La industria vinícola se moderniza y aumenta la calidad de las cosechas locales. Fuente: PhotoXpress
Rusia y vodka, sí. ¿Pero Rusia y buen vino? Hasta hace poco, el país nunca ha llamado la atención de los aficionados al vino debido a la escasa calidad de los vinos producidos en la época soviética. Pero ahora, afortunadamente, todo esto está cambiando.
Hasta los últimos años, el vino ofrecido a los visitantes de Rusia era o bien una botella de importación o bien vinos dulces o semidulces al estilo soviético de dudosa calidad. Cuatro quintas partes de los vinos vendidos en Rusia siguen siendo variedades semidulces de baja calidad y utilizan concentrado.
Pero actualmente un creciente número de los vinos rusos comienzan a ser íntegramente locales y de excelente calidad, producidos con uva importada de Francia y otros lugares junto con el uso de modernas tecnologías vinícolas.
Aunque la mayoría de las regiones de Rusia no son adecuadas para el cultivo de la uva, los climas más cálidos de las regiones de Krasnodar y Rostov, junto al Mar Negro, producen vinos en la actualidad que no tienen nada que envidiar a los buenos vinos europeos.
El cultivo de la vid al sur de Rusia, en la región del Cáucaso, precede incluso a la Antigua Grecia. La industria vinícola de Rusia comenzó realmente a finales del siglo XIX, cuando el zar Alejandro II y los nobles amantes del vino importaron las técnicas francesas de producción de vino.
Pero esta tradición dio un paso atrás durante la época soviética, cuando se formó mayoritariamente el gusto ruso por los vinos semidulces y espumosos. A muchos rusos hoy en día les desagradan los vinos secos, ya que los consideran demasiado amargos. Fue el dictador soviético Iósif Stalin, de origen georgiano, el mayor promotor de esta tradición.
A mediados del siglo XX, la Unión Soviética era el quinto país del mundo en la superficie vinícola y el séptimo en producción de vino. La industria vinícola soviética recibió un apoyo entusiasta de parte de Stalin y de Anastás Mikoyán, su ministro de producción alimentaria.
Tanto Georgia como Armenia, situadas en el fértil clima mediterráneo del sur del Cáucaso, tienen una rica tradición de producción de vino que precede incluso a la antigua cultura vinícola de Grecia.
Antes de la Revolución de 1917, en Rusia el vino sólo lo bebía la aristocracia. Pero todo esto cambió bajo el mandato de Stalin, quien opinaba que el vino debía ser asequible para todos los ciudadanos soviéticos.
Los científicos reclutados para tratar de resolver este problema intentaron producir variedades de uva resistentes a las heladas y de alta capacidad. Pero la calidad salió malparada: los vinos producidos de estas uvas eran apoco aceptables debido a su alta acidez y falta de sabor.
Para remediar este defecto, se añadía a estos vinos glucosa y a menudo alcohol etílico: unas prácticas que se utilizan de forma muy extendida en la industria vinícola de Rusia hasta el día de hoy.
“En Irán o Italia utilizan mala uva o los restos de la producción de zumos para obtener un concentrado que es en esencia glucosa poco refinada," comenta Yelena Denísova, que preside el consejo de directores de Chateau le Grand Vostock, uno de los pocos productores de vino ruso de alta calidad.
"Este es un camuflaje ideal para los residuos. El concentrado se añade a un "semivino" amargo y de baja calidad durante la etapa de la fermentación, o bien se mezcla con vino ya fermentado en un intento de corregir su mal sabor. Además de todo ello, se añaden sabores y colores artificiales".
En la época soviética, los trabajadores brindaban a la salud de Stalin con vinos que horrorizarían a un nativo de Burdeos. En los años 80, durante el gobierno del líder soviético Mijaíl Gorbachov, la mayoría de las viñas se cerraron o pasaron a utilizarse para otros fines.
Pero desde principios de la década del 2000 han emergido bodegas de buena calidad, como la de Abrau-Durso cerca del puerto de Novorossiisk en el Mar Negro, o Chateau le Grand Vostock.
Pável Titov, propietario de Abrau-Durso, comenta: "Un vino espumoso que una vez se bebió en un brindis de los zares rusos ahora se puede degustar en todo Londres. Desde el principio hemos querido ofrecer a los más exigentes bebedores de vino británicos algo diferente y original".
En 2012 se publicó por primera vez la Guía de Vino Rusa, que describe 55 vinos de 13 bodegas rusas e incluye otras bodegas de la región de Krasnodar como Fangoria, Lefkadia y Chateau du Talus. Los mejores sumilleres rusos que participaron en la redacción de la guía tienen la certeza de que la aparición de los "grandes vinos rusos" está cerca.
Los productores de vinos rusos de calidad llevan mucho tiempo intentando conseguir los mínimos precios de venta al por menor. "¿Para qué conservar el trabajo de los malos fabricantes o de los productores de Irán que utilizan concentrado?" opina Denísova. "¿Por qué no crear trabajo para los buenos productores vinícolas del sur de Rusia?"
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