Hamza se convirtió en refugiado de manera totalmente inesperada. Tiene 30 años. Nació en Damasco, la capital siria, y su padre trabajó en varias universidades de Oriente Próximo como profesor de historia del islam. Tras jubilarse, abrió una tienda de comestibles que les daba bastantes beneficios. Hamza es legalmente sirio, pero de etnia bzhedug. En el norte del Cáucaso ruso aún viven miembros de esta comunidad.
Hace siete generaciones, la familia de Hamza huyó de la guerra en el Cáucaso, pero siempre soñaron con volver a su tierra. “Decidí cumplir el sueño de nuestra familia y regresar a nuestra patria. Cuando llegué a la república de Kabardino-Balkaria, la guerra aún no había estallado en Siria”, comenta.
Hamza habla en cabardiano, mezclado con árabe e inglés. Nos traduce una familia de Nalchik para la que trabaja Hamza. “Cuando llegué aquí necesitaba ganar dinero de alguna forma. Antes no trabajaba, solo hacía cosas que me interesaban, pero aquí ya he trabajado como albañil, fabricante de muebles y también como electricista”, cuenta.
A causa de la guerra, la familia de Hamza ha perdido su casa y su tienda. Sus padres y su hermana también han emigrado a Kabardino-Balkaria. “Los bombardeos empezaron cuando yo ya estaba aquí, así que mi familia decidió venir también. En general, los sirios nos solemos ayudar mutuamente. También nos ayuda la Organización Mundial Adigué. Nos han dado 500.000 rublos (7.500 dólares) para comprar una casa, una transferencia directa a la tarjeta de crédito, pero aún no la hemos elegido”, cuenta el joven.
Vivienda y trabajo
"El dinero para estas casas se ha recaudado por todo el mundo", cuenta Mohamed Hafitse, director de la organización pública cabardiana 'Adigue Hase'. De hecho, el dinero no es solo para los sirios que llegan a Rusia, sino también para ayudar a los cherquesos de todo el mundo. “Nos ayudan tanto particulares como la administración de la república”, explica Hafitse.
El jefe de la organización nacional dice que lleva 50 años trabajando con los cherquesos que regresan de todo el mundo. Según él, hasta el año 2012 —cuando empezó el conflicto sirio— llegaron a la región más de 3.000 personas y desde entonces más de 1.600.
No son cifras muy elevadas en comparación con el número de refugiados ucranianos, pero a cada uno de los recién llegados se les busca un trabajo y se les da una vivienda. “Estas personas pasan a formar parte de nuestra sociedad, que por lo general es bastante cerrada, lo que puede resultar difícil para ellos. Ha venido gente de todas las regiones de Siria; muchas personas ya tienen la nacionalidad y en algunos pueblos hay incluso calles enteras en las que se ha asentado”, explica.
Ahora han entrado en vigor las enmiendas a la ley de ciudadanía que obligan a tener un buen nivel de ruso a quienes soliciten la nacionalidad, aunque el experto está convencido de que la situación se podrá adaptar a las características de la república.
“Hemos solicitado al Consejo de la Federación que la lengua cherquesa se reconozca al mismo nivel que el ruso. En nuestra república hay tres idiomas reconocidos: el cabardiano, al bálkaro y el ruso”, señala.
Hamza dice que la mayoría de sus compatriotas quieren quedarse en Rusia, pero también los hay que desean volver a su país cuando la situación se normalice. Sin embargo, los que ya se han instalado continúan trayendo a sus parientes al Cáucaso.
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