Arturo Escarda
Moscú, 12 ene
(EFE).- Muchos rusos celebran mañana la Nochevieja según el calendario
juliano, que regía en Rusia hasta la revolución bolchevique, para
rematar casi dos semanas de festivos con los que la inmensa mayoría de
los habitantes de este país entra en el Año Nuevo.
La reciente
tradición de paralizar toda Rusia por diez y más días para volcarse con
las fiestas más queridas por todos los rusos se estableció a partir del
Año Nuevo de 2005.
Desde entonces, las vacaciones de Año
Nuevo se unen con la Navidad Ortodoxa que se celebra el 7 de enero, toda
vez la Iglesia Ortodoxa Rusa se guía por el calendario juliano, que se
diferencia del gregoriano, usado en casi todo el mundo, por un retraso
de 13 días.
Precisamente es el llamado "Viejo Año Nuevo", que
recae en el 14 de enero, el que marca realmente el fin del que debe
estar con toda seguridad entre los puentes más largos de todo el mundo.
Aunque este 2014 ha arrancado oficialmente con un calendario festivo
navideño más corto del habitual -de apenas 8 días en lugar de los 10 y
hasta 11 de otros años- en la práctica todo el país permanece paralizado
casi dos semanas después del Año Nuevo a pesar de que ya el jueves
muchos rusos volvieron al trabajo.
Incluso los informativos de
los principales canales de televisión demuestran con su corta duración
de poco más de 20 minutos repletos de reportajes de interés humano que
las vacaciones no habrán terminado al menos hasta el lunes.
Con el presidente ruso, Vladímir Putin, Gobierno y parlamentarios aún
ilocalizables para la prensa, la vida política sigue parada en Rusia.
Durante las vacaciones, también pararon las fábricas, cerraron las
oficinas, mientras que hospitales y centros médicos funcionaron en
régimen de guardia, al igual que los demás servicios básicos.
Aunque de hecho las vacaciones de Año Nuevo se limitan en principio a
los primeros cinco días del primer mes del año, gracias a la también
festiva Navidad Ortodoxa y a la norma legal que traslada al próximo día
hábil las fiestas que caen en sábado o domingo, los rusos gozan todos
los años de un "megapuente".
Algunos partidos de la oposición
insisten en derogar estas fiestas, que tachan de perjudiciales tanto
para la economía como para la salud de los ciudadanos.
El
hasta hace poco jefe sanitario ruso, Guennadi Oníshenko, preocupado por
las elevadas cantidades de alcohol que consumen muchos rusos en estas
fechas, llegó a calificar de "diez días de horror" las prolongadas
vacaciones navideñas.
A finales de 2012, los comunistas
argumentaron en la Duma (camara baja del Parlamento) que el "megapuente"
se traduce en más asesinatos y crímenes, y pusieron en duda el apoyo
popular a la nueva tradición.
Si bien es cierto que el número
de incendios fatales, accidentes de tráfico e intoxicaciones etílicas
crecen de manera exponencial durante los primeros días del año, el
Ministerio de Situaciones de Emergencias ruso reportó hace tres días que
entre el 1 y 8 de enero pasados han muerto la mitad de personas que
durante el puente de 2013.
Aún así, miles de personas han
perdido la vida en incendios y accidentes durante la primera semana de
enero, según se desprende de los datos oficiales.
Mientras son
muchos los rusos que pasan las vacaciones navideñas en cálidas playas
de Egipto o Tailandia, los psicólogos advierten que no todo el mundo
tiene la capacidad -sobre todo financiera- de disfrutar como se supone
que debieran de al menos diez días de descanso.
"Para muchos,
unos festivos tan largos se convierten en una especia de vacaciones
obligadas. Por esta razón, se perciben de forma negativa. (...) Esto,
obviamente, no mejora el estado de ánimo y no son pocos los que ven en
estas fechas una lenta y aburrida manera de pasar los días delante del
televisor", explica la psicóloga Karina Matvéyeva. EFE
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