El alcohol casero gana popularidad

Las ventas de alambiques para destilar aguardiente han aumentado repentinamente en Rusia. Fuente: ITAR-TASS

Las ventas de alambiques para destilar aguardiente han aumentado repentinamente en Rusia. Fuente: ITAR-TASS

En Rusia ha crecido la demanda de destilerías y alambiques caseros para hacer aguardiente. Mientras unos encuentran aquí una alternativa a la subida de precios del vodka que le protege frente a los sucedáneos, para otros la preparación de licores caseros no solo es una afición, sino también una cuestión de orgullo familiar.

Cada año, se producen en el país eslavo más de 250 millones de litros de alcohol casero, según datos del Centro de Estudio de los Mercados Federal y Regionales del Alcohol. El precio de coste de un litro de aguardiente casero no supera los 40 rublos (alrededor  de un euro). Teniendo en cuenta que el precio mínimo de venta al público de medio litro de vodka equivale a 170 rublos (unos 4 euros), la destilación casera de licores resulta una actividad bastante rentable.

Destilar aguardiente con fines comerciales está fuera de los márgenes de la ley, pero la producción casera para uso personal es una labor completamente legal. El 20% del alcohol de venta clandestina es samogón (aguardiente casero ruso).

Los fabricantes de utillaje facilitan la vida a los destiladores de hoy en día. Solo se requiere licencia para las plantas de fabricación industrial, pero para el uso doméstico basta con disponer de un certificado de conformidad. Rossíyskaya Gazeta ha entrevistado a más de diez grandes productores y distribuidores de tecnología de fabricación casera de licores. Todos ellos han registrado un aumento del interés por parte de los compradores.

“En un año las ventas se han multiplicado por cinco”, asegura Yevgeni Demidov, representante de una de las principales tiendas en línea de artículos relacionados con la destilación casera.

Comercian sobre todo con artículos de una fábrica rusa, pero también se pueden encontrar entre sus existencias productos exclusivos, como un aparato de cobre portugués fabricado a mano para la elaboración de calvados y ginebra.

Demidov relaciona el aumento de las ventas con la subida de los precios de las bebidas  alcohólicas en las tiendas. En esta empresa, el precio medio de un aparato de destilación completo es de 15.000 rublos (aproximadamente 375 euros).

Alexéi Kozhekin, director de otra importante distribuidora moscovita, también ha notado el cambio repentino en la dinámica de ventas. Su empresa vende cerca de 25 aparatos al día. Según sus palabras, el 70% de los equipos se envía a las provincias.

“Los encargos provienen tanto de grandes ciudades como de pequeños municipios, a veces incluso de pueblos a los que no llega ni el correo”, comenta. En los pueblos los vendedores han notado una tendencia curiosa: cuando se envía un pedido a un pueblo, al poco tiempo llega un segundo pedido del mismo sitio. Parece que nadie quiere quedarse rezagado. Se factura mucho a las regiones del sur. En el norte, Arjánguelsk lleva la delantera.

Sin embargo, Kozhekin no encuentra un vínculo directo entre el aumento de las ventas y la subida de los precios del vodka. “La gente quiere un alcohol de más calidad; nuestros compradores suelen ser personas acomodadas a las que les gusta el mismo proceso de preparación”, señala.

En realidad, algunos destiladores entusiastas se sienten muy orgullosos de su producción. Estos clientes no solo compran y ensamblan ellos mismos equipos realmente sofisticados, sino que además suelen encargar etiquetas exclusivas a la imprenta para regalar el resultado de su producción a amigos y familiares más adelante.

“Existen varias razones para la compra de estos equipos, pero la principal es que la gente está cansada de beber porquería”, asegura Iván, vendedor de otra tienda de aparatos de destilación. En comparación con el anterior mes de junio, las ventas han aumentado aquí un 15 % y la factura media asciende a 300 euros.

“La subida de los precios mínimos, de los impuestos y los sucedáneos solo conseguirán que aumente la popularidad de la destilación casera en Rusia”, predice Vadim Dróbiz, fundador del Centro de Estudio de los Mercados Federal y Regionales del Alcohol.

Según sus palabras, la destilación de aguardiente está de moda en tres capas de la sociedad: la de los poco pudientes, los artistas profesionales con pocos recursos y también entre la clase acomodada. Los bebedores con pocos recursos consumían antes sucedáneos ilegales, pero estos ahora se ha vuelto más peligrosos.

El público más rico, ante todo, trata de evitar la producción de mala calidad: el whisky y el coñac se adulteran tanto como el vodka o el vino barato.

“Para ellos el precio no es significativo. Por delante está la necesidad de dar salida a su creatividad, el deseo de sorprender a los amigos y el problema de la adulteración”, cree Dróbiz. Estas personas ven el lado romántico del proceso. “El samogón ruso será tan famoso como el coñac francés o el whisky escocés”, confía Demidov. Podría aparecer incluso una palabra específica para distinguir el samogón ruso, similar al moonshine norteamericano. 

Artículo publicado originalmente en ruso en Kommersant.

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