Un documental intenta desmitificar el papel
de la URSS en la Guerra Civil española, en la que Stalin no dudó en
acudir en ayuda de la República, que la pagó a precio de oro, pero
utilizó la península como teatro de operaciones para sus planes
geopolíticos.
"He intentado mostrar el papel destructivo de la
Unión Soviética en la Guerra Civil española. ¿Quién liquidó al POUM?
¿Quién eliminó a los anarquistas? ¿Quién derrocó a Largo Caballero? Por
supuesto que la URSS", aseguró a Efe el ruso Iliá Ivánov, guionista del
documental.
La cinta, que se propone desentrañar todos los
mitos que rodean la participación de la URSS en la contienda española,
parece estar más dirigida al público ruso, donde pocos conocen que la
solidaridad estalinista tuvo un precio.
Tras el advenimiento
de la República en 1931 -proceso que Ivánov califica de "revolución"
instigada por el Kremlin-, en la creación del Frente Popular (1936), las
luchas intestinas entre comunistas y socialistas, y la matanza de
Paracuellos, estuvo siempre la mano negra de Moscú, apunta.
Incluye una entrevista con el histórico líder comunista español,
Santiago Carrillo, quien murió pocos meses después a los 97 años (2012) y
que rechaza el argumento de que los republicanos fueran simples
marionetas en manos de Stalin.
Carrillo es el hilo conductor
del documental desde que asistiera en la Puerta del Sol al nacimiento de
la República, participara en el levantamiento de 1934 o viajara a Moscú
(1935), donde el socialista se reconvirtió en comunista.
"En
el movimiento obrero surge el temor de que aquí pase lo que pasó en
Alemania o Italia. Es decir, que el Fascismo llegue al poder por la vía
parlamentaria", reconoce.
Pero el levantamiento fracasa y,
tras ser liberado, Carrillo viaja a Moscú, de donde volvió convencido
"de que la experiencia soviética iba a servir para revolucionar el
mundo".
Entonces, estalla la Guerra Civil y ante la clara
superioridad del Ejército de Franco, que es ayudado por Alemania e
Italia, el Gobierno de Francisco Largo Caballero -el "Lenin español"-
decide pedir ayuda a Moscú.
"URSS-España: la huella soviética"
recuerda que España contaba con la tercera reserva más grande de oro
del mundo (700 toneladas), que la República presentó como depósito para
la compra de armas soviéticas, a lo que Stalin accedió en septiembre de
1936.
El 14 de octubre de ese año llega a Cartagena (este) el
primero de los tres buques soviéticos con tanques y personal, cuyas
bodegas serán llenadas con varios cientos de toneladas de lingotes de
oro, y regresarán al puerto de Odessa (mar Negro) el 6 de noviembre.
La operación -"un gran negocio para la URSS, ya que vendió las armas a
España a precio de mercado", según Ivánov- fue presuntamente gestionada
por el director de la red madrileña del NKVD (Comisariado Popular de
Asuntos Internos de la URSS), Alexandr Orlov, quien, según el
documental, respondía directamente ante Stalin.
En cambio,
según el historiador español residente en Moscú Antonio Fernández Ortiz,
es injusto hablar de que la URSS se aprovechó de la República, ya que
ésta acudió primero a democracias como Inglaterra o Francia, que se
negaron a suministrarle armas.
De hecho, los aviones
soviéticos frenaron las acometidas de la Legión Cóndor alemana y, junto a
la llegada en noviembre de las brigadas internacionales, impiden que
las tropas nacionales tomen Madrid ya en 1936.
La mano negra
soviética también está detrás de la controvertida ejecución de varios
miles de presos franquistas en noviembre y diciembre de ese año en
Paracuellos del Jarama, según el documental, que fue presentado en el
Instituto Cervantes de la capital rusa.
De acuerdo con el
historiador Ángel Viñas, alguien del NKVD animó al líder comunista Pedro
Checa a liquidar a los presos, aduciendo que podrían convertirse en una
futura quinta columna, aunque no exculpa a Carrillo, entonces consejero
de seguridad de la capital.
No obstante, Carrillo, sin aludir
directamente a Paracuellos, aseguró que "para reprimir a la derecha no
hacía falta que (...) ningún ciudadano soviético dijera a los españoles
que había que matar a la gente de derechas".
El documental
también concede a Moscú gran parte del mérito de la caída de Largo
Caballero y de la represión de miles de anarquistas y trostkistas, que
consideraban a Stalin un usurpador.
No obstante, Carrillo
recuerda que Largo Caballero fue apartado del poder porque no tenía "ni
la menor idea de la estrategia militar" y, "como ministro de defensa,
fue un fracaso".
En 1937 Stalin decide reducir los suministros
de armas con destino a España en favor de los comunistas chinos que
combaten a los japoneses en Manchuria y no los aumentará hasta finales
de 1938, cuando ya era demasiado tarde.
"En casi todas las
versiones de ese período hay un afán tremendo de poner a la Rusia
soviética en el papel de un poder que tiene agentes. Y no es verdad. Ni
agentes ni nada. Éramos comunistas. Admirábamos a la revolución rusa.
Hubiéramos dado la vida por la revolución rusa", sentencia Carrillo con
su inseparable cigarrillo en la mano.
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