Programa Kukli (Muñecos). Fuente: Kommersant
En la televisión rusa, el siglo de la sátira política ha sido muy breve, con tan solo 20 años de antigüedad tras la caída de la Unión Soviética.
Todo empezó con unos sketches incluidos en el concurso KVN (‘El Club de los Alegres e Ingeniosos’, por sus siglas en ruso), un popular concurso de agrupaciones juveniles al estilo de la comedia en vivo.
Dmitri Grachiov, el protagonista de la serie ‘Sí, señor presidente’. Fuente: Kinopoisk.ru
Ya a finales de los 80, se colaron las primeras parodias políticas en este programa: primero dirigidas al último líder soviético, Mijaíl Gorbachov, y más tarde al primer presidente de Rusia, Borís Yéltsin. En 1994 surgió la que, probablemente, sería la principal parodia política de la televisión rusa: el programa Kukli (Muñecos). Este programa era una licencia de los guiñoles franceses, pero con personajes de la política rusa. Gracias al guionista principal del proyecto, el escritor satírico Víctor Shenderóvich, los guiñoles representaban sketches ingeniosos y actuales, lo que proporcionó instantáneamente al programa unos índices de audiencia y una popularidad muy elevados.
El programa se emitió durante ocho años en la NTV, uno de los principales canales de televisión, y se cerró tras el cambio de propietarios del canal en 2001.
En la década posterior al año 2000, hubo varios intentos por restablecer el género de la parodia política en televisión. De 2005 a 2008, en la NTV se emitió el programa Reálnaya política (‘Política de verdad’), donde, entre otras cosas, se mostraban escenas cortas de animación por ordenador que contenían una parodia ligera (en comparación con los guiñoles) sobre los líderes del Estado.
Después de esto, en 2009, el Primer Canal de la televisión estatal rusa lanzó el proyecto de dibujos animados Mult Líchnosti (Personajes animados), con personajes animados de la política rusa e internacional, así como otras estrellas del mundo del espectáculo. Este proyecto aún está en antena, pero, en opinión de muchos expertos (entre los que está el guionista y motor ideológico del programa Kukli, V. Shenderóvich), no es más que una imitación de la sátira política.
A medida que el género político-satírico perdía fuerza en la televisión, se fue intensificando en internet, donde aparecieron varias parodias políticas realmente perspicaces y de actualidad. Por ejemplo, el blog vladimir.vladimirovich.ru, en el que se publican periódicamente historias cortas y absurdas que pretenden reflejar la vida de Vladímir Putin.
De 2011 a 2012 adquirió una gran popularidad en Internet la serie de vídeos Grazhdanín poet (‘Ciudadano poeta’), donde el conocido actor Mijaíl Yefrémov leía versos paródicos del también conocido poeta, novelista y periodista Dmitri Bykov sobre los temas más polémicos de la política rusa.
Y finalmente, en 2010 se abrió en Twitter la cuenta KermlinRussia: una parodia de la cuenta oficial del entonces presidente Dmitri Medvédev. Al diferenciarse de la cuenta oficial del Kremlin solo en una letra, se han producido bastantes incidentes divertidos en los medios de comunicación, cuando estos han dado por válidos los tweets de la cuenta ficticia, creyendo que los publicaba el jefe del Estado, y los han reproducido sin pensarlo dos veces.
Es posible que la aparición de la comedia de situación en televisión sea una estrategia para no perder audiencia. El poeta ruso residente en Nueva York Alexéi Tsvetkov, también conocido por una breve serie de bocetos con contenido satírico sobre la vida de los altos cargos del Estado, ha comentado a Rusia Hoy que, probablemente, de esta forma los canales de televisión traten de atraer a parte del público de internet, donde los anunciantes no obtienen ningún beneficio.
Y a la pregunta sobre si este tipo de sátira es peligroso para las autoridades, Tsvetkov contesta que “si el clima político del país es lo suficientemente saludable, la sátira puede contribuir a mantener este estado de salud, inculcando en el público el grado de escepticismo indispensable”.
Los servicios de prensa han preguntado a la NTV si el programa tendrá una continuación, a lo que el canal ha contestado: “No hacemos comentarios sobre este proyecto”. Lo que está claro es que los telespectadores demandan sátira política.
“El espectador está cansado de la televisión que tenemos ahora. Es evidente que aceptará encantado cualquier intento de crítica al gobierno”, indicó a Rusia Hoy el escritor y autor de la biografía de Borís Yeltsin, Borís Mináev. “Después de todo, la sátira política constituye una bocanada de aire fresco que nos alegra la vida”, opina Mináev.
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