La oposición rusa cambia de perfil

El movimiento de protesta disminuye y envejece. Entre 5.000 y 7.000 personas acudieron el pasado domingo una manifestación de protesta. Fuente: Evgueni Biiátov / Ria Novosti

El movimiento de protesta disminuye y envejece. Entre 5.000 y 7.000 personas acudieron el pasado domingo una manifestación de protesta. Fuente: Evgueni Biiátov / Ria Novosti

A la marcha en apoyo a los presos políticos celebrada en Moscú el 27 de octubre acudieron entre 5.000 y 7.000 personas, una cifra significativamente menor que hace un año. Los expertos señalan que el movimiento de protesta en Rusia está pasando por una fase de cambio de formato: la separación de la izquierda y los nacionalistas han acabado por dividirlo.

La marcha por la defensa de los presos políticos fue aprobada por las autoridades moscovitas en el último momento, según informan los organizadores de la manifestación. Estos mantienen que tuvieron que anunciar a los funcionarios que la gente saldría a la calle aun en caso de no obtener la autorización.

Hacia las dos de la tarde (hora a la que estaban convocados los participantes en el punto de encuentro), en el centro de Moscú se reunieron cerca de 500 personas, señala el periódico Moskovski Komsomólets. Una hora después —cuando la marcha debía comenzar a moverse— este número alcanzó aproximadamente los 5.000.

Aparte de los asistentes habituales a las manifestaciones de la oposición, se dejaron ver otros personajes menos habituales: entre ellos dos monjes budistas. “Venimos en representación de la orden del Sutra del Loto, una rama del budismo que tiene su origen en Japón. En Moscú solo somos 10 feligreses, y en todo el mundo más de cien. Hemos apoyado todas las acciones que se han llevado a cabo desde la guerra de Chechenia”, explica Félix Shvedovski, que golpea una pandereta y entona unos cánticos por el camino. Estos budistas rezaban por el establecimiento de la justicia y la paz en el país.

La acción se desarrolló sin incidentes, incluso se corearon consignas solo durante los primeros diez minutos, después los asistentes marcharon prácticamente en silencio.

El editor adjunto de la emisora de radio Eco de Moscú, Vladímir Varfoloméev, comentó en Twitter que 5.000 personas es un gran éxito. Otras concentraciones anteriores organizadas bajo la misma consigna no lograron reunir a más de 2.000 personas, señala. Aunque si se compara con los mítines celebrados en la capital a lo largo del último año y medio, se trata de una cifra modesta.

Al evento acudió el vicedirector del Instituto para el Desarrollo de la Sociedad Civil y la Autogestión Local, Iliá Konstantínov, quien afirmó que la afluencia fue un poco mayor —entre unas 7.000 y 8.000 personas—, aunque lo cierto es que salió a la calle mucha menos gente que el año pasado.

En opinión del experto, se ha notado un claro descenso de las protestas, lo que guarda relación directa con algunas circunstancias. “Para empezar, hay un cansancio acumulado porque la gente participa en las acciones, manifiesta sus demandas, pero estas no obtienen respuesta. El desencanto y el cansancio son una reacción natural”, explica el experto. “En segundo lugar, la oposición se ha dividido. Por ejemplo, a la manifestación de ayer apenas acudieron miembros de los grupos de la izquierda, aunque estos siempre han constituido una parte considerable en este tipo de acontecimientos. Los nacionalistas tampoco estuvieron”.

La socióloga y experta en el estudio de las élites, Olga Krishtanóvskaya, no solo menciona el retroceso, sino también los cambios estructurales que experimenta el movimiento de protesta. “Últimamente el movimiento de protesta está disminuyendo y envejeciendo. Antes, la media de edad de los participantes era de 35 años, ahora es de 40. El pronunciamiento político ya no es ninguna novedad. Aunque ha aumentado la frecuencia con que se celebran este tipo de eventos, el número de asistentes ha disminuido. Entre los que se han quedado se ha formado un núcleo radical bastante peligroso. Se trata de un grupo de jóvenes que pretende actuar por medio de la violencia e incluso del extremismo. La gente pacífica ha dejado las calles”.

De acuerdo con las estimaciones del director del Instituto Internacional de Estudios Políticos, Evgueni Mínchenko, en este momento hay cerca de 100.000 personas dispuestas a salir a la calle, aunque para ello necesitan una razón de peso. “Hipotéticamente, las elecciones a la alcaldía de Moscú podrían haber sido esa razón, pero estas se desarrollaron de tal forma que fue difícil emprender acciones de protesta. Además, para Alexéi Navalni era importante demostrar que no solo es capaz de enviar a la gente a la calle, sino también de sacarla de allí”, explica el politólogo.

Krishtanóvskaya está de acuerdo con él. En su opinión, los presos políticos no son la razón de más peso. Apunta que ahora, en las redes sociales, hay un buen número de jóvenes de inclinación radical, los cuales creen que los rusos solo pueden unirse bajo consignas extremistas y llaman a la acción fuera del marco de la ley.

Iliá Konstantínov también habla del cambio de formato del movimiento de protesta, aunque no se pronuncia sobre el tipo de cambio que prevé. “Las cuestiones que se plantearon en invierno de 2011-2012 siguen sin tener respuesta. Por este motivo, las protestas seguramente continuarán, pero lo más probable es que lo hagan bajo otras consignas y con otros líderes. La sociedad sigue demandando el desarrollo de las instituciones democráticas, mientras el partido gobernante no ofrece una respuesta adecuada”, concluye el experto. 

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