Bombarderos rusos atacan depósitos de armas del Estado Islámico cerca de Salma, pueblo en la provincia de Latakia. (Imagen tomada de un vídeo)
Ria NovostiMás de dos semanas después del inicio de la operación militar de Rusia en contra del Estado Islámico en Siria, el conflicto ha cambiado notablemente. Tal y como afirmó el representante del Ejército sirio, el general Alí Mayhub, las tropas gubernamentales han tomado el control de una serie de poblaciones, causando bajas considerables al Estado Islámico. Asimismo, el embajador sirio en Moscú, Riyad Haddad, informó de que, desde el inicio de la operación rusa el pasado 30 de septiembre, “se ha destruido alrededor del 40% de la infraestructura del EI”.
Al mismo tiempo, Washington informó de que cancelaba el proyecto de apoyo a las tropas de la oposición moderada. “Desde el principio fui escéptico ante la idea de crear este pseudo-ejército en Siria”, reconoció Barack Obama, en una entrevista a la cadena CBS. El pasado 9 de octubre, el secretario de Defensa, Ashton Carter, informaba sobre la decisión de renunciar a seguir con el programa de entrenamiento y suministro de armas a las tropas de la oposición moderada, que tenía un coste de 500 millones de dólares.
Si bien en las últimas semanas la atención se ha centrado en los ataques aéreos rusos contra posiciones del Estado Islámico, la noticia sobre la práctica desaparición del Ejército Libre Sirio como una fuerza capaz de enfrentarse a Damasco, indica un cambio fundamental de la situación tras más de cuatro años de enfrentamiento.
Teniendo en cuenta las nuevas circunstancias, el pasado 12 de octubre, el ministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, propuso a EEUU y sus socios llegar a un acuerdo para “repartirse el esfuerzo”. Moscú propone que la coalición liderada por EEUU luche contra el Estado Islámico en Irak, cuyas autoridades pidieron ayuda a Washington, mientras que Rusia atacaría al EI en Siria.
El ministro ruso también comunicó la disposición de Moscú a “interactuar con las unidades patrióticas de la oposición armada” e involucrarlas en el proceso político. Por su parte, Vladímir Putin, explicó en el canal de televisión Rossiya 1 que el objetivo de la política rusa es “estabilizar al gobierno legítimo (de Siria) y crear las condiciones para la búsqueda de un compromiso político”.
También hablaron sobre esta necesidad algunos críticos con Moscú. “Todos los países que participan en el conflicto y apoyan a unos grupos o a otros deben entrar a formar parte de un amplio diálogo. Incluyendo Irán y Rusia”, declaró el 13 de octubre el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg.
El primer ministro turco, Ahmet Davutoğlu, comunicó la disposición de Ankara para llevar a cabo “conversaciones con Rusia e Irán sobre la regulación de la situación en Siria”. Y el ministro de Asuntos Exteriores de Arabia Saudí, Mohammad bin Salman Al Saud, se pronunció a favor de una “abrir paulatinamente una vía hacia un período de transición con la participación de representantes del actual gobierno sirio y de la oposición”.
Los expertos consultados por Kommersant consideran que, al privar a los adversarios de Asad de la posibilidad de una victoria militar sobre el régimen de Damasco, Rusia crea la opción de tomar la iniciativa diplomática y reactivar un proceso de paz que puede concluir con un compromiso bajo unas condiciones aceptables para Moscú.
“Si actualmente en Siria no hubiera terroristas, la población podría iniciar el diálogo a través de sus representantes. Sin embargo, es imposible llevar a cabo cualquier tipo de negociación con los líderes tribales mientras sus territorios continúen ocupados por los terroristas”, explica a Kommersant el presidente del Instituto de Oriente Próximo, Evgueni Satanovski. “La cuestión principal es si los sirios llegarán a tener la posibilidad de dialogar libremente. Por ahora no la tienen. Sin embargo, los ataques rusos contra los numerosos grupos terroristas islámicos en Siria abre la posibilidad de que se reactive el proceso político”.
Serguéi Markedónov, profesor de la Universidad Estatal de Humanidades, considera: “Desde el principio, la posición de Moscú ha consistido en que no podía permitirse el derrocamiento del presidente Assad sin antes haber respondido qué hacer a continuación. Moscú trata de que Occidente considere a Rusia un socio en igualdad de condiciones, un socio cuyos argumentos sean tomados en serio. Como muestra la historia diplomática, en este tipo de negociaciones, el as de una intervención militar es un argumento de peso”.
Texto abreviado. Publicado originalmente en ruso en Kommersant.
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