Dibujado por Niyaz Karim
En su intervención pública del 19 de junio junto a la Puerta de Brandemburgo, en Berlín, Barack Obama no podía ignorar el hecho de que, hace justo 50 años, otro presidente norteamericano –John F. Kennedy– pronunció su famoso discurso ‘Ich bin ein Berliner’.
Obama mencionó también aquel fragmento de la disertación de Kennedy en el que este predijo el advenimiento de un mundo de paz y justicia en el que triunfaría la libertad y desaparecerían las líneas divisorias de la Guerra Fría.
En particular, según el presidente de EE UU, el fin de la proliferación de las armas nucleares debería formar parte de este mundo de paz y justicia, así como la reducción del papel que desempeña el armamento nuclear en la doctrina nuclear de los EE UU.
Aludió también a la disminución de la cantidad de armamento nuclear estratégico desplegado por Rusia y los EE UU a una tercera parte, a la reducción de los arsenales nucleares no estratégicos de estos dos países, a la prevención contra la aparición de armas nucleares en Irán y al desarme nuclear de Corea del Norte, y a la pronta ratificación por parte de los Estados Unidos del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (TPCEN).
El actual presidente de los Estados Unidos ya hizo un llamamiento similar al desarme nuclear en mayo de 2009 en Praga. La principal contribución de aquel discurso de Obama fue la reanudación de las negociaciones sobre el desarme nuclear, que dieron lugar a la elaboración en 2010 de un nuevo Tratado de Reducción de Armas Estratégicas(START, por sus siglas en inglés). No obstante, muchas de las otras 'teorías de Praga' planteadas por Obama y relacionadas con el desarme nuclear aún no se han cumplido.
Por ejemplo, los Estados Unidos siguen sin ratificar el tratado TPCEN, lo cual impide su entrada en vigor. Tampoco se han iniciado aún las negociaciones en torno al Tratado para la Prohibición de Material Fisible, propuesto por Obama en 2009.
Corea del Norte ha llevado a cabo otros dos ensayos nucleares, y las sospechas sobre el programa nuclear de Irán se han intensificado. Además, el nuevo Tratado de Reducción de Armas Estratégicas, a pesar de todas sus ventajas, ha demostrado que ni Rusia ni EE UU están preparados para reducir sus arsenales en la próxima década por debajo del nivel indicado en el Tratado de Reducción de Ofensivas Estratégicas de 2002 (SORT, por sus siglas en inglés).
El mismo día de la intervención de Obama en Berlín, las autoridades rusas anunciaron que las propuestas de este no son factibles en este momento.
“No podemos permitirnos desequilibrar el sistema de disuasión estratégica y reducir la eficacia de nuestras fuerzas nucleares”, comentó el presidente de Rusia, Vladímir Putin, en una reunión sobre la seguridad estatal. Al mismo tiempo, el viceministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Riabkov, ha anunciado que Rusia no puede “negociar indefinidamente la reducción y la limitación del armamento nuclear solo con los EE UU” y que “cada vez se hace más urgente la aplicación de un carácter multilateral al proceso de desarme”.
El carácter multilateral de cualquier acuerdo futuro sobre el desarme nuclear no es la única condición de Rusia para entrar en la senda de la reducción del arsenal nuclear.
Desde 2009, las autoridades rusas han notificado estas condiciones en varias ocasiones. Para empezar, Rusia y EE UU. deben cumplir sus obligaciones en virtud del nuevo Tratado de Reducción de Armas Estratégicas, el cual establece un plazo hasta el año 2018.
En segundo lugar, la reducción de arsenal nuclear no estratégico, sobre cuya necesidad habló Obama en Berlín, solo será posible cuando los EE UU retiren su armamento nuclear no estratégico del territorio europeo.
En tercer lugar, las futuras reducciones de armamento nuclear se tendrán que realizar en el marco de unas medidas destinadas a evitar el despliegue de armamento en el espacio, a limitar el desarrollo de armamento estratégico no nuclear y a limitar el desarrollo de un sistema global de defensa antimisiles de los EE UU.
En realidad, la respuesta de Rusia a las propuestas de Obama ya había sido planteada antes de Berlín y se podría resumir de la siguiente manera: Rusia no reducirá sus fuerzas nucleares estratégicas hasta 2018, y las no estratégicas se reducirán en función de la presencia de armamento no estratégico estadounidense en territorio europeo.
A partir 2018 sí será posible comenzar con la reducción de armamento, siempre que se solucione el problema de la defensa antimisiles, que se limite el desarrollo de armamento espacial y estratégico no nuclear y que se unan otras potencias al proceso de desarme.
No es posible que Obama desconociera estas condiciones al presentar su discurso sobre el desarme en Berlín. ¿Cuál es entonces el propósito de su iniciativa? Las medidas prácticas en el campo del control del armamento nuclear y la propia retórica del desarme siguen siendo su caballo de batalla en el ámbito de la política exterior. Además, Obama se ha posicionado en Berlín como ideólogo y constructor del ‘mundo de paz y justicia’ pronosticado por Kennedy.
Y alcanzar un 'mundo de paz y justicia', en palabras de Obama, “significa avanzar hacia un mundo seguro, libre de armas nucleares, independientemente de lo lejos esté este sueño”.
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Habiendo reconocido en Praga que lograr un mundo libre de armas nucleares no es una tarea sencilla y que incluso es posible que no se consiga a lo largo su propia vida, Obama, como buen idealista, espera realmente que dentro de 50 años otro presidente estadounidense, ya en el umbral de un mundo sin armas nucleares, recuerde el discurso en Berlín del presidente actual.
Sin embargo, tal como expresó Kennedy en una ocasión, para intervenir con una iniciativa en una esfera tan compleja como es el desarme, es necesario ser un “idealista sin ilusiones”.
A juzgar por las declaraciones formuladas por las autoridades rusas en respuesta a las propuestas de Obama, el “mundo de paz y justicia” y el “mundo libre de armas nucleares” de los que habla, de momento, no dejan de ser un ideal alejado de los intereses generales reales y de las posibilidades de sus futuros habitantes.
Alexánder Kolbin, coordinador del programa ‘Rusia y la no proliferación de armas nucleares’, investigador del Centro de Investigaciones Políticas de Rusia (PIR, por sus siglas en ruso).
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