Svalbard, ¿la última frontera de la URSS?

Andréi Iskrov
En este archipiélago noruego se encuentra el pueblo de Barenstburg, que parece uno de los últimos vestigios de la época soviética.

Dieter es alemán y es uno de los muchos turistas que llegan a Barentsburg para ver cómo era la vida durante la época soviética. Dieter trabajó como ingeniero durante toda su vida y tras jubilarse empezó a viajar con su esposa por lugares exóticos.

“Nunca estuvimos en Rusia o en la URSS, ya que era muy difícil obtener un visado para viajar allí, - dice Dieter. – Para Svalbard no lo necesitábamos, por eso decidimos pasar nuestras vacaciones aquí, para ver cómo viven los rusos.”

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El archipiélago polar Svalbard pertenece a Noruega, pero – y es un caso único en la política internacional – en su territorio pueden vivir con los mismos derechos ciudadanos de más de 70 países, que en 1920 firmaron en París el Tratado de Svalbard. En la actualidad en el archipiélago solo hay asentamientos rusos y noruegos, así como estaciones de investigación de China y Polonia.

"Nuestro objetivo es comunismo". Foto: Andréi Iskrov

En el siglo XX en Svalbard se extraía carbón que se exportaba a Europa. Sin embargo, la minería sufrió una fuerte crisis en los últimos 20 años y por eso se desarrolló la industria turística. Una de las atracciones turísticas más populares del lugar son los viajes a la parte rusa, en particular al pueblo Barentsburg. “Pensaba que estaba viendo algo de otra época, que había desaparecido tras el colapso del imperio soviético, – afirma Dieter. – Pero Barentsburg es una moderna ciudad del norte que cuenta con un museo, una sala de conciertos e incluso una cervecería. Casi todos los edificios tienen un aspecto perfecto”.

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Sin embargo, la vida aquí es más dura de lo que podría parecer a primera vista. Oksana (su nombre se ha cambiad) es una empleada de la empresa Arkticúgol y se queja: “Durante cuatro meses al año tenemos noches polares luego hay otros cuatro meses de días polares. Hay muchos con problemas de salud debido a esto. El clima es muy severo, y no todos pueden soportarlo. Mi hija no pudo acostumbrarse al clima, por eso tuvimos que enviarla donde sus abuelos y ahora la visitamos durante vacaciones. No hay suficientes frutas ni verduras, tampoco hay árboles”.

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El minero Anatoli (al que se le ha cambiado el nombre) está de acuerdo con su esposa Oksana: “No hay mucho carbón en nuestra mina. Para extraerlo, hay que trabajar en zonas más profundas y peligrosas. Cada año mueren o tienen accidentes algunos de nuestros mineros. Llevo casi cuatro años trabajando aquí y durante este período perdí a muchos de mis amigos”.

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Sin embargo, Oksana y Anatoli no lamentan haber venido a Barentsburg. Prácticamente todos los ciudadanos son de Ucrania, procedentes del Donbass. El salario aquí es varias veces más alto de lo que se puede ganar en su ciudad natal.

Además, ambos se enamoraron del Norte. “Aquí siempre hay tranquilidad, estás a solas con la naturaleza. Desde casa se ven las montañas y el océano, probablemente el paisaje más bonito del mundo”, afirma la pareja.

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Svalbard cuenta con el aeropuerto internacional más septentrional del mundo, el Longyear. Aquí operan vuelos diarios de SAS y Norwegian desde Oslo y Tromsø, en verano de 2016 se lanzarán vuelos de Finnair desde Helsinki.

Los billetes tienen un precio a partir de 300 euros (ida y vuelta). A Barentsburg se puede llegar en avión (durante todo el año), en moto de nieve (en invierno) y en barco o crucero (desde abril hasta octubre).  

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