La entrevista fue realizada por correo electrónico después de que la Gran Duquesa respondiera a un cuestionario enviado por Efe.
La Gran Duquesa, que nació en 1953, reconoce que "esto podría no
ocurrir" mientras viva, pero entiende que es su "obligación" conservar
la herencia de sus antepasados, que gobernaron Rusia entre 1613 y 1917, y
cederla a la próxima generación.
"Mi hijo (Gueorgui, heredero
al trono de Rusia) y yo creemos que la idea monárquica tiene futuro,
pero no queremos imponer nada a nadie. No tenemos ninguna pretensión
política o económica", dijo.
Sin embargo, María Románova cree
que "es justo que el actual Estado ruso defina jurídicamente y refuerce
el estatus de la dinastía como institución histórica que tiene una
significación sociocultural" para Rusia.
"De una u otra forma,
es algo que ocurrió en la mayoría de países, incluido los que fueron
comunistas. Cuando ocurra en nuestro país, regresaremos para vivir en
Rusia. Desde que tengo uso de razón y gracias a mis padres sé que mi
patria es Rusia y que debo amarla y defender sus intereses", señaló.
Al respecto, destacó que la Casa Imperial mantiene contactos con la
Duma, el Senado, los ministros, gobernadores y alcaldes, y conoce al
actual presidente, Vladímir Putin, desde principios de los años 90,
cuando éste trabajaba en el Ayuntamiento de San Petersburgo.
"Desde que es presidente nuestros contactos son, por supuesto, menos
habituales. Pero, a veces nos vemos y siempre nos saludamos
calurosamente. Intentamos apoyar al presidente en todo lo que contribuye
al fortalecimiento del Estado y la sociedad civil", dijo.
María de Rusia reconoce: "En algunos asuntos nuestros puntos de vista
difieren, pero nosotros no participamos de ninguna forma en la lucha
política. Todos nuestros comentarios tienen un carácter exclusivamente
moral".
Pero subraya que "en una entrevista electoral él habló
positivamente sobre la experiencia del restablecimiento de la monarquía
en España".
"Sea como sea, el presidente y yo entendemos que
por ahora es prematuro hablar de la restauración de la monarquía, pero
esto no impide que la Casa Imperial participe activamente en la vida
social y cultural de Rusia", indicó.
Los Románov cuentan con
el inestimable apoyo de la Iglesia Ortodoxa Rusa y su patriarca, Kiril,
quien siempre ha defendido el retorno al país de la familia imperial.
"Su Santidad siempre nos ha mostrado cariño y nos ha apoyado en los
momentos más difíciles. Lo consideramos nuestro padre espiritual. El
Patriarca entiende el sentido de nuestro servicio", indicó.
En
su opinión, la dinastía Románov, que cumple hoy 400 años desde la
coronación del zar Mijaíl, tuvo tanto páginas brillantes como oscuras en
su historia, pero que el pueblo ruso tiende a recordar lo mejor de
antepasados como Pedro I, Catalina la Grande o Alejandro II.
"El régimen comunista intentó cultivar en nuestros compatriotas el odio
hacia nosotros, pero no lo consiguieron. Cuando la frontera se reabrió
pudimos comprobar que, con contadísimas excepciones, la gente entiende
nuestra misión y la respetan, aunque no estén de acuerdo en todo",
apuntó.
En relación con los escándalos que han rodeado
últimamente a varias familias reales, María Románova, quien definió a
las dinastías europeas como "una gran familia", recordó el principio de
presunción de inocencia.
"Si un hombre cometió un error o
infringió la ley debe responder por ello. Si la culpa no se demuestra,
su buen nombre debe ser restaurado. Esto afecta también, naturalmente, a
los miembros de las familias reales", señaló.
Con todo,
agregó, es "absurdo e injusto" intentar aprovechar tales casos para
desacreditar a una misma institución monárquica que demostró su valía
durante siglos.
"Al fin y al cabo, en muchos países
republicanos el nivel de corrupción es infinitamente mayor que en las
monarquías. Y por ese motivo nosotros no llamamos a eliminar la
república", señaló.
María Románova también se defendió de las
críticas de aquellos de sus familiares que ponen en duda sus
reclamaciones al derecho al trono al no ser descendiente directa del
último zar, Nicolás II, asesinado por los bolcheviques en 1918.
"La antigüedad genealógica de nuestra línea (familiar) es
indiscutible. Nuestro derecho dinástico es muy preciso. No permite la
existencia de varios pretendientes y siempre muestra una única persona
que es la que ostenta los derechos y obligaciones como jefe de la
dinastía", aseveró.
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