Entrevista a Marta Ter, responsable de la campaña 'Chechenia, rompamos el silencio'. Fuente: Jordi R. Renom.
La campaña “Chechenia, rompamos el silencio” cuenta con una exposición, conferencias, publicaciones, actos de denuncia y, sobre todo, una web que han convertido a esta entidad en una referencia para los que quieren estar informados de la situación en el Cáucaso Norte en español o catalán.
La entrevista se realizó antes de conocer que los principales sospechosos de cometer el atentado en la maratón de Boston eran chechenos. A este respecto, Marta Ter subraya la gran cantidad de puntos que aún quedan por aclarar: “al parecer vivieron poco tiempo en Chechenia y se podría pensar, aunque todavía no parece haber información clara al respecto, que los hermanos Tsarnaev no tienen relación con el 'Emirato del Cáucaso' o la guerrilla chechena. Se dice que vivieron en un país de Asia Central y que luego estudiaron en Majachkalá (Daguestán). Según el perfil de uno de ellos en las redes sociales, lo más importante es el dinero y la carrera profesional. Todavía no se puede afirmar categóricamente, pero parece que tampoco guardan semejanza con las células que atentaron en Madrid o Londres. Hasta el momento, lo único claro es la enorme confusión alrededor de todo esto”. Por otro lado, apunta: “conviene recordar la gran diferencia entre las comunidades locales y los chechenos de la diáspora. Por ejemplo entre los que vivían en Siria y las comunidades residentes en las aldeas de esta república caucásica”.
La organización a la que representa es prácticamente la única que se dedica desde España a cooperar con el Cáucaso Norte…
Así es. De hecho, hemos intentado tejer algún tipo de red, pero ha sido imposible. Hay alguna excepción: el Observatorio Eurasia de la Universidad de Sevilla, con quien colaboramos habitualmente, y el País Vasco, donde sí que hay interés por el proceso de liberación nacional de los pueblos del Cáucaso. Más allá de eso, algunas iniciativas puntuales y poco más.
¿Y a qué cree que se debe esta cooperación tan exigua?
Aquí los ámbitos de cooperación han estado tradicionalmente centrados en los países mediterráneos, Latinoamérica, Palestina y el Sahara Occidental. Las relaciones con Rusia, y no digamos con los pueblos del Cáucaso, han sido históricamente muy limitadas. De hecho, la AECID [la agencia española de cooperación internacional] no nos ha subvencionado nunca.
Episodios tan sangrientos como la escuela de Beslán o el teatro Dubrovka no deben haber ayudado mucho…
No. Son actos totalmente rechazables e hicieron que la simpatía hacia la causa chechena cayese en picado. Tengo claro que si los terroristas chechenos que tomaron el teatro Dubrovka no hubieran cometido ese ataque, nadie hubiera muerto. Pero también es cierto que solo dos personas murieron a manos de los chechenos.
El resto de los más de cien fallecidos fueron víctimas del gas que utilizaron las fuerzas rusas de asalto. Y en Beslán, las circunstancias fueron similares. Y aquellos que han denunciado estos métodos utilizados por las fuerzas de seguridad han recibido palizas y amenazas de muerte.
Estos atentados, además, provocaron que en Occidente se dejara de hablar de independentismo checheno y se empezara a hablar de terrorismo.
Efectivamente, una parte de la insurgencia (liderada por Basáyev y Jattab) optaba por cometer actos terroristas contra civiles rusos. Sin embargo, Masjádov (líder independentista y expresidente checheno) siempre condenó este tipo de ataques.
¿El islamismo radical ha arraigado en el Cáucaso Norte o es la excusa que utiliza el Kremlin para reprimir y frenar el independentismo al precio que sea?
Ambas cosas. El extremismo existe, pero también porque mucha gente se ha radicalizado. Antes de las guerras chechenas, no había yihadismo en esta zona.
Además, para el Kremlin, el principal enemigo no eran los yihadistas, sino Masjádov y el independentismo porque podían gozar de cierta simpatía desde Occidente, que podía interpretar el conflicto como un movimiento de liberación nacional. Cuando Masjádov murió asesinado, el Kremlin se quedó sin interlocutor. Occidente podía entender perfectamente que Putin no se sentara a negociar con Basáyev o con cualquier terrorista.
¿Pero por qué era tan inaceptable la independencia de Chechenia, que tras la primera guerra era prácticamente un hecho?
El escritor Jonathan Little, a quien considero uno de los mejores conocedores del conflicto, dice que la principal razón es el miedo al efecto dominó, es decir, el temor a que la independencia se extendiera a otras zonas.
Sí que hay un poco de petróleo en Chechenia, pero representa menos del 2% de la producción total de la Federación Rusa. Y también pasaba un oleoducto, pero eran solo cien kilómetros y, de hecho, lo hicieron circunvalar. Chechenia solo tiene un millón de habitantes, pero ¿y si después le siguen Daguestán, Ingushetia, Tatarstán…?
¿Cree usted que las medidas democratizadoras impulsadas recientemente como la elección directa de los presidentes de las regiones se cumplirán en el Cáucaso?
Lo dudo mucho. Han hecho dimitir al presidente de Daguestán porque pretendía tener poder de decisión sobre las fuerzas de seguridad enviadas a su territorio desde Moscú. También se ha hablado en la prensa rusa de cambios en otras repúblicas del Cáucaso Norte. Esto no parece tener mucho que ver con la vía democrática.
Y aunque pudiera haber elecciones democráticas, convendría recordar que en los últimos comicios de la Federación Rusa, en un colegio electoral checheno resultó que votó un 110% de los ciudadanos censados y, en toda la zona, el apoyo a Rusia Unida no bajaba en ningún caso del 90%, cifras realmente difíciles de creer.
¿La multimillonaria inversión del gobierno ruso ha servido para reconciliar a los chechenos con el Kremlin?
La verdad es que la inversión es visible en toda la república. Quedan poquísimos signos de destrucción en la zona. Hay agua corriente, luz, asfaltado en cada pueblo. Y la gente está contenta con la reconstrucción. Es de las pocas mejoras que prácticamente todos reconocen a Kadírov.
Pero también hay consenso en que la corrupción es tal en todo el territorio ruso que, si salen del Kremlin 10 millones de rublos; tres se quedan en los bolsillos de altos funcionarios de Moscú; tres más para los funcionarios de Chechenia; otros dos para los proyectos megalómanos de Kadírov y solamente quedan dos para cubrir las necesidades de los chechenos de a pie, es decir, para lo que supuestamente se había liberado el presupuesto. Existe la creencia en Moscú de que ahora los chechenos viven a cuerpo de rey y esto no es verdad.
Al menos, la conflictividad ha bajado enormemente.
En Chechenia sí; Daguestán está mucho peor: es el punto caliente ahora mismo.
Así, el conflicto no ha desaparecido, sino que se ha desplazado.
Sí. Antes la violencia estaba concentrada en Chechenia y ahora se ha extendido por todo el Cáucaso Norte. Además, ha pasado de ser un movimiento nacionalista laico a ser un movimiento yihadista. Ahora el grupo yihadista “Emirato del Cáucaso”, que opera allí, poco tiene que ver con el origen del conflicto. No quieren una Chechenia laica independiente, sino que buscan la independencia de todo el Cáucaso Norte en un Emirato regido por la sharía.
¿Y qué es lo que ocurre en Daguestán?
Hay una confrontación muy seria entre sufíes [el Islam tradicional del Cáucaso] y wahhabíes [secta ultraortodoxa del islam que proviene de Arabia Saudí]. Evidentemente no todos los wahhabíes son extremistas ni son combatientes del Emirato del Cáucaso, pero los hay.
Y estos cometen atentados tanto contra los miembros de las fuerzas de seguridad como contra civiles: han colocado bombas en tiendas que venden alcohol, han asesinado a maestros que no permitían a sus alumnas asistir a clase con yihab…
También hay luchas entre clanes por el poder. A eso hay que añadir la actuación de las fuerzas de seguridad de Rusia, que reprimen con mano dura. Organizaciones como Memorial, Amnistía Internacional o Human Rights Watch han documentado casos de tortura, ejecuciones extrajudiciales, desapariciones forzadas…
¿Tiene Al-Qaeda alguna influencia en la zona?
No hay ninguna franquicia de Al-Qaeda en el Cáucaso Norte. Sí que existen coincidencias ideológicas entre el Emirato del Cáucaso y Al-Qaeda, pero la yihad que se libra en el Cáucaso es local, no global. Es decir, consideran que su enemigo es Rusia, no occidente. Además, los yihadistas del Cáucaso se financian mediante extorsión a los empresarios medianamente pudientes de la zona. El dinero que llega del extranjero es poquísimo y su origen es básicamente de la diáspora de Turquía y Europa, no de Oriente Medio.
La Lliga dels Drets dels Pobles no actúa sobre el terreno. Supongo que eso quiere decir que no habéis tenido problemas con la ley rusa de financiación de las ONG.
Nosotros, no, pero organizaciones con las que colaboramos, sí. Ha habido registros en las sedes de Memorial o Amnistía Internacional. Es cierto que Memorial tiene una parte de su presupuesto que viene financiado desde Estados Unidos y eso no gusta ni al Kremlin ni a la sociedad rusa, que lo ven como una injerencia en sus asuntos internos.
Por otra parte, estoy segura de que Estados Unidos no lo hace por amor a los derechos humanos, sino que forma parte del enfrentamiento entre las dos potencias. Pero sí creo que el trabajo de Memorial es independiente y riguroso, y que su actuación no depende de quién aporta los recursos.
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