Fiscal acusa a nacionalistas rusos de organizar golpe de Estado.
ReutersEl pasado 16 de octubre la policía de Montenegro detuvo a 20 ciudadanos de Serbia por sospechas de planear atentados terroristas en el territorio de la república durante las elecciones parlamentarias que se celebraron aquel día.
Según la Fiscalía, el plan del grupo fue atacar a los ciudadanos que se reunirían frente al Parlamento y a los guardias y después ocupar el edificio para anunciar la victoria de uno de los partidos políticos y encarcelar al primer ministro de Montenegro.
Durante la conferencia de prensa que se convocó con carácter de urgencia el pasado domingo, el fiscal especial de la república, Milivoie Katnich, realizó un comunicado sensacionalista sobre el curso de la investigación. Según afirmó, la toma del parlamento el día de las elecciones y la eliminación del primer ministro Milo Đukanović no era sino un plan de un grupo de nacionalistas rusos que tenía como objetivo evitar que Montenegro pasara a formar parte de la OTAN. Asimismo, el fiscal comentó que dicho grupo partía de la idea de que era poco probable cambiar el poder mediante elecciones y que la única manera de realizarlo era por la fuerza.
Milivoie Katnich aclaró que el grupo estaba formado por “dos nacionalistas de Rusia” (no mencionó sus nombres) que, junto con un ciudadano de Serbia, habían creado ciertos grupos en el país que tenían como misión colarse entre la multitud durante las protestas de la oposición montenegrina para provocar un derramamiento de sangre y conseguir tomar el control del parlamento, después de que se hubiera anunciado el resultado de las elecciones. La financiación, según el fiscal, también la proporcionaron los rusos.
Del mismo modo, el fiscal Katnich fue claro al declarar que “no hay pruebas de que Rusia haya participado de manera oficial” y que las fuerzas del orden montenegrinas “continuarán colaborando en la investigación con sus colegas rusos”.
No obstante, dice tener “sospechas fundadas” sobre las intenciones de tomar el parlamento por parte de “una fuerza política de Montenegro” cuyo representante pensaba dirigir el asalto desde la tribuna del parlamento. Si bien el fiscal no mencionó el nombre de la organización, lanzó acusaciones que inculpaban a la coalición prorrusa “Frente Democrático”, que organizó protestas tras las elecciones y cuyos líderes prometieron abiertamente que se harían con el poder el 17 de octubre.
Moscú desmiente cualquier relación con los detenidos en Montenegro. “Negamos rotundamente la posibilidad de que haya habido una participación oficial en cualquier tipo de intento de acciones ilegítimas por parte de esa organización”, comunicó el secretario de prensa del presidente de Rusia, Dmitri Peskov, a lo que añadió que “en el marco de la legalidad no se ha dado ninguna petición”.
Los expertos tienen dudas de la autenticidad de la conspiración ya que Milo Đukanović anteriormente ha organizado acciones similares. En otra ocasión, el día de las elecciones parlamentarias se detuvieron a 20 supuestamente conspiradores albaneses. Según fuentes oficiales planeaban un motín armado en las regiones meridionales del país, concretamente en las zonas donde los albaneses conforman la mayoría de la población. Muchos fueron los que creyeron posible esta opción, y actualmente sigue sin descartarse. El hecho es que se ha soltado a los albaneses arrestados por falta de pruebas.
En resumen, teniendo en cuenta la escala de la conspiración (comandos de Moscú y Belgrado, zulos de armas, planes para el uso de francotiradores y el bloqueo de cuarteles), el gobierno de Montenegro y el mismo Đukanović están actuando de manera estoica. Nadie se ha molestado incluso en quebrantar la calma del país mediterráneo con una reunión del Consejo de Seguridad, o al menos una reunión extraordinaria del Gobierno. Así, Milo no ha movido ni un dedo y se ha limitado a repetir en una emisión local de televisión las ya anticuadas historias sobre una intervención rusa y de apoyo extranjero (léase, ruso) a la oposición.
Es difícil tomarse en serio las palabras de Đukanović. De una forma u otra, lleva gobernando en Montenegro desde nada menos que 1988, y ni la UE ni la OTAN han dado muestras de descontento.
Su concepción de la realidad se ha quedado estancada en los años 90, una época de bandidaje a la que, en líneas generales, todavía no se le ha puesto punto y final en Montenegro. En esta república nadie se sorprende por que en la turística ciudad de Kótor se organice una guerra de mafias al estilo del Chicago de los años 20.
Nadie se sorprende de que los testigos principales del Tribunal de la Haya por parte de la defensa mueran en peleas de borrachos o arrollados por un camión. Ni de que el lugar sea un paraíso para contrabandistas.
Basado en información de Kommersant y Vzgliad.
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