La aversión de los rusos al liberalismo

Vista de la plaza Púshkinskaya durante una manifestación a favor de unas elecciones limpias.

Vista de la plaza Púshkinskaya durante una manifestación a favor de unas elecciones limpias.

Ilya Pitalev/RIA Novosoti
El liberalismo no ha calado en la sociedad rusa. ¿Con qué se asocia en Rusia esta tendencia política?

El actual sistema político es sólido, las elecciones son legítimas, pero las ideas liberales son innecesarias para los rusos: a esta conclusión han llegado los expertos del Centro Carnegie de Moscú.

En Rusia la lógica es distinta: quien está en el poder tiene también el dinero, por lo tanto lo más “sensato” es darle el voto. La figura del ciudadano burgués, que apareció en la escena política rusa en el ya lejano 2011, prácticamente ha desaparecido (al menos ya no muestra ninguna actividad política), según constatan los autores del informe “Elecciones-2016: rutina o cambios?”.

“La gente no está dispuesta a cambiar de régimen, está abierta a resolver los problemas con él, ganar dinero y hacer responsable de ello al gobierno. Sí, es una especie de paternalismo. En este sentido, no existe necesidad de liberalismo desde arriba ni desde abajo”, opina uno de los autores del informe, el director del programa “Política interna e instituciones políticas de Rusia”, Andréi Kolésnikov.

“No entendemos en qué consiste el liberalismo”

Cuando en diciembre de 2011 por las calles y plazas de Moscú aparecieron las pancartas de las protestas, muchos pensaron que la sociedad soviética había evolucionado a una sociedad civil y estaba preparada para luchar por sus derechos. “Hemos despertado. Esto es solo el principio”, “Este es mi país, tengan la bondad de tolerar mi opinión”, y el lema principal de aquel invierno: “No nos representáis”: estas consignas aparecían, si no como amenaza, al menos sí como el renacer de la dignidad del ciudadano.

Pero el invierno pasó y aquellas pancartas, junto con las multitudinarias manifestaciones, fueron desapareciendo. Fue un mero episodio. Ahora que el barril de petróleo ya no cuesta 110 dólares sino 45, y que la crisis económica cada vez afecta al bolsillo de más gente, no hay rastro del liberalismo. Pero esta no es la única razón. “La cuestión es que no entendemos en qué consiste. Más de la mitad de la población opina que tenemos democracia, y la mayoría cree que es necesaria. Pero si preguntas ‘¿qué es la democracia? Y lo más seguro es que respondas que es una vida tranquila con todo lo necesario y la percepción del régimen tal cual es”, comenta a RBTH el analista del Centro Levada Denís Volkov.

Rehenes de una matriz cultural

Pero si bien el ciudadano medio ruso es capaz de reflexionar sobre la democracia, la palabra “liberalismo” le da miedo.

“Pregunte a cualquiera qué es el liberalismo y nadie le responderá nada favorable. Le dirán que el liberalismo son los malditos años 90 con su crisis del mercado, la falta del pago de salarios durante medio año, enfrentamientos y tiroteos. Eso es el liberalismo en Rusia”, señala la directora del programa regional del Instituto Independiente de Política Social, Natalia Zubarévich.

La terminología es uno de los principales enemigos de la liberalización de la sociedad rusa. La gente comparte perfectamente los valores que se esconden tras esa palabra, pero se niegan a llamarlos de ese modo. Si preguntas “¿Quieres que se escuche tu opinión y que el poder esté sometido a los ciudadanos”, y la respuesta es “Sí, por supuesto. ¿Quién no lo quiere?”.

Y entonces surge otro problema: pese a la popularidad de estas ideas, la mayoría no está del todo preparada para defender sus derechos, señala Volkov. El paternalismo en acción: una mayoría aplastante de los rusos opina que el Estado debe ayudarles a conseguir lo que desean y transmite tranquilamente la responsabilidad a quienes toman las decisiones. “Esta es una parte de nuestra cultura, no se trata de una cuestión de valores. Es nuestra matriz cultural”, comenta Zubarévich.

El liberalismo en el poder

Por ahora, no existe un grupo influyente de liberales en el establishment político. En la nueva convocatoria a la Duma Estatal (las elecciones se celebran este mes de septiembre), igual que en 2004, no habrá fuerzas occidentalizadas ni centradas en la democracia, según prevén los expertos.

La política económica del gobierno sí que tiene algunas trazas de liberalismo, aunque constantemente se producen enfrentamientos entre los liberales de fuera del sistema y los miembros del gobierno; para unos la política económica es demasiado liberal y para otros no lo es lo suficiente”.

En lo que respecta al sistema político, en este sentido el vector general ha cambiado: según el informe “se ha pasado de la estricta regulación a la manipulación flexible, algo que contempla cierta liberalización y unos mecanismos de gestión más sutiles”. 

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