Causas y perspectivas de la crisis en Ucrania

Fuente:AP

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El 18 de marzo se cumple un año de la firma de la unión de Crimea a Rusia. Este evento supuso el cambio de fronteras de la Ucrania independizada en 1991. Un año después, la fragmentación continúa y crece el distanciamiento de algunas regiones respecto al gobierno central. ¿Cuáles son las raíces de este conflicto?

En gran medida, el conflicto en Ucrania es de naturaleza interna. Moscú puede utilizar las contradicciones internas entre diferentes regiones para defender sus propios intereses, pero si mañana el Kremlin decidiera retirarse completamente de los asuntos de Ucrania, esto no produciría un cese de las hostilidades. Las divisiones étnicas y territoriales continuarían.

Tras la caída de la URSS en 1991, la Ucrania independiente se dividió en dos fuerzas que competían entre sí. Por un lado estaba la Ucrania multinacional, y por otro la nacionalista. La primera está asociada con los presidentes Leonid Kravchuk y Leonid Kuchma (1994-2004), y asumen la continuación de la República Socialista Soviética de Ucrania, una especie de “URSS en miniatura”. Se mantuvieron las estructuras de gobierno heredadas de la URSS y se implementó un plan para otorgar la nacionalidad a los que vivían en el territorio.

Hubo también una política de "ucranianización", que pretendía extender el uso de la lengua y cultura ucranianas, siguiendo el ejemplo de las políticas soviéticas de los años 20, cuando las autoridades trataron de reformar el país como un territorio multiétnico. En este discurso oficial, la identidad ucraniana era una identidad civil, y no de carácter étnico.

Por su parte, el movimiento nacionalista  apelaba a la historia para legitimar a las nuevas autoridades ucranianas. Algunos incluso se referían a la experiencia de la Segunda Guerra Mundial, cuando se creó un estado ucraniano independiente y proalemán.

Este acercamiento creó una duplicidad entre las autoridades. Para algunos, si el nuevo país independiente era el continuador de aquella "verdadera Ucrania" de la guerra, entonces ¿para qué mantener las estructuras de la República Socialista Soviética, que tenía una concepción plurinacional del país? Esta situación hizo que se redujese la legitimidad del sistema político ucraniano, algo que empeoró con la llegada al poder de Víktor Yushenko en 2005, que dirigió una vuelta al nacionalismo de los años 20.

Además hay que tener el cuenta el factor de las élites. En la primera década de la independencias, fueron las élites del centro y del este del país las que tuvieron un papel dominante en la vida política. Las élites del oeste fueron básicamente excluidas del proceso de privatización y de decisión. En los años 2000, estas consiguieron importantes posiciones en el ámbito de la educación y la cultura. Sin embargo, la alienación de la élite de Ucrania occidental respecto al sistema político se convirtió en un peligroso factor de desestabilización.

La naturaleza dual del nuevo estado creó una nueva forma de oposición basada en dos ideas básicas. Por una parte, se trataba de recrear la "verdadera" Ucrania, esencialmente consistía en rechazar el legado de la URSS a favor de la identidad basada en el este, en las regiones de Galitizia y Poltava. En segundo lugar, acelerar el ritmo para conseguir la integración con la UE. Esta última idea recibió un gran apoyo de las élites del oeste  de Ucrania. Sin embargo, había una importante cuestión que quedaba sin resolver: ¿era posible desarrollar ese plan más allá de Ucrania central y occidental?

Para empezar, la asociación con la UE supone un plan de desindustrialización del sur y del este del país, lo que crea problemas con la población de estas zonas. En segundo lugar, la redistribución de la propiedad en favor de las élites occidentales,  va contra las élites del sudeste, lo que ha hecho que  tengan una visión negativa del programa nacionalista.

En tercer lugar, la implementación del programa nacionalista implica el rechazo al legado soviético, lo cual plantea la cuestión de las fronteras de la "verdadera Ucrania" y si estas coinciden con las de la República Socialista Soviética de Ucrania, es decir con los límites territoriales que existieron hasta 1991 y continuaron hasta 2014.

La rivalidad entre Rusia, EE UU y la UE en 2013 aceleró las discrepancias. La victoria del Euromaidán significaba sobre todo el rechazo a la herencia soviética. El 22 de febrero de 2014, cuando Yanukóvich dejó el poder, Ucrania dejó de ser la sucesora de la antigua república soviética. El intento del nuevo gobierno por crear una ley para abolir el estatus legal del ruso causó una ola de protestas en el sudeste. Quedó patente la cuestión de si era posible (o imposible) reconstruir Ucrania de una nueva forma.

La preservación de la integridad nacional se convirtió en la prioridad para el nuevo gobierno. Tras la unificación de Crimea a Rusia, expertos rusos tanto como norteamericanos han expresado dudas acerca de la habilidad de Ucrania para sobrevivir como estado. Pero a mediados de mayo Kiev fue capaz de evitar que el movimiento de protesta creciese en Zaporozhie, Járkov y Odessa, limitando la rebelión a Donbass. La operación militar lanzada en verano contra Novorrossía no ha conllevado fuertes protestas en Ucrania. La pérdida de Crimea y Donbass no ha sido algo crucial para el estado ucraniano. 

Pero al mismo tiempo, la pérdida de Crimea y Donbass bloquea la posible integración de Ucrania  en la comunidad euroatlántica. No es legalmente posible unirse a la OTAN cuando hay dos conflictos territoriales sin resolver. Es difícil imaginar un mayor acercamiento económico con la UE, que excluya a Crimea y a Donbass de Ucrania, ya que sería equivalente a separar a estas regiones de Ucrania. En esta situación, Ucrania se está convirtiendo en un país "congelado", como Georgia. Mientas los mandatarios hacen declaraciones acerca de su deseo de unirse a la OTAN y la UE, en el futuro próximo no se ven vías objetivas que puedan permitir esa integración.

Esta situación puede crear serios problema al país. Se pueden crear nuevas discrepancias entre las regiones del oeste y del centro del país. Para la primera (Galitzia), la integración en la UE es una prioridad. Mientras que para la región central, Kiev-Poltava, la prioridad es mantener la integridad nacional, e idealmente volver a las fronteras del 1 de enero de 2014, con Crimea. En las regiones occidentales, en mayor medida que en las centrales, hay un mayor deseo de desprenderse de las regiones "no ucranianas" para integrarse en Europa. Esta escenario es por ahora hipotético, pero los disturbios ocurrido en diciembre en Vinnitsa son una muestra de que las protestas contra la política de Kiev no son solo posibles en el este, sino que también se dan en el oeste del país. 

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