Las restricciones a productos europeos y estadounidenses abre una nueva puerta de mercado para el sector exportador alimenticio del Uruguay.
La
relación entre Rusia y Uruguay se sustenta en lazos de amistad y una
cooperación fructífera. Este año se cumple el 157º aniversario del
establecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambos países, que
sostienen posiciones idénticas o afines en cuestiones candentes de la
agenda global y regional.
Los dos encuentros que celebraron los presidentes Vladímir Putin y José Mujica
durante la visita de julio del mandatario ruso a América Latina
confirmaron que ambos países mantienen un intenso diálogo político.
Rusia y Uruguay han acordado trabajar en la lucha contra el terrorismo,
el tráfico de drogas, el crimen organizado y el blanqueo de dinero
obtenido de modo ilegal.
Ciertos altibajos
Como
es lógico, a lo largo de siglo y medio, la relación entre ambos países
ha sufrido altibajos, pero Uruguay siempre ha sido un socio económico
estable para Rusia. Por su parte, Rusia ha
reforzado su posición entre los cinco socios más importantes del
comercio exterior de Uruguay y ocupa el cuarto puesto entre los
principales compradores de productos uruguayos, después de Brasil,
Argentina y China.
Sin
embargo, hoy, en la balanza comercial se observa un desequilibrio, y no
a favor de Rusia. En 2013, el intercambio mercantil ascendió a
US$ 400 millones de los cuales US$ 77
millones correspondieron a la exportación rusa, consistentes en
fertilizantes minerales que cubren el 50% de las necesidades de Uruguay,
pero también productos derivados del petróleo y de la industria
papelera. En la composición de las importaciones de Uruguay ostentan el primer lugar los productos alimenticios, que ascienden
al 99,2%: carne y productos derivados de la carne (87,6%), productos
lácteos (4,4%), cereales, productos leguminosos y oleáceos (4,1%),
frutas (1,8%), pescado y mariscos (1%).
¿Cómo superar la competencia europea?
El ámbito de comercio más activo es el cárnico. Varias decenas de plantas cárnicas uruguayas tienen permiso para
exportar sus productos directamente a los consumidores. Si antes esta
carne se destinaba únicamente al procesamiento industrial, ahora se
suministra a grandes superficies comerciales y restaurantes rusos.
“En 2013,
Rusia ocupaba el tercer lugar en cuanto a adquisición de carne
congelada uruguaya, el primero en cuanto a aceite y el tercero en cuanto
a leche”, declara en una entrevista concedida a RBTH Alina Savélieva, subdirectora del sector iberoamericano del Centro de Estudios Europeos e Internacionales de la Escuela Superior de Economía en
Moscú. “Además, las perspectivas de que los productos uruguayos ganen
terreno en el mercado ruso debido a las restricciones sobre productos
europeos, estadounidenses, canadienses y australianos son realmente muy
prometedoras”, añade la experta.
Según Savélieva, aunque las exportaciones crecían a un ritmo considerable, la competencia de los europeos era alta para ganar mercado. Ahora, en condiciones de embargo, los proveedores uruguayos han recibido un nuevo impulso para la conquista del mercado ruso.
“Los productores uruguayos podrían ampliar su presencia en el mercado ruso en sectores como el cárnico, el del ganado en pie, el queso, el aceite, el vino, los mariscos, las manzanas, las peras, los cítricos y las hortalizas”, apunta Savélieva. “También hay un nicho en el sector de la carne deluxe para restaurantes de primera categoría”.
Este año Uruguay está dispuesto a exportar a Rusia 40 mil toneladas de carne, lo
que cubrirá el 2% de las necesidades de Rusia por lo que respecta a
carne de importación. Esta cifra no es demasiado alta, así que el
gobierno de Uruguay pretende revisar la estructura de sus exportaciones con el fin de aumentar la cuota de Rusia.
En
cuanto a otras categorías de mercancías, aún no se han divulgado datos
sobre el incremento de exportaciones de Montevideo. Savélieva
considera muy extraño el hecho de que ninguna empresa uruguaya haya
presentado sus productos en la reciente feria de alimentación celebrada
en Moscú, la World Food.
Otras perspectivas
Además
de los productos alimenticios, otra dirección interesante es la
cooperación ruso-uruguaya en el ámbito de la tecnología militar. Tras el
colapso de de la Unión Soviética quedó una deuda con Uruguay por US$
50 millones, y Montevideo estuvo de acuerdo en que esta se saldara con
el suministro de producción rusa de uso técnico-militar. Esta deuda se
canceló hace unos años y se ingresó en una etapa de cooperación comercial.
Con
los años, los uruguayos han sabido apreciar las prestaciones de la
tecnología militar de Rusia: fiable, eficaz y fácil de utilizar.
Es
curioso que los camiones Ural hayan llegado por
primera vez a Uruguay a mediados de la década de 1990, procedentes de
Alemania, que, para librarse de la tecnología militar que había quedado
abandonada en territorio germano, se los vendió a Montevideo por un precio irrisorio. Pero tras haberlos valorado como es debido durante
unas maniobras brasileñas, argentinas y uruguayas, en que los Ural
fueron capaces de sacar del barro a unos camiones Mercedes atascados–,
los uruguayos volvieron su mirada a Moscú. Como resultado se firmó un
contrato para el suministro de última tecnología de transporte, un
contrato que no tiene parangón ni siquiera en la propia Rusia. Se trata
del vehículo de transporte especial Vódnik para el traslado de los tropas por áreas donde hay campos de minas.
Según datos de RBTH, la dirección de las fuerzas armadas
de Uruguay planea reemplazar su armamento obsoleto para pasar a
utilizar armas ligeras. Rusia se ha ofrecido a construir una planta para
la producción de fusiles de asalto Kaláshnikov.
Se está discutiendo
también la entrega de un hospital militar móvil. Uruguay también muestra
interés por el avión de entrenamiento avanzado Yak-130, fabricado por
la oficina de diseño rusa Yakovlev junto con la compañía italiana
Aermacchi. En caso de alcanzar un acuerdo, la partida de estos aviones
se intercambiará por carne uruguaya.
Según Vladímir Putin,
Rusia considera a Uruguay un socio prometedor en América Latina.
“Tenemos trabajo que hacer”, señaló el presidente ruso. “Esto incluye el
desarrollo de infraestructuras: ferroviaria, portuaria; energía
hidroeléctrica y otros ámbitos”. “Rusia y Uruguay están valorando planes ambiciosos en el ámbito de la industria energética. Se refieren al suministro de turbinas para la central hidroeléctrica (Salto Grande), la expansión de las líneas de transmisión de energía eléctrica”, señala Emil Dabaguian,
colaborador científico principal del Instituto de América Latina de la
Academia de las Ciencias de Rusia. “La segunda área en la que podríamos
colaborar estrechamente es la reconstrucción de la red ferroviaria, que
en Uruguay se encuentra en estado crítico”, comenta el experto.
La
tercera dirección es la pesca y la cría de pescado de agua dulce.
“Rusia ha sido invitada a faenar en el Atlántico Sur. En tiempos
soviéticos, tenía sede en Montevideo una flota pesquera rusa, así que ya
contamos con experiencia positiva a este respecto”, declara el experto.
En
conjunto, la experiencia demuestra que, a pesar de sus modestas
dimensiones geográficas, Uruguay, al margen de qué partido esté en el
poder, es un socio fiable político, comercial y económico de Rusia en la
región.
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