Rusia renuncia a Cumbre Nuclear de Washington pese a cumplir con deberes

 Rusia no acude a la IV Cumbre sobre Seguridad Nuclear que se celebra jueves y viernes en Washington pese a cumplir con los deberes en su compromiso de reconvertir 34 toneladas de plutonio militar en combustible nuclear de uso pacífico, confirmó hoy el Kremlin.

 

"Entendemos que los asuntos que tienen que ver con la seguridad nuclear exigen tener en cuenta los intereses de todas las partes. Hemos sentido falta de cooperación a la hora de elaborar la agenda de la cumbre. Por eso Rusia no acudirá" a la cita, explicó el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov.

 

La renuncia de Moscú se produce pese a sus relevantes éxitos en el ámbito de la no proliferación nuclear, incluida la reciente puesta en marcha de dos proyectos clave para cumplir con su compromiso de reconvertir 34 toneladas de plutonio militar en combustible nuclear de uso pacífico.

 

Quince años después de los acuerdos alcanzados en 2000 entre Moscú y Washington para deshacerse de un material desarrollado exclusivamente para las armas nucleares, Rusia puso en marcha una planta para fabricar el combustible MOX, una mezcla de óxido de uranio y óxido de plutonio.

 

Los expertos rusos consideran que se trata de un combustible para el futuro, porque permite incorporar el plutonio, extraído del combustible usado y otros deshechos radiactivos en un nuevo ciclo de producción de energía.

 

Al mismo tiempo, a finales de 2015 la central nuclear de Beloyarsk (Urales) estrenó un nuevo reactor de neutrones rápidos, BN-800, que funciona con el combustible MOX.

 

De esta manera Rusia consiguió cerrar el ciclo de reconversión y reciclaje del plutonio militar.

 

En vísperas de la cumbre de Washington algunos observadores y expertos dentro y fuera de Rusia expresan el temor de que Estados Unidos pueda no cumplir, o al menos a tiempo, su parte del trato, ahora que Rusia se ha dotado de la tecnología necesaria para "quemar" su plutonio de modo que jamás podrá volver a utilizarse con fines militares.

 

Según Atominfó, publicación especializada en información sobre energía nuclear, EEUU podría abandonar sus proyectos de reconversión del plutonio en combustible MOX y apostar por la conservación de este material tras su disolución con otros elementos, lo cual, según los estadounidenses, permitirá excluir su uso militar.

 

"El principal problema de la disolución y conservación es que no garantiza su total inutilización para uso armamentístico. Cualquier material mezclado con otro puede ser reconstruido hasta su estado inicial", señala el prestigioso medio.

 

Moscú también avanzó en el cumplimiento de otro acuerdo firmado con Estados Unidos en 2004 para el retorno a Rusia del uranio altamente enriquecido empleado en 26 reactores de investigación construidos por la Unión Soviética en 19 países.

 

A lo largo de decenios anteriores las potencias nucleares crearon fuera de sus fronteras decenas de reactores similares, que además de investigaciones científicas permitían producir isotopos para la medicina, la agricultura y otros sectores.

 

Al mismo tiempo los reactores utilizan uranio altamente enriquecido, lo cual en países de inestabilidad política y baja infraestructura aumenta los riesgos para el régimen de no proliferación y el peligro de creación de la "bomba sucia".

 

En 2004, Los presidentes de Rusia y EEUU crearon el programa RRRFR (Russian Research Reactor Fuel Return) por el que Moscú se comprometió a retornar a su territorio el combustible de 14 de los 18 países donde había construido sus reactores de uranio altamente enriquecido.

 

De los cuatro restantes, solo Corea del Norte se negó a cooperar.

 

Doce años más tarde, la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA) constató que, tal y como estaba previsto, 10 de los 14 países implicados en el programa han quedado libre de uranio altamente enriquecido.

 

Rusia organizó en este tiempo 61 operaciones de transporte del uranio y ha retornado a su territorio casi 2.160 kilogramos de materiales altamente radiactivos, cantidad que sería suficiente para fabricar más de 80 bombas nucleares.

 

En septiembre de 2015 se realizó una operación sin precedentes para sacar de Uzbekistán a Rusia uranio en estado líquido.

 

En diciembre, Georgia envió a Rusia la última partida de combustible.

 

Por la mismas fechas, en el marco de acuerdo internacional sobre el programa nuclear iraní, Teherán devolvió a Rusia "más de 8,5 toneladas de material compuesto por uranio", en palabras del viceministro ruso de Exteriores, Serguéi Riabkov.  

 

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