Putin y Erdoğan acuerdan una alternativa al gasoducto South Stream. Fuente: Konstantín Zavrazhin / RG
La visita de Vladímir Putin a Ankara el 1 de diciembre y sus negociaciones con el presidente Recep Erdoğan se celebraron, según los expertos, en un momento muy beneficioso para Rusia.
“Esta es quizás la primera vez desde la época de Atatürk que un líder turco se pronuncia tan cálidamente sobre las relaciones entre Rusia y Turquía, haciendo unas declaraciones tan negativas sobre los países occidentales, comparándolos con agresores y acusándolos de codicia en sus relaciones con el mundo árabe. Por esta razón, algunos medios de comunicación turcos ya han bautizado esta visita como el ‘encuentro entre dos soledades”, comenta el profesor de la Academia Diplomática del Ministerio de Asuntos Exteriores de la Federación Rusa Vladímir Avatkov.
Haz click en la imagen para aumentarla. El gasoducto South Stream irá por el fondo del Mar Negro hasta Bulgaria, después pasará por Serbia, Hungría, Eslovenia e Italia. El coste estimado de su construcción es de 16.500 millones de euros, de los cuales 10.000 millones se destinarán a la parte marítima. Su explotación comenzará en diciembre de 2015 (con un bombeo de 15.750 millones de metros cúbicos anuales) y alcanzará su máxima capacidad (63.000 metros cúbicos) en 2018. |
Estas “dos soledades”, insatisfechas con la política de la Unión Europea, han dado a Bruselas una sorpresa desagradable. Primero Vladímir Putin anunciaba en una rueda de prensa la cancelación de la construcción del gasoducto South Stream (cuya capacidad prevista era de unos 60.000 millones de metros cúbicos de gas). “Vemos que se está intentando obstaculizar su realización. Si Europa no quiere llevar a cabo este proyecto, entonces lo cancelaremos… No hay nada que hacer, al fin y al cabo, ellos son los compradores”, declaraba el presidente ruso.
Según el experto en la industria del gas y el petróleo Dmitri Marunich, la situación del South Stream no supone una capitulación del Kremlin, sino un intento de influir en la postura de la Unión Europea, de obligarla o bien a acceder a la construcción del South Stream, o bien a buscar un proyecto alternativo mucho menos cómodo para la UE.
Según el director de Gazprom, Alexéi Miller, durante la visita de Vladímir Putin se firmó un memorándum de entendimiento para la construcción de un gasoducto a través del Mar Negro en dirección a Turquía por el que pasarán los mismos 60.000 millones de metros cúbicos que se planeaban transportar a través del South Stream. De ellos, 14.000 millones se quedarán en Turquía y el resto seguirá en dirección a Grecia.
Al parecer, para Rusia no existe una especial diferencia entre estos dos proyectos. Ambos resuelven el problema principal: descartan el suministro de gas a través de Ucrania y el coste de ambos proyectos es muy parecido. Moscú se ha visto obligada a dar a Turquía un bono por la cooperación en forma de una rebaja en el precio del gas de un 6% (según ciertos rumores, los turcos pedían un 15%), aunque esto parece un pago aceptable por un proyecto tan importante.
Para la UE, la cancelación de la construcción del South Stream implica numerosos costes económicos y políticos. En primer lugar, algunos países se verán privados de las ganancias que les otorgaba el tránsito del gas. Según Vladímir Putin, Bulgaria dejará de ganar 400.000 millones de dólares al año. En segundo lugar, Turquía se convertirá en un centro energético a través del cual se suministrarán a Europa los hidrocarburos de Rusia, Azerbaiyán y, en el futuro, Irán. El control de este tránsito de la energía aportará a Ankara una mayor seguridad en las negociaciones, en especial respecto a la cuestión de su posible adhesión a la UE.
Las circunstancias favorecen un acercamiento entre Moscú y Ankara
Respecto a la colaboración entre Rusia y Turquía, ambos países están dispuestos a contribuir al acercamiento en base al respeto mutuo de sus intereses.
Un símbolo del progreso en las relaciones bilaterales es el proyecto de construcción en Turquía de la central nuclear de fabricación rusa Akkuyu. “El proyecto es único en el sentido de que es el primero que se construye según el principio 'paga, posee, explota', es decir, una compañía rusa será la propietaria de la central. Evidentemente, se trata de un gran volumen de inversión, 20.000 millones de dólares”, declaraba el líder ruso. Se prevé que su construcción finalizará en el año 2022.
Los expertos señalan que Ankara no está intentando aprovecharse de la compleja situación en la que se encuentra Rusia y que sigue mostrándose respetuosa con los intereses de Moscú en el Cáucaso Sur.
“El neo-otomanismo turco en su posición respecto al Cáucaso está sobrevalorado, la estrategia de Turquía en la zona es bastante previsible: mantener unas relaciones de alianza con Azerbaiyán, ejercer una fuerte influencia económica y humanística sobre Georgia y mantener un equilibrio entre la disputa y la reconciliación con Armenia. No existe ninguna voluntad de expansión por parte de Turquía en la región”, aclara a RBTH el investigador jefe del Centro de Problemas del Cáucaso y Seguridad Regional del Instituto Estatal de Relaciones Internacionales de Moscú, Nikolái Siláyev.
Además, en realidad Turquía ha rechazado el apoyo directo a la línea antirrusa del Majlis del pueblo tártaro de Crimea. “Tras el referéndum de Crimea y su anexión a Rusia, los líderes políticos turcos y el Ministerio de Asuntos Exteriores del país promovieron activamente la idea de la absoluta ilegalidad de este acto. Se acusó a Rusia de agresión, de violación de unos derechos de los tártaros de Crimea que Turquía había defendido todos estos años. Sin embargo, la propaganda antirrusa motivada por Crimea ha comenzado a sofocarse en los medios de comunicación turcos. Las cuestiones de la cooperación económica (entre ellas la posible participación de empresarios turcos en una zona de libre comercio en Crimea) resultan prioritarios para el país”, comenta Vladímir Avatkov.
La única cuestión en la que las partes no han logrado alcanzar un acuerdo es Siria. No obstante, esta controversia no puede compararse con el potencial de cooperación existente entre Ankara y Moscú.
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