Rusia se vuelca hacia el espacio
postsoviético con la creación de la Unión Eurasiática (con Kazajistán y
Bielorrusia) en medio de las graves tensiones por la crisis ucraniana,
que han puesto las relaciones entre Moscú y Occidente en su peor momento
en varios decenios.
La creación de la Unión Eurasiática, un
ambicioso proyecto de integración económica que entrará en vigor el 1 de
enero de 2015, "es en estos momentos de vital importancia para Rusia",
declaró a Efe el politólogo y director de la revista "Rusia en los
asuntos globales", Fiódor Lukiánov.
"Rusia tiene que mostrar
que la inestabilidad que ha estallado en torno a Crimea y Ucrania no
afecta a sus esfuerzos en favor de integración, que el desarrollo
continúa y que los proyectos se profundizan", agregó.
Tras la
firma el 29 de mayo pasado en Astaná del acuerdo de creación de la Unión
Económica Eurasiática, el presidente ruso, Vladímir Putin, destacó que
se trata de "un potente y atractivo polo de desarrollo económico, un
gran mercado regional que reúne a más de 170 millones de personas".
"Nuestra unión posee ingentes reservas de recursos naturales, entre
ellos energéticos: una quinta parte de las reservas mundiales de gas y
un 15 por ciento del petróleo", dijo entonces el jefe del Kremlin, que
hizo hincapié en los aspectos económicos de la Unión.
Durante
los dos años y medio que duraron las negociaciones tripartitas para la
elaboración del acuerdo, Moscú intentó incorporar elementos políticos en
el proyecto, pero sus esfuerzos resultaron infructuosos.
"Los
socios de Rusia, Kazajistán y Bielorrusia, claramente no quieren
convertir esta organización en algo más politizado, no están interesados
en el componente político", declaró Lukiánov.
De ahí que sea
más que improbable que los procesos en el espacio postsoviético puedan
desembocar en un modelo de integración similar al de la Unión Europa,
con estructuras supranacionales.
Y es que pesan mucho los
recelos de que Rusia pueda intentar a través de los mecanismos
económicos restablecer su dominio político en las antiguas repúblicas
soviéticas.
Putin ha declarado de manera reiterada que la
Unión Eurasiática será una entidad de integración puramente económica y
que no persigue recrear la extinta Unión Soviética.
Sin
embargo, el concepto de "mundo ruso" puesto en boga recientemente por el
jefe del Kremlin, la anexión de Crimea, así como algunas declaraciones
de nacionalistas rusos no ayudan a despejar los temores de los socios de
Rusia.
El líder del Partido Liberal Democrático de Rusia y
vicepresidente de la Duma, (Cámara de Diputados), Vladímir Yirinovski,
llegó a decir antes de que se firmara el acuerdo de la Unión Eurasiática
que había que privar de su soberanía a algunas antiguas repúblicas
soviéticas, entre ellas a Kazajistán.
En cuanto a los beneficios económicos que brindará la Unión Eurasiática a sus miembros también persisten interrogantes.
"En un primer momento, el único país que gana con la integración es
Bielorrusia, pues hay sectores de su economía que se beneficiarán con la
Unión Eurasiática", dijo Lukiánov, que también preside la ONG Consejo
de Política Exterior y Defensa de Rusia.
Los círculos
empresariales de Kazajistán están descontentos con la creación de la
Unión Eurasiática porque "cambian las condiciones y no ven ninguna
ventaja", señaló el experto.
Agregó que en Rusia la nueva
entidad de integración económica tampoco dará efectos inmediatos, aunque
existe la convicción de que los pluses llegarán más tarde.
"Esto muestra que la motivación económica no sea muy clara. El impulso
proviene de los líderes. Mientras sigan ellos, no habrá cambios en el
proyecto. Pero si alguno de ellos falta, pueden surgir preguntas sobre
la conveniencia de la Unión Eurasiática", opinó.
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