El presidente de Rusia, Vladímir Putin,
visitó hoy acompañado de varios ministros las regiones afectadas por las
históricas crecidas de los ríos en el extremo oriente ruso, donde más
de 100.000 personas y más de un millón de kilómetros cuadrados sufren
las consecuencias de las inundaciones.
La visita a las zonas
de la catástrofe natural -sin víctimas humanas pero sí con miles de
viviendas y cientos de pueblos inundados; miles de personas
hospitalizadas, sobre todo por estrés, y cientos de millones de dólares
en daños materiales- acabó con un duro rapapolvo para muchos cargos
públicos y la destitución de un ministro.
En una reunión
extraordinaria con varios ministros celebrada en Vladivostok, la ciudad
más importante de esta zona de Rusia, Putin anunció que el ministro para
el Desarrollo del Extremo Oriente, Víctor Isháev, dejará todos sus
cargos.
Aunque el presidente ruso aseguró a renglón seguido
que la destitución no está relacionada con las catastróficas
consecuencias que han dejado las lluvias y las crecidas de los ríos, sin
precedentes, la salida de Isháev de la política no parece casual a ojos
de los expertos.
El hasta ahora asesor de Putin y exministro
de Recursos Naturales y Ecología (2004-2012), Yuri Trútnev, ha
sustituido a Isháev como representante plenipotenciario del presidente
para Extremo Oriente, otro cargo que ocupaba el exministro para este
distrito federal del país.
Mientras Putin y casi medio
Gobierno ruso se reunían en Vladivostok, la crecida del río Amur a su
paso por la ciudad de Jabárovsk, con casi 600.000 habitantes, alcanzó
hoy un nuevo récord histórico con 7,90 metros.
Hace diez días
esta cifra se anunciaba como crítica para iniciar la evacuación de la
capital de la homónima región limítrofe con China.
Ahora que
los diques que protegen la urbe se han reforzado en las últimas dos
semanas, las autoridades no plantean de momento la evacuación, aunque
los hidrólogos pronostican que las aguas del Amur, río que sirve de
frontera natural con China, seguirán creciendo hasta llegar a los 8,3
metros a finales de la próxima semana.
Resulta difícil
calcular a estas alturas, con todos los pronósticos anteriores rotos y
superados por la realidad, cuándo empezará a descender el nivel del
agua, aunque los hidrólogos aventuraron hoy que el Amur no volverá ni
siquiera a los 7 metros al menos hasta mediados de septiembre.
Todas las marcas históricas de las crecidas de este río palidecen ante
las que se han alcanzado y se esperan alcanzar en los próximos días, ya
que el anterior récord, marcado en 1897, era de apenas 642 centímetros.
A día de hoy, sólo en la ciudad de Jabarovsk el agua ha entrado en 60
edificios de viviendas y 570 casas, habitados por 8.900 personas.
Más de 1.700 viviendas en más de 50 localidades siguen inundadas en
la región homónima, al tiempo que otras 1.248 viviendas habitadas por
más de 5.000 personas están en la misma situación en la vecina Autonomía
Hebrea.
Tanto en estas dos regiones como en la de Amur,
declaradas en estado de emergencia, la crecida no ha alcanzado aún su
pico y los daños están lejos de poder ser reparados a poco más de un mes
de que las primeras heladas lleguen a este frío y húmedo territorio del
país, uno de los más extensos, aunque también menos desarrollados y
habitados de Rusia.
Las pérdidas y el coste de reparación de
los daños ascienden a cientos de millones de dólares, según los primeros
cálculos avanzados hoy por los ministros: más de 300 millones en
cultivos agrícolas arrasados; más de 240 millones para la reparación de
carreteras y servicios comunales; al menos 9 millones en electricidad.
El Ministerio de Recursos Naturales calcula que necesitará más de 750
millones de dólares en los próximos tres años para la reconstrucción y
reparación de todas las infraestructuras destinadas a proteger las
regiones de la zona de futuras crecidas fluviales.
La ministra
de Sanidad, Verónika Skvortsova, informó de que más de 3.000 personas,
entre ellas 600 niños, han sido hospitalizadas con diversas heridas y
síntomas de estrés tras haberlo perdido casi todo.
Advirtió
además de que quince cementerios de ganado han sido inundados, dos de
ellos con cadáveres de animales contaminados con el peligroso carbunco
(más conocido como ántrax en España).
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