“No se atrevan a decir que el caso está resuelto”

10 años del asesinato de Anna Politkóvskaya.

10 años del asesinato de Anna Politkóvskaya.

AP
En Moscú recuerdan a la periodista asesinada hace 10 años Anna Politkóvskaya, que se convirtió en símbolo del periodismo de investigación ruso y cuyo caso considera resuelto el gobierno pero no sus compañeros.

Diez años después de la muerte de la periodista de Nóvaya Gazeta Anna Politkóvskaya, en Moscú se celebran varios actos de homenaje bajo el eslogan “No se ha encontrado al responsable”. La reportera de este periódico de investigación fue asesinada a tiros en el ascensor de su casa. Su tema central era Chechenia, las torturas en esta región, las violaciones de los derechos humanos y los crímenes tras los que se encontraba, según la periodista, el gobierno de la república.

Sus compañeros han publicado en su página web un “videopiquete” (un video en el que aparecen con pancartas en las que se leen los hechos principales y los hitos de la investigación del asesinato, así como varias preguntas dirigidas a los investigadores), en el edificio de la redacción se han colgado posters con su imagen y el jefe de redacción adjunto, Serguéi Sokolov, cuenta en la página web del periódico por qué él y sus compañeros no consideran que el caso esté cerrado.

La “huella chechena” no se ve por ninguna parte, las pistas apuntan a Londres

“Los periodistas nos preguntan cómo nos sentimos los miembros de Nóvaya Gazeta el 7 de octubre de 2016, diez años después de que Anna Politkóvskaya, una mujer grácil, atrevida, hermosa y fuerte, fuera asesinada a tiros en la puerta de su casa. Lo que sentimos es rabia”, con estas palabras comienza su columna Serguéi Sokolov, en la que explica por qué él y sus compañeros no creen en las declaraciones de la Fiscalía General y del Comité de Investigación sobre la resolución del crimen.

“No puede considerarse cerrado un caso de asesinato solo porque se haya condenado a sus ejecutores. El caso no puede cerrarse hasta que no se castigue al responsable que ordenó el asesinato”, escribe el periodista.

Sokolov recuerda cómo pocos días después del asesinato el fiscal general añadió al caso como responsable del asesinato al oligarca prófugo Borís Berezovski, que vivía en Londres y en el pasado se había considerado como el “padrino” de Vladímir Putin para más tarde convertirse en su “enemigo número uno”.

“El responsable es un oligarca enemigo de Rusia que se esconde en el extranjero”, consideraban los investigadores.

Durante todo este tiempo, Nóvaya Gazeta ha intentado demostrar la falsedad de esta información a través de sus propias investigaciones, ya que considera que el asesinato es obra del gobierno checheno.

El primer juicio de los sospechosos finalizó en absolución por falta de pruebas suficientes y no fue hasta el segundo juicio (celebrado en 2013) que el tribunal no declaró oficialmente culpables del asesinato a los agentes del Ministerio del Interior y del Servicio Federal de Seguridad, un total de seis personas entre organizadores y ejecutores del asesinato

Las tareas de búsqueda del responsable de ordenar el asesinato quedaron en manos de un solo investigador, que además se encargaba de la investigación del asesinato del redactor jefe de la sección rusa de Forbes, Paul Jlébnikov.

Más tarde este investigador se jubiló y el caso de Politkóvskaya se dividió entre varios departamentos. “No se ha vuelto a oír nada más de la investigación. El responsable puede respirar tranquilo y ordenar otro asesinato, si es que no lo ha hecho ya”, concluye Sokolov.

“Escribía sobre cosas que en Chechenia no se atrevían ni a pensar”

Algunos consideran que su asesinato fue un “regalo”, mientras que para otros fue una “provocación”. Anna Politkóvskaya fue asesinada dos días después del cumpleaños del presidente de Chechenia, Ramzán Kadírov y en el mismo día del cumpleaños de Vladímir Putin. Desde entonces las galerías fotográficas dedicadas al presidente el 7 de octubre conviven en los medios de comunicación con las galerías en memoria de Politkóvskaya, cuyo asesinato se ha convertido en uno de los asesinatos políticos más escandalosos de la historia reciente de Rusia.

“Politkóvskaya hablaba y escribía abiertamente sobre cosas que muchos en Chechenia no se atrevían ni a pensar”, con estas palabras suele describirse el trabajo de la prestigiosa periodista.

No tenía miedo de hablar con los guerrilleros y terroristas del Cáucaso. En 2002 los terroristas que secuestraron en Moscú el teatro Dubrovka dieron su nombre entre los de las personas con las que estaban dispuestos a negociar.

Cuando el 1 de septiembre de 2004 unos terroristas secuestraron una escuela en Beslán, Politkóvskaya también tomó un vuelo para participar en las negociaciones, pero en el avión sufrió un grave envenenamiento que sus compañeros periodistas consideraron como un ataque.

La última publicación de Politkóvskaya en Nóvaya Gazeta trataba sobre la actividad de los escuadrones chechenos que luchaban en el lado de las fuerzas federales y se titulaba “Conspiración punitiva”, y en el próximo número del periódico se esperaba un artículo sobre las torturas en Chechenia y sobre la implicación del entonces primer ministro de Chechenia, Ramzán Kadírov, en casos de secuestro de personas.

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