he pasado hambre”.

La iglesia, junto a la cual pide, le ofrece ropa y comida, y los parroquianos le ayudan con pequeñas contribuciones de dinero. De media, recibe entre 300 y 500 rublos (8 - 17 dólares), lo que le basta para cubrir todas sus necesidades. Serguéi nunca ha visto indicios de asociación criminal junto a los templos: “Aquí se mueven cantidades pequeñas, además la iglesia nos protege. Aun así, he oído casos de personas de la calle, a menudo de otras nacionalidades, a quienes les quitan el dinero, pero se trata más de gamberrismo que de una mafia”.

En el metro es diferente. Serguéi cuenta que al principio intentó pedir dinero en el transporte público, pero le hicieron comprender enseguida que allí no había lugar para él. “Un chico de origen ruso vino a hablar conmigo y me echó fuera, diciéndome que de lo contrario nunca más vería la calle. Después de eso decidí quedarme siempre cerca de las iglesias”.

Pero algunos de los sintecho con los que RBTH habló en el centro de la capital, en Kitái-Górod, se quejaron: estamos obligados a entregarles a los policías locales el 10% de nuestro “salario” diario. Además, para que no nos expulsen los guardias de la iglesia debemos tener autorización del párroco.

“Por ejemplo, hoy, a las seis de la tarde, tengo que estar aquí sin falta. Un guardia de la zona vendrá a hablar conmigo para que le entregue parte de lo que gané; de lo contrario me llevarán a comisaría”, explicó el mendigo Yuri, al pie del monasterio de San Juan Bautista.

Un mendigo cerca de la Iglesia de Todos los Santos, en Kulishki, habló de un periodo de su vida que pasó pidiendo en el metro, diciendo que era un veterano de guerra de Chechenia.

“Fue hace algunos años. Vagabundeaba y bebía mucho; un día me encontré con un conocido que me propuso ganar algo de dinero diciendo que era un excombatiente. Me dijo: te pondrás un uniforme e irás por los vagones pidiendo limosna. Como eres cojo, dirás que eres un inválido de guerra. Acepté, era mejor que pasar hambre. Sólo luego me di cuenta dónde me había metido. No quiero acordarme de ello. Sólo diré que era un trabajo forzado. Nos obligaban a juntar una cantidad mínima de dos mil rublos, de lo contrario te imponían un castigo. Tuve problemas para escapar, ahora tengo miedo de los desconocidos”. Según él, el esquema del metro está bien pensado y es una estructura de la que es casi imposible salir, por eso la policía no tiene nada que hacer. La situación poco ha cambiado en los últimos años, incluso después de la liquidación de dos organizaciones, en 2006 y 2008, que se ocupaban de la explotación de inválidos. 

¿Qué medidas se podrían adoptar?

Dado que la mendicidad en Rusia tiene unas profundas raíces históricas, es un fenómeno difícil de erradicar. Pero los expertos consideran que hay algunas medidas que pueden mejorar la situación de los sintecho de Rusia. La Iglesia ortodoxa rusa, por ejemplo, podría ser más activa. Generalmente, es fácil reincorporarse a la vida normal si el individuo que pide lleva poco tiempo en el atrio.

En la mayoría de los casos bastaría con ayudarlos a recuperar los documentos o a entrar en contacto con su familia. Muchas veces estas personas no quieren tratar con policías ni con funcionarios, confían mucho más en representantes de la Iglesia. Además, sería necesario conceder ayuda alternativa, creando unos fondos especiales para las personas sin hogar y los inválidos. De esta manera, se podría romper el círculo vicioso y proporcionar a esas personas al menos las ventajas ofrecidas por los puntos de ayuda social en las entidades públicas o en las iglesias.

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