“Porque Chéjov toca temas eternos, porque habla de la condición humana”, responde sin vacilar Juan Pastor, director teatral y responsable de la compañía Guindalera, que pone estos días en pie una de las obras cumbres del autor ruso, Tres hermanas. ¿Y por qué Tres hermanas?, insistimos: “Porque es tremendamente actual, porque tiene que ver con todo lo que está pasando, con la tensión social que vivimos aquí y en Europa, porque habla de esa necesidad de cambio, de una situación donde no pasa nada, pero todo está a punto de ocurrir, porque nos muestra la estupidez humana, como lo hizo Robert Musil con su teoría de la estupidez. Porque hoy más que nunca estos autores resultan imprescindibles para ver que la causa de la decadencia de las sociedades cultas y su eventual colapso es la estupidez, que más que nada es una falta de comprensión”.
En su apuesta por representar ese ambiente claustrofóbico en el que vive la familia Prózorov, esa jaula que muchos nos construimos para seguir en el inmovilismo queriendo comprar siempre un billete a Moscú sin hacerlo, el símil de la libertad y felicidad, el director se sumerge en Chéjov sin tocar una línea de su texto. “Lo único que hacemos es jugar con el espacio escénico”, apunta el director.
Así, los 12 actores que levantan la obra hasta el próximo 7 de febrero en los Teatros del Canal de Madrid van cambiando los muebles de la casa de lugar. Ocurre entre acto y acto. Con ese gesto, vestidos de época, dejan atrás a los personajes que interpretan y van despojando a la casa de sus sillones, sofás, tocadores: ¡quieren cambiar sus vidas pero no saben y alteran el decorado!, como sus personajes.
Y trascurre la obra, y no pasa nada, no hay viaje a Moscú, pero las cosas han cambiado y llega el derrumbe, que en este caso se llama desahucio. Se trata de hacer, no venderse y hacer pensar, explica el director. Porque para él no hay duda, y los textos del dramaturgo ruso hablan de la necesidad de ser feliz, porque sino, para qué la vida, se interroga.
Eva París
El alma de esta compañía, Juan Pastor y Teresa Valentín Gamazo, el “beluga y el vodka del teatro español” según la definición del dramaturgo Albert Boadella no terminan de estar de acuerdo sobre si existe Moscú. Él, cree que no; ella defiende que sí. No importa, ambos creen en la utopía y en lo que están de acuerdo es que programar a Chéjov es invitar al público a viajar a la capital de Rusia, a soñar que otro mundo es posible y que merece la pena luchar por él, como ellos hacen con su compañía.
La existencia o no de ese Moscú anhelado aparece en uno los brindis que la compañía hace en un vídeo colgado en la web de su teatro. En él, y con vodka, claro, los actores y actrices de la obra explican por qué Tres Hermanas y alzan sus copas por la fe en el futuro, por la búsqueda de la excelencia, por el teatro, por la dignidad, por el compromiso y por acabar con el IVA cultural, entre otras muchas cosas.
Y cuando se apaguen las luces y Tres hermanas termine su paseo por Madrid, saltarán a Sevilla y Alicante. Pero antes, habrá Madrid y su teatro seguirá sonando a Chéjov. El juego de Yalta, una obra basada en el cuento La señora del perrito, un texto sobre la fragilidad humana, el amor, la rutina, lo real y lo ficticio, vuelve a su espacio teatral. La obra está programada del 12 de febrero al 20 de marzo.
¿Quiere recibir la información más destacada sobre Rusia en su correo electrónico? Pincha en y reciba cada viernes el material más interesante.
Todos los derechos reservados por Rossíiskaia Gazeta.
Suscríbete
a nuestro boletín
Reciba en su buzón el boletín informativo con los mejores artículos sobre Rusia: