Los soviéticos instalaron en América Latina cinco observatorios: la estación de observaciones solares en La Habana; el observatorio astronómico de Quito; la estación de Tarija en Bolivia, y dos domos instalados en Chile, específicamente en el cerro Calán y en el cerro el Roble.
En la década de los 50, Federico Rutllant, antiguo director del Observatorio Astronómico Nacional de Chile, firmó una serie de convenios con diversas instituciones extranjeras, para impulsar los estudios de astronomía en el país. Sin embargo, Rutllant focalizó su interés en los avances de sus colegas soviéticos, quienes basaban sus observaciones en el hemisferio austral, de los datos posicionales para algunas estrellas en el Cuarto Catálogo Fundamental.
En 1960 Rutllant contactó a los astrónomos del Observatorio Púlkovo en la URSS, dos años más adelante, llegaría a Chile la primera delegación soviética encabezada por Mitrofan Zverev para compartir sus conocimientos. Gracias al convenio firmado entre la Universidad de Chile y la Academia de Ciencias de la Unión Soviética, los rusos trajeron sus equipos al país e iniciaron las observaciones conjuntas.
La misión consistía en analizar los movimientos de algunas estrellas con respecto a las galaxias. Para hacerlo, los rusos construyeron en 1967 junto a sus colegas chilenos el telescopio AZT-16 Maksútov, nombrado así para homenajear a Dmitri Maksútov, ingeniero óptico que había fallecido cinco años atrás.
El telescopio AZT-16 Maksútov, tras su construcción en 1967. Fuente: José Maza
Los astrónomos soviéticos tomaron seis placas fotográficas en cada una de las 166 áreas selectas del hemisferio austral. Se esperaba en ese entonces, repetir las observaciones treinta años después, para así determinar los movimientos de las estrellas. Lamentablemente los trabajos se suspendieron en consecuencia del Golpe de Estado en 1973, momento en que los científicos soviéticos se vieron obligados a abandonar Chile.
José Maza, astrónomo de la Facultad de Ciencias Físicas de la Universidad de Chile y Premio Nacional de Ciencias Exactas, volvería en 1979 de su doctorado en Canadá para ser usuario del Maksútov.
“Durante la dictadura, mantener el funcionamiento del observatorio fue una dura tarea, puesto que previo a esta, los rusos traían repuestos y técnicos desde su país. Con el golpe, los astrónomos chilenos tuvieron que aprender a mantener el telescopio, gracias a la ayuda de Marina Wischnjewsky, astrónoma del Observatorio en Cerro Calán, se pudieron traducir los manuales y planos para que funcionara”, relata Maza a RBTH.
A pesar que gran parte de las actividades del Maksútov se suspendieron, la caída en el 2013 del meteorito en Rusia que ocasionó daños en la ciudad de Cheliábinsk, reavivó el interés ruso por el telescopio.
Ese mismo año, el Observatorio Púlkovo envió una misión a Chile para revisarlo y así reactivar las relaciones entre los astrónomos de ambos países. El subdirector del Púlkovo Alexander Deviatkin, junto con el ingeniero Serguéi Zinoviev y el astrónomo Vladímir Yershov afirmaron que a pesar del tiempo, el telescopio seguía funcionando adecuadamente.
Los enviados desarrollaron un plan para renovarlo, incorporando mejoras principalmente en la infraestructura y la electrónica del mismo. Para ello, contaron con el apoyo del rector de la Universidad de Chile, quien firmaría el memorándum de entendimiento para relanzar el convenio con sus pares en la Academia de Ciencias Rusa.
“En el 2014 la embajada de Chile en Moscú nos invitó a visitar el Observatorio de Púlkovo, junto con el Dr. Guido Garay, director del Observatorio Astronómico Nacional, el Dr. Edgardo Costa, subdirector y yo como encargado del observatorio en Cerro El Roble. En enero de este año, también viajó a Chile el óptico ruso Yuri Kuzmin quien desmontó el espejo primario del telescopio. Posteriormente Edgardo Costa y yo lo llevamos al observatorio de Cerro Tololo para aluminizarlo. El espejo fue reinstalado y estamos probando ahora las capacidades del mismo”, afirmó Maza.
La delegación que viajó a Rusia, compuesta por José Maza, Guido Garay y Edgardo Costa.Fuente: José Maza
Para Maza, la modernización electrónica y la adecuación de una cámara digital, resultan muy importantes para los proyectos astronómicos de patrullaje. Se podrán rastrear así asteroides que amenacen a la tierra; novas, supernovas y objetos con líneas de emisión. La idea es también instalar un sistema de control que permita manejar de forma remota el telescopio, sea desde Rusia o Chile.
Recientemente la Fundación para la Ciencia y el Departamento de Energía de EEUU, lanzaron en Chile la construcción del Telescopio para Rastreos o Sondeos Sinópticos (LSST) en el Cerro Pachón, el proyecto estaría listo para el 2022. “Aunque el LSST proveerá fotometría entre magnitud 16 a 23, el Maksútov podría complementarlo al hacerlo en un rango entre magnitud 11 a 18”, concluye Maza.
El plan de modernización debido a sus altos costos, tiene algunos problemas para su financiación. A pesar de esto, Maza es optimista en que el gobierno chileno pueda aportar los fondos necesarios para el Maksútov. De ser así, el trabajo de los astrónomos se beneficiará, impulsando también el estudio de esta importante ciencia en Chile.
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