Total de 16 helicópteros rusos Mi-171SH será suministrado a Perú durante el año 2015.
ReutersEl auge de las relaciones bilaterales actual no pretende copiar los vínculos mantenidos en tiempos Velasco Alvarado, entre 1968 y 1975. Entonces, la cooperación estaba principalmente orientada a la participación del país en el Movimiento de no alineación y en su oposición a los EE UU.
Actualmente, el Kremlin no pretende convertir a Lima en un socio en la confrontación con los países occidentales. Al contrario, entre los principales objetivos de Moscú se encuentran mejorar las posiciones en el mercado peruano local y estimular el vector Asia-Pacífico de su política exterior.
A mediados de los años 70 Perú se convirtió en el cuarto socio comercial de la URSS en América Latina. Los expertos soviéticos tenían una presencia activa en las centrales hidroeléctricas peruanas y Callao era una de las principales bases pesqueras soviéticas en la mitad suroriental del océano Pacífico. Miles de peruanos estudiaban en las universidades soviéticas. Perú recibía tanques Т-55, aviones MiG-29, helicópteros Mi-8, entre otros vehículos militares, superado solo por el suministro a Cuba.
Tras una brusca caída del comercio bilateral en los años 90, comenzó un periodo de crecimiento del intercambio comercial que ascendía a 600 millones de dólares. Hay varios ejemplos de un acercamiento exitosos. La fábrica de vehículos Kamaz tiene en marcha un proyecto para el ensamblaje conjunto de sus autobuses en Perú, mientras que Avtovaz ha comenzado a exportar su producción al país andino. Con la colaboración de los expertos rusos, se puso en órbita el primer microsatélite peruano Chaski 1.
Se han firmado contratos para la modernización del equipamiento militar, así como para el suministro de sistemas de misiles antitanque Kornet-E y helicópteros MiG-35. Los países acordaron el suministro de fruta peruana a Rusia, lo que para el Kremlin tiene una importancia crucial a la vista de la guerra de sanciones que mantiene con Occidente.
Pero aun así, persisten algunos problemas de fondo. La estructura de la exportación no ha experimentado grandes cambios en décadas: Rusia exportan fertilizantes minerales, aceites y combustible, mientras que los productos de alta tecnología tienen una representación mucho menor. Las exportaciones peruanas tampoco son tan variadas: productos de alimentación y materia prima agrícola, además de algo de plata, estaño y zinc.
Perú ya no muestra tanto interés por la compra de armamento ruso, puesto que la fase activa de confrontación con sus vecinos ya forma parte del pasado. No obstante, se mantiene el suministro de helicópteros Mi-171Sh para su empleo en la lucha contra el narcotráfico. Además, en 2016 está prevista la apertura de un centro de servicio de helicópteros en Arequipa que cubrirá todo el territorio sudamericano.
En cuanto al suministro de sistemas de defensa antiaérea, Moscú tendrá que enfrentarse a una fuerte competencia, cuyos resultados todavía no están claros para Rusia.
El futuro de las relaciones bilaterales dependerá de la capacidad de ambos países de avanzar en el desarrollo de proyectos conjuntos en el campo de la innovación. En este sentido, resultan alentadores los intentos de desarrollar la cooperación en el sector espacial, así como la apuesta por el desarrollo del sector energético, donde Moscú podría competir en igualdad de condiciones. La colaboración en el sector nuclear no aportará dividendos a Rusia en la próxima década, aunque si se considera la creciente demanda en la economía peruana de la energía nuclear, esta podría convertirse en un nicho clave de la cooperación bilateral.
Lo más importante es que los dos países sean capaces de encontrar una fórmula que les permita mantener las relaciones bilaterales independientemente de los cambios políticos (tras la dimisión de Alvarado, se debilitó la línea de cooperación con la URSS y sus sucesores lanzaron duras críticas a Moscú).
Ahora que ambos países están tratando de diversificar sus relaciones, la búsqueda de esta fórmula parece más sencilla. Las trabas principales son las convulsiones internas y los problemas económicos estructurales que arrastran ambos países. Una relación duradera entre Lima y Moscú dependerá, en gran medida, de la superación de estos obstáculos.
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