Rusia provoca la ira de Japón con visita de Medvédev a las islas Kuriles

 Rusia volvió a provocar hoy la ira de Japón con una nueva visita de su primer ministro, Dmitri Medvédev, a las disputadas islas Kuriles, cuya soberanía reclama Tokio.

En su tercera visita a esa zona rica en pesca, minerales e hidrocarburos, Medvédev viajó a Iturup, la isla más grande del inhóspito archipiélago para inspeccionar sus infraestructuras.

Medvédev ordenó al gobernador de la región de Sajalín, a la que pertenecen administrativamente las cuatro islas bajo control ruso, la adquisición de equipos para garantizar el funcionamiento del aeropuerto de Iturup durante todo el año, según medios locales.

También supervisó la fábrica de pescado de la capital del archipiélago, Kurilsk, y alabó el estado de las carreteras y el moderno puerto construido en los últimos años y que cuenta con siete puntos de atraque con capacidad para 75.000 toneladas de carga.

El primer ministro ruso hizo coincidir la controvertida visita con el Día de la Bandera en Rusia y aprovechó la ocasión para participar junto a un grupo de jóvenes en la ceremonia de izado de la enseña nacional a orillas del mar de Ojotsk.

De esta forma, Medvédev quiso dejar bien claro que Rusia no tiene intención de renunciar de momento a la soberanía sobre los Territorios del Norte, como se conocen en Japón, ya que limitan con la isla de Hokkaido.

Además, dejó entrever la posibilidad de convertir el archipiélago habitado por menos de 20.000 personas en una zona económica especial, en la que podrían invertir los países de la zona, incluido Japón.

"Aquí rige el siguiente principio: el que venga primero, partirá con ventaja. Estaría bien que fueran nuestros vecinos japoneses, pero si son nuestros amigos chinos y coreanos, tampoco estaría mal", dijo.

Por el momento, Japón se ha negado a invertir en el territorio hasta solucionar el contencioso territorial que impide la normalización de las relaciones bilaterales.

A mediados de agosto el Gobierno ruso aprobó un programa de desarrollo del archipiélago (2016-2025), cuyo objetivo es revertir el éxodo de la población del territorio desde la caída de la URSS (1991) debido a las difíciles condiciones de vida.

Medvédev se convirtió en 2010 en el primer dirigente ruso en poner su pie en el archipiélago, algo que nunca ha hecho el presidente Vladímir Putin, viaje que repitió dos años después ya como jefe del Gobierno.

Como era de esperar, la Cancillería japonesa expresó hoy su enérgica protesta al embajador ruso en Tokio, Yevgueni Afanásiev, según informó la prensa nipona.

La visita ha sentado tan mal en Tokio, que recuerda estos días su capitulación al final de la II Guerra Mundial, que el Gobierno podría posponer la visita prevista a Rusia del ministro de Exteriores, Fumio Kishida.

En vísperas del viaje, Japón conminó a Medvédev a cambiar de planes, pero la Cancillería rusa ignoró esas demandas y acusó a Tokio de tergiversar el resultado de la contienda mundial, en la que el imperio del sol naciente fue uno de los principales derrotados.

Japón considera que las visitas de altos funcionarios rusos al territorio son un obstáculo en el diálogo político entre ambas potencias, que tienen pendiente un tratado de paz desde la guerra.

En respuesta, Rusia ha replicado siempre que, ya que las Kuriles son territorio ruso, los dirigentes del país pueden visitar las islas cuando lo consideren oportuno.

Ambos países reanudaron en abril de 2013 las negociaciones para la firma de un tratado de paz, que debe sustituir al armisticio suscrito tras el fin de la II Guerra Mundial.

Moscú siempre ha abogado por firmar el pendiente tratado de paz antes de abordar el contencioso territorial de las Kuriles, bajo control soviético y luego ruso desde el 2 de febrero de 1946.

Mientras, Japón considera que las Kuriles del sur (Kunashiri, Etorofu, Shikotan y Habomai para los japoneses) "son parte ancestral e inalienable de su territorio" y vincula la solución de este problema a la firma del tratado de paz.

En 1993 el presidente ruso, Borís Yeltsin, y el primer ministro nipón, Morihiro Hosakawa, firmaron la Declaración de Tokio, que dejaba abierta la posibilidad de negociar la soberanía de las islas.

Mientras, el presidente Vladímir Putin ha calificado de "incuestionable" la soberanía rusa sobre esas islas, aunque también se ha mostrado "dispuesto" a alcanzar "una solución negociada que satisfaga a los pueblos y gobiernos de ambos países".

De hecho, según la prensa, Putin llegó a ofrecer a Japón dos de las cuatro islas Kuriles del Sur, las más pequeñas (Habomai y Shikotan), si renunciaba a su reclamación territorial sobre el resto del archipiélago.  

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