El Día del Defensor de la Patria, una fiesta para los hombres

La fiesta tiene un origen militar. Fuente: TASS / Serguéi Bobiliov

La fiesta tiene un origen militar. Fuente: TASS / Serguéi Bobiliov

El 23 de febrero se celebra el Día del Defensor de la Patria, aunque de manera no oficial se considera el “Día de los hombres”, y estos suelen recibir regalos, independientemente si han servido o no en el ejército. ¿Por qué se celebra este día?

A diferencia del Día Internacional de la Mujer, que llegó a Rusia por Occidente, el Día del Defensor de la Patria es una 'invención' plenamente rusa.

Sin embargo, por ahora no existe una opinión unánime sobre el por qué se eligió precisamente la fecha del 23 de febrero. De acuerdo con el punto de vista oficial, elaborado en la Unión Soviética en los años 20, en este día del año 1918 las tropas del Ejército Rojo derrotaron a las tropas alemanas cerca de Pskov y Narva.

Pero más adelante, habiendo estudiado detalladamente los documentos de aquella época, los historiadores desmintieron este hecho: de acuerdo con los datos de archivo, la noche del 23 de febrero los alemanes se encontraba a 55 kilómetros de Pskov y a 170 de Narva y no hay batalla alguna registrada, ni en los archivos alemanes ni en los rusos.

Después de la desintegración de la URSS algunas antiguas repúblicas soviéticas dejaron de celebrar el 23 de febrero. Actualmente esta festividad solo se celebra en Rusia, Bielorrusia y Kirguistán.

Aun así, en menos de veinte años este mito consiguió arraigar y durante los años de la Segunda Guerra Mundial, el 23 de febrero se celebró de forma generalizada precisamente como el día de las primeras victorias del Ejército Rojo sobre los alemanes.

Desde entonces y hasta ahora la fecha de la fiesta se ha mantenido, si bien ha cambiado de nombre en varias ocasiones.

Hasta 1949 en la Unión Soviética se celebró el Día del Ejército Rojo y, del 1949 al 1996, la fiesta se llamó oficialmente el Día del Ejército Soviético y de la Armada, después de lo cual pasó a llamarse Día del Ejército Ruso, primero, y, dos años después, Día del Defensor de la Patria.

A pesar de que en un principio esta fiesta no tenía relación alguna con el Día Internacional de la Mujer, con el tiempo en la conciencia de los rusos el 23 de febrero se convirtió en “el día de todos los hombres”, en contraposición al 8 de marzo, que suele celebrarse en Rusia de forma generalizada.

Una mayoría de la población masculina del país ni siquiera tiene conocimiento de la existencia del Día Internacional del Hombre, que se celebra el 10 de noviembre: en la Rusia moderna el puesto de esta festividad ha sido sólidamente ocupado por el Día del Defensor de la Patria que, tal como implícitamente se considera, hay que celebrar con independencia de que efectivamente se haya tenido o no que defender el país.

La única relación directa entre el 23 de febrero y el 8 de marzo se encuentra en el calendario y, más concretamente, en los calendarios. Después de la transición de Rusia al calendario gregoriano, el 23 de febrero según el estilo antiguo pasó a ser el 8 de marzo según el nuevo estilo.

Sin embargo, las festividades oficiales del 23 de febrero se acostumbran a celebrar al estilo militar. En este día, en muchas ciudades del país hay solemnes desfiles, espectáculos y conciertos y, en Moscú, en honor de la festividad, cada año se dispara la salva de comienzo de fiesta.

Igual que el 8 de marzo, el 23 de febrero en Rusia es costumbre hacer regalos a los “héroes de la fiesta”. Pero a pesar de que, de acuerdo con las encuestas, la mayoría de los hombres querrían recibir ese día algo creativo o práctico, como un surtido de ambientadores originales para el coche, los regalos más populares año tras año siguen siendo los calcetines y los productos para la ducha y el afeitado.

Es por esto que la fiesta no oficial de todos los hombres ha pasado a tener a su vez una denominación no oficial: “El Día Panruso de la Espuma de Afeitar”. En los últimos tiempos algunos hombres incluso han empezado a organizar 'actos de protesta': en vísperas de la fiesta, ellos mismos se compran los productos para el afeitado, en un intento por desconcertar a sus mujeres.

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