Cooperación ruso-latinoamericana para una revolución nanotecnológica

El campo astronómico es un lugar de gran colaboración.

El campo astronómico es un lugar de gran colaboración.

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La industria de las innovaciones tecnológicas y su componente formativo, desempeñan un papel cada vez más relevante en las relaciones entre los países.

"La colaboración en el ámbito de la ciencia y la tecnología, fomentan importantes resultados entre los socios, como la cooperación económica gracias al comercio y el fortalecimiento de las relaciones basadas en una comunicación más duradera”, comentó a RBTH el director del Instituto de América Latina de la Academia de las Ciencias rusa, Vladímir Davídov. “Es por esto que tanto el presidente ruso como sus pares latinoamericanos, han buscado ampliar la agenda en estos asuntos”; agregó.

Durante la reciente visita de la presidenta Cristina Fernández a Moscú en marzo de 2015, el mandatario ruso Vladimir Putin, señaló que Rusia y Argentina buscarían fortalecer la cooperación bilateral en el sector de la alta tecnología, incluida la espacial.

Como resultado, se ha avanzado en la renovación de los acuerdos de cooperación entre ambos países para la exploración espacial, gracias al proyecto que busca instalar en Argentina, estaciones de navegación por satélite del sistema GLONASS. En complemento, los acuerdos para el periodo de 2015-2016 también incluyen importantes componentes de innovación, en áreas como la biotecnología, agricultura, producción vinícola y el procesado del pescado.

Un poco de historia

El origen de la cooperación científico-técnica entre Rusia y Latinoamérica se dio a principios de los años 60, en diversas áreas del conocimiento. Sin embargo, debido a la estrecha relación que tenían la mayoría de países latinoamericanos con los Estados Unidos y sus aliados, el intercambio de experiencias y la venta de equipamiento industrial con la Unión Soviética era relativamente débil.

Para 1974 la URSS, solo tenía acuerdos de cooperación científico-técnica con Cuba, Argentina y Bolivia, pero en 1981 los convenios se extenderían a otros países como Brasil, Venezuela, México y Perú. De esta manera, se establecieron los principales mecanismos de cooperación dirigidos a la construcción de instalaciones industriales; asistencia geológica e hidrológica; cesión de patentes; diseño de recursos para el sector industrial y agrícola y capacitaciones.

A pesar del creciente intercambio, la venta de patentes suponía una parte insignificante para la comercialización total de los logros científicos de la Unión Soviética en Latinoamérica. El comercio de patentes se enfrentaba a una serie de dificultades relacionadas con la diferencia de estándares y parámetros técnicos, así como con el desarrollo insuficiente del sistema de información técnica.

Por otra parte, solo los países más desarrollados de la región lograron asociarse con la URSS, pues contaban con la infraestructura industrial necesaria para la fabricación de nuevos productos. Un ejemplo de ello, fue la comercialización de una tecnología que extraía aluminio de la nefelina, vendida a la empresa mexicana Industrias Peñoles y producida por la compañía rusa Litsenzintorg. De igual modo, otro caso fue la venta de tecnología utilizada en la fabricación de molinos de bolas a la empresa brasileña Uzimek.

Los alcances de la cooperación en la actualidad

A pesar de los inconvenientes, la cooperación entre ambas partes ha continuado con el tiempo. Los brasileños por su parte, creen que el nivel de cooperación en I + D actual dará lugar a una revolución en el campo de la nanotecnología en la próxima década. En esta línea, están trabajando también Rusia y Ecuador, con la creación conjunta de un nanosatélite en la Universidad Estatal Suroccidental (en Kursk) y la Universidad Tecnológica de Ecuador (en Quito).

“En abril de 2015 se firmó un acuerdo con la Universidad Tecnológica de Ecuador para el diseño y lanzamiento de un satélite creado por estudiantes de los dos países”, comentó a RBTH el director del Centro de Cooperación en Investigación y Desarrollo con países de Iberoamérica de la Universidad Suroccidental de Kursk, Nikolái Frolov.

Con la asistencia de Roscosmos, dicho satélite se enviará al espacio desde el centro de lanzamiento ROKOT-M en la base de Baikonur, manteniéndose en órbita desde diciembre de 2015 hasta febrero de 2016.

Previamente los estudiantes del programa de investigación, desarrollado con la Universidad Nacional de Ingeniería de Perú, diseñaron otro satélite ruso-peruano que tuvo un exitoso lanzamiento en agosto de 2014 desde la Estación Espacial Internacional. Un gran logro que tuvo resonancia, no solo en el país andino sino en toda la región.

Según palabras de Frolov, aparte de Perú y Ecuador, la Universidad Suroccidental de Kursk colabora estrechamente desde 1997 con otros centros de investigación en Cuba, Colombia, Bolivia, Uruguay, Chile, Argentina, Venezuela y Brasil, gracias a los más de treinta acuerdos establecidos. De esta manera, la universidad de Kursk se posiciona como uno de los principales ejes del Ministerio de Educación y Ciencia de la Federación Rusa, para el intercambio de conocimiento con los países de la región.

El Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia valora muy positivamente la interacción de esta universidad con las universidades latinoamericanas. En opinión del viceministro, Serguéi Riabkov, “dicha interacción no se limita a los intercambios de estudiantes y lectores, sino a todo tipo de proyectos de investigación”. 

De esta manera, Rusia y Latinoamérica esperan conseguir los objetivos de una ambiciosa agenda, que los puede llevar a liderar importantes procesos en materia tecnológica y el intercambio de conocimiento, en el marco del entendimiento mutuo.

 

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