Rusia ultima plan anticrisis lastrado por problemas de financiación

Rusia ultimó hoy un plan anticrisis de casi 10.000 millones de euros para contrarrestar la caída de los precios del petróleo, que nace lastrado por la falta de dinero en las arcas del Estado.

"Vamos a ser extremadamente cuidadosos en el gasto, porque el dinero podría no alcanzar para todos los sectores", declaró el primer ministro ruso, Dmitri Medvédev, al abrir una reunión del Gobierno para debatir dicho plan.

El programa está encaminado a promover el crecimiento en diversos sectores de la economía que no está vinculados con las materias primas (300 millones de euros) y ayudar a las regiones, cuyas deudas superan ya el billón de rublos o más de 20.000 millones de euros.

Además, tiene una segunda vertiente, las medidas sociales de apoyo a las familias más desfavorecidas y de promoción de empleo, que son cruciales para la suerte del partido del Kremlin, Rusia Unida, que afronta en septiembre elecciones legislativas.

Medvédev aseguró que atenderá las recomendaciones de los diversos ministerios, de la banca y de los dirigentes regionales, pero algunos expertos ya han adelantado que el plan es del todo insuficiente.

El plan puede suavizar el impacto de la caída de los ingresos por la exportación de petróleo y gas, pero no revertir la tendencia a la baja de la economía, que se contraerá de nuevo este año en torno al 1 % tras retroceder un 3,7 % en 2015, opinan.

Faltan reformas estructurales que allanen el camino a la adopción de un nuevo modelo productivo y un recorte en los gastos de defensa, ya que el programa de rearme hasta 2020 aprobado por el Kremlin hipoteca cualquier programa de ajuste o crecimiento económico.

El borrador del plan, adelantado ayer por la agencia oficial TASS, cifra en 827.700 millones de rublos (casi 10.000 millones de euros) los recursos que se asignarán para apoyar la debilitada economía del país, en recesión desde finales de 2014.

Más de la mitad de ese dinero proviene del presupuesto federal, mientras el resto procede del Fondo Anticrisis y del Fondo Nacional de Bienestar.

Aunque aún tiene que ser aprobado por el Gobierno y el presidente, Vladímir Putin, el plan asigna 150 millones de euros para estimular las exportaciones de productos de alta tecnología, y más de 20 millones a impulsar las ventas al exterior de maquinaria agrícola y de transporte.

El sector del automóvil, donde las ventas cayeron más de un tercio en 2015, recibirá 1.000 millones de euros del presupuesto federal y más de 500 millones del Fondo Anticrisis con el fin de estimular la demanda y el empleo.

El plan contempla otros 500 millones para apoyar las pequeñas y medianas empresas ya existentes y más de 100 millones para promover la creación de nuevas pymes.

Medvédev, quien ha reconocido que los ingresos por la exportación de hidrocarburos han caído hasta el 45 % del total, también estudiará la introducción de medidas impositivas para estimular la apertura de nuevos yacimientos de petróleo.

Entre las medidas sociales, destaca la concesión de subsidios mensuales a las familias más desfavorecidas y un programa que garantiza la gratuidad de las medicinas; pero aplaza una segunda indexación de las pensiones, que han caído por debajo de la inflación.

En principio, el programa de privatizaciones anunciado recientemente por Putin debería servir para financiar los restantes 1.500 millones de euros del plan anticrisis y, además, supondría una desviación del capitalismo de Estado que impera en este país.

De hecho, los expertos consideran que la privatización se ha convertido en el nudo gordiano de la lucha contra la recesión, ya que, si tiene éxito, el Gobierno ruso tendría más fondos y las manos más libres para estimular el crecimiento y reformar.

Putin invitó públicamente a las compañías extranjeras a participar en la privatización de sus principales activos, aunque el paquete de control de esas corporaciones estratégicas debe permanecer siempre en manos del Estado ruso.

El ministro de Finanzas, Antón Siluánov, representante del ala liberal del Gobierno, propuso empezar por la estatal Rosneft, la mayor petrolera del país y, según los analistas, la más ineficaz.

Sólo la privatización del 19,5 % de Rosneft podría permitir al Estado ruso embolsarse unos 6.000 millones de dólares.

El problema es que la caída de los precios del crudo ha provocado también un dramático descenso de la capitalización de los principales activos energéticos rusos, como la gasística Gazprom (40.000 millones de dólares) o Rosneft (36.000 millones).

Otros candidatos a la privatización en la primera fase del programa son Vneshtorgbank, la petrolera Bashneft, Helicópteros de Rusia, ALROSA -el mayor productor de diamantes del mundo- y Ferrocarriles de Rusia, que controla una de las mayores líneas férreas del planeta.

Según los expertos, los rusos comenzarán a sentir con especial virulencia el impacto de la recesión en los próximos meses, coincidiendo con la primera caída de los ingresos reales de la población desde que Putin llegara al poder en el año 2000.

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