Qué esperar de la nueva estrategia del Kremlin en Ucrania

Fuente: AP

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Con el derribo del Boeing-777, la escalada de tensión en Ucrania podría estar alcanzando su desenlace, llevando a la revisión de la política a largo plazo del Kremlin sobre Ucrania.

Tres mitos sobre la política rusa

En los medios occidentales predominan algunos mitos sobre la postura de Rusia en el conflicto ucraniano. Estos mitos se han vuelto tan persistentes que han adquirido el estatus de opinión oficial sobre la política de Vladímir Putin en Ucrania.

El primer mito es que Rusia quiere ocupar o dominar Ucrania. Pero, en realidad, si esa fuese su intención, el Kremlin sin duda habría dado ya los pasos adecuados a finales de febrero. El Estado ucraniano estaba paralizado tras los eventos de Maidán. A resultas de las reformas de 2010-2012, el país prácticamente no tenía unas fuerzas de seguridad dignas de tal nombre. En una reunión en Járkov el 22 de febrero, el Partido de las Regiones, del destituido Víktor Yanukóvich, decidió que los ayuntamientos locales debían asumir todos los poderes. El presidente legítimo, Víktor Yanukovich, estaba en Rostov del Don y presionaba a Rusia para que suprimiese el Euromaidán. Si el Kremlin lo hubiese querido, apenas se pueden imaginar unas condiciones mejores para una marcha sobre Kiev.

El segundo mito: el Kremlin ya había preparado hacía tiempo la separación de Novorrosiyaa (Nueva Rusia) de Ucrania. Expertos estadounidenses aseguran que el Gobierno ruso empezó a organizarlo en 2010 o incluso antes, en 2004. Si esto fuera así, entonces las ciudades de Ucrania oriental y sudoriental habrían estado preparadas con mucha antelación, con grupos de activistas prorrusos y militares no inferiores a las “Fuerzas de Autodefensa de Maidán”. En realidad, los movimientos para la federalización de Járkov, Zaporozhie y Odesa eran débiles, debido a las crecientes diferencias entre los diversos partidos y su incapacidad para alcanzar un compromiso.

El tercer mito es que el Kremlin estaba asustado por las sanciones occidentales. Las sanciones económicas no son plato de gusto para los negocios en Rusia, aunque su escala es algo exagerada. Por ejemplo, EE UU se niega a cooperar con la industria militar rusa, cooperación que, en primer lugar, jamás ha existido. Al mismo tiempo, Moscú sigue teniendo medios de tomar represalias contra los EE UU en la esfera político militar.

En el arsenal de la política rusa, podríamos incluir un conjunto de herramientas como el cese completo de la cooperación con la OTAN en Afganistán, la negativa a llevar astronautas de la NASA a la Estación Espacial Internacional y la ruptura de acuerdos sobre desarme, que podría llegar hasta el tratado START-3. Sin embargo, el Kremlin nunca ha amenazado oficialmente con utilizar estas armas.

Parece que la política del Kremlin sobre Ucrania nunca ha sido una estrategia cohesionada, sino una respuesta a las diferentes circunstancias tal y como se iban desarrollando. Hasta mediados de febrero aproximadamente, Moscú creía que la posición de Yanukóvich era estable.

Hasta mediados de abril, el Kremlin creía en una rápida federalización de Ucrania. La llegada al poder de las fuerzas prorrusas en Crimea resultó ser un regalo geopolítico para Moscú, del que sacó ventaja hábilmente. La euforia del éxito en Crimea y las percepciones de la debilidad de las autoridades de Kiev alumbraron un nuevo plan de actuación.

La estrategia de abril

En esencia, la política del Kremlin en Ucrania quedó reducida a tres posturas.

En primer lugar, Rusia está tratando de reconciliarse con Occidente. En su aparición en televisión en abril, el presidente Vladímir Putin no realizó ningún ataque verbal contra los EE UU y nunca amenazó a Washington con tomar medidas o represalias. Para los que recuerden el famoso discurso de Putin en Múnich, un movimiento así parece raro. Rusia lo dejó claro: Crimea es un caso especial y no debe utilizarse para agravar el conflicto.

En segundo lugar, el presidente ruso usó el nombre étnico Novorossiya (Nueva Rusia). Después de que la República Popular de Donetsk y la República Popular de Lugansk firmasen un acuerdo estableciendo Novorossiya el 24 de mayo, este término fue considerado como un gesto de apoyo de Moscú al separatismo ucraniano.

Sin embargo, en abril las conversaciones se centraron en la federalización de Ucrania y no su división. Rusia dejó claro que una Ucrania federal servía mejor a los intereses de Moscú que un estado unitario con un régimen que no fuese de su agrado.

Por último, Moscú apremió a la UE a dialogar sobre el problema ucraniano. La idea era colocar la crisis ucraniana en el contexto de la seguridad europea, y no fue casual que ese mismo día se iniciase el proceso de paz de Ginebra. Moscú esperaba que París y Berlín mediasen entre Rusia y los EE UU.

Una Ucrania federal, con fronteras como las establecidas el 17 de marzo de 2014, interesaba a Rusia. Por un lado, Ucrania, con sus disputas territoriales y sus conflictos, sería imposible de integrar en la OTAN. Por otro, Ucrania podría convertirse en un estado colchón entre Rusia y la OTAN. La meta de Moscú era evitar que las fuerzas políticas y militares de Ucrania occidental y central, que el Kremlin considera nacionalistas, tomasen el control del potencial militar e industrial de las regiones al sudeste del país.

Obstáculos para Moscú

Sin embargo, la implementación de la estrategia de abril de Rusia encontró tres obstáculos. El primero derivó de la negativa de Rusia de responder a las sanciones estadounidenses. El Gobierno ruso esperaba que Occidente apreciase este gesto conciliador. Quizá si Rusia, en respuesta a las sanciones, hubiese cesado de colaborar en Afganistán y se hubiese retirado del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (CTBT), las cosas habrían cambiado.

El segundo obstáculo fue la rápida consolidación de Ucrania sobre la base de sentimientos antirrusos y la falta de apoyo a los partidarios de la federalización de Ucrania. Los pogromos en Odesa el 2 de mayo, en los que murieron más de 40 personas, en lugar de consolidarlos, asustaron a los que apoyaban un estado federal y las protestas en la cuenca del Donetsk quedaron desacreditadas.

El tercer obstáculo fue que el Consejo de la Federación (equivalente al Senado) recordó la decisión, tomada en marzo, sobre la posibilidad de usar las Fuerzas Armadas rusas en Ucrania. Anteriormente, Kiev había actuado con cautela en lo que respecta a operaciones militares en la cuenca del Donetsk, ya que temía una intervención rusa. Desde finales de junio, esta amenaza ya no existe. En Occidente, este gesto quizá se ha interpretado como una señal de la voluntad del Kremlin de retirarse.

Finalmente, la crisis ucraniana en general y la catástrofe del Boeing-777, en particular, han hecho que se cuestione si es posible que los países de Europa occidental (Alemania y Francia) estarían dispuestos a enfrentarse con EE UU por causa de Rusia. 

Los ajustes de julio

El discurso de Putin el 22 de julio es una prueba de que Rusia está empezando a revisar su estrategia ucraniana. En esencia, se resume en tres puntos. En primer lugar, actualmente no existen amenazas contra la soberanía y la integridad territorial de Rusia, pero podrían surgir en el futuro. Segundo, es necesario buscar una estrategia para contrarrestar las sanciones. Tercero, la OTAN está empezando a movilizar infraestructura militar muy cerca de las fronteras rusas.

La primera víctima de estos movimientos será, por su propia naturaleza, “Acta Fundacional sobre lasRelaciones, Cooperación y Seguridad Mutuas” firmada por Rusia y la OTAN, que estipulaba las reglas del juego en la región del Báltico y el Mar Negro. Rusia necesitará encontrar una respuesta adecuada.

En los próximos meses, las tareas pendientes de la política rusa parecen obvias: mantener el control sobre Crimea, encontrar cómo responder a las sanciones y contrarrestar el fortalecimiento de las posiciones de la OTAN. Al mismo tiempo, es preferible que Moscú restaure el mecanismo del “Grupo de Contacto” que incluye a Alemania y Francia.

Por lo que respecta al presente, el principal problema de Rusia en el conflicto ucraniano es la falta de tiempo. La estrategia diplomática de Moscú, basada en alcanzar un compromiso con la UE, necesita tiempo para ser implementada. La situación en la cuenca del Donetsk, sin embargo, es más favorable para Kiev por el momento. El Kremlin está pensando cómo evitar la eliminación de los militantes prorrusos para ser capaz de obligar a Kiev y la UE a negociar con Novorossiya.

Artículo abreviado. Publicado originalmente en inglés en Russia Direct.   

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