Emprendedores rusos toman España como base

Katia Kafiónova (a la izquierda), creadora de la plataforma bebedigital.com, y Tatiana Kúrochkina, directora de una galería que lleva su nombre en Barcelona. Fuente: Tomas Bella

Katia Kafiónova (a la izquierda), creadora de la plataforma bebedigital.com, y Tatiana Kúrochkina, directora de una galería que lleva su nombre en Barcelona. Fuente: Tomas Bella

Tecnología, medios de comunicación, comercio online, arte, cada vez los emprendedores rusos lideran más proyectos en España.

Rusia es tierra de emprendedores. Quizá porque también lo sea de navegantes, aventureros o geógrafos. Es una cicatriz que se lleva bajo la piel. De hecho, algunos casos de éxito se estudian estos días en las escuelas de negocios de medio mundo. Son los pupitres donde se forman las élites. En esos encerados se habla de Alexander “Sasha” Galitsky, cofundador de la empresa de inversión Almaz Capital.

Rusia, un país de ‘ángeles’

El emprendimiento viaja en Rusia a la velocidad de la luz. El país ha construido un vibrante ecosistema de business angels y fondos de capital riesgo deseosos de encontrar startups a las que apoyar. Instrumentos de inversión como Rusnano, Russian Venture Company y Almaz Capital peinan canas a la hora de identificar y apoyar compañías emergentes y pymes.

Pero también del paradigma de Serguéi Beloúsov y cómo este emprendedor ha dibujado una exitosa carrera en los predios del capital riesgo. Ambos ejemplos representan esas nuevas miradas que han logrado que Yandex derrote a Google como el buscador más utilizado (60%) en Rusia o que sea una firma del país, CreoPop, la primera del mundo en pergeñar un bolígrafo cuyos trazos son en tres dimensiones.

“Los emprendedores rusos resultan excepcionales a la hora de lidiar con la incertidumbre y los entornos que cambian a gran velocidad. No tienen miedo a arriesgar, se esfuerzan en aprender de los errores y lo vuelven a intentar”.

Estas palabras llegan de una voz rotunda. Richard Kivel es presidente del MIT Entrepreneurial Forum (MITEF), patrono de la Fundación Bankinter y gestor en Bridgewater Associates. ¿Le suena? Es el fondo de alto riesgo más grande del planeta. En su caja guarda 120.000 millones de dólares (91.000 millones de euros) en activos.

Con esta vocación en el ADN, poco sorprende que los emprendedores y el emprendimiento viajen bien fuera de Rusia. En su paso por España, deja, entre otras, propuestas de comercio electrónico, tecnología o comunicación, demostrando que la curiosidad de los empresarios rusos es tan extensa como su país. Escuchemos algunos relatos.

Los niños son una pasión para Katia Kafiónova. Por eso, junto a su marido, Dmitri Jódyrev, informático, ha creado en Barcelona la plataforma bebedigital.com. Un establecimiento que vende productos para recién nacidos. Un negocio que encaja con su identidad. “Los emprendedores rusos tienen predilección por el comercio online porque los resultados económicos llegan pronto”, analiza Rodolfo Carpintier, uno de los businessangels (personas que financian proyectos empresariales en sus fases incipientes, a cambio de un participación accionarial) más reconocidos de España.

Varias organizaciones sostienen la ambición empresarial de los jóvenes. OPORA-Russia, GSEA (Global Student Entrepreneur Awards), Center for Entrepreneurship y la fundación Skolkovo son el peto y el espaldar del movimiento emprendedor ruso. Al que respaldan también fondos internacionales que contienen capital del país como Virgin Green Fund o DFJ-Aurora. De hecho, la última edición del G20 Young Entrepreneurs Summit —reúne a 20 naciones líderes en la promoción de jóvenes emprendedores—se celebró en Moscú. Se ve que emprender en el frío está de moda.

Tal vez sea así, pero en el caso de Katia es un ejercicio, también, de perseverancia. Estudió Comercio Exterior en la Escuela Estatal de Minsk en Bielorrusia. En ese centro escogió el español como segundo idioma. “Es una lengua que me fascina”, apunta Kafionova. Y se decidió a utilizar los dos materiales que mejor maneja: las palabras y los números. Por eso, tras iniciar su formación en Rusia, la completa en la Universidad de Barcelona. Con esos saberes empezará a dirigir las finanzas de una empresa de distribución de artículos para bebés. Allí estará 12 años y allí germinará la idea de su nuevo proyecto.

En diciembre del año pasado lanza la tienda digital y crece con la ayuda del boca a boca y de su idioma materno. “Tenemos muchos clientes que solo hablan ruso o inglés y por eso se sienten muy cómodos con nosotros. Hemos conseguido un nicho de mercado propio”, cuenta orgullosa.

Estamos leyendo un relato que revela una forma de ser y también de estar. “Los empresarios rusos basan sus negocios en un networking muy cerrado de contactos de su propio país”, sintetiza Carlos Blanco, director en España de First Tuesday, una plataforma que pone en contacto a emprendedores con inversores privados. Pero ¿es así?

La historia empresarial de David Keshabyán, 35 años, lo confirma y lo desmiente. Su padre, violinista, fue contratado en 1993 por la Orquesta Sinfónica de Murcia. De esta forma llegó Keshabyán a España. Poco a poco fue moldeando su vida profesional y académica. Cinco años en el BBVA, un Máster en Administración de Empresas en el Instituto de Empresa de Madrid y, de fondo, asegura: “la pasión por vivir dos culturas”.

Dmitri Jódyrev,
creador de la plataforma
             bebedigital.com

Pero su iniciativa también es la derivada de una pregunta. ¿Qué puede necesitar la comunidad rusa? Keshabyán encontró la respuesta en “una revista trimestral en papel y de calidad que habla en ruso y español de economía, cultura y actualidad”, resume el emprendedor.

El primer número de Impuls + se publicó en 2010. Unos 10.000 ejemplares, 192 páginas, y una distribución distinta. Se entrega, principalmente, en mano en el aeropuerto de Alicante y en algunos restaurantes de la provincia. Es una forma de aprovechar el constante flujo de turistas rusos. Pronto aparecerá su versión en apli y algo más tarde —si los vientos económicos son favorables— David Keshabyán lanzará otra revista para los visitantes de la Unión Europea que llegan al mediterráneo español. ¿Quién dijo que el papel y el periodismo no tienen futuro?

Porque en eso, en levantar la vista y mirar hacia el horizonte, son expertos los emprendedores rusos. “El país tiene un gran éxito en el desarrollo de tecnologías de la información y en crear software avanzado. Aunque también hay áreas como Big Data y robótica que van cada vez mejor”, analiza Richard Kivel. Mucho tiene que ver la profunda tradición de las escuelas técnicas del país.

Palabras que forman frases que construyen párrafos de un relato que se ha transformado en una de las novelas más interesantes del emprendimiento actual. Porque esta presencia de empresarios rusos en España no llega por azar.

Organizaciones como el centro de investigación Skolkovo (Moscú) y ciudades tecnológicas del estilo de Novosibirsk y Tomsk (ambas en Siberia) son fuentes de talento que han tenido su réplica en las principales escuelas de negocios españolas (Esade, IESE, IE, Esic). Por esta razón en sus campus ya se forman algunos de los emprendedores rusos más brillantes.

Alexander Kazakov es un antiguo alumno del Máster de Management del Instituto de Empresa. Se graduó en 2013 y se ha embarcado como director tecnológico en Glownet, una startup que aplica la tecnología móvil en grandes eventos. Con sede en Londres asegura que está revolucionando la experiencia de asistir a un festival de música. A través de un sistema de radiofrecuencia (RFID) controlan la entrada al recinto y también el pago sin dinero físico (cashless, en su acepción inglesa). Tecnologías, como se escribe ahora, disruptivas.

Un poco más cerca, en Barcelona, Tatiana Kúrochkina trata de casar esa tecnología y el arte. Desde hace 15 años dirige la galería homónima en la capital catalana. Un espacio con sus reglas. Solo trabaja con creadores contemporáneos barceloneses o que vivan en la ciudad. Sin embargo este proyecto “se está transformado en otro”, aventura Kúrochkina. ¿A qué se refiere? Habla de New Art Foundation. Un centro, con vocación internacional, que aglutinará tecnología, ciencia y arte. Su próximo reto.

Porque si algo está prohibido en el mundo de los emprendedores es la quietud. Lo sabe bien Liliya Akhmetzhanova: “Mi sueño es trabajar en el área de investigación de mercado”, asevera. Liliya es muy joven, 21 años, y está completando un Máster en Marketing por la escuela de negocios Esic; pero ya persigue su particular marmita de oro al final del arco iris.

Al fin y al cabo emprender es un viaje por la vida y una forma de crear vínculos económicos, sociales y culturales. Porque sin duda “la interacción es el comienzo de todo diálogo”. Es la frase que lanza otro emprendedor, Minus Tjeenk, Máster en Management Internacional por el Esade y responsable del programa Manager Outgoing Exchange de la fundación Beyond West, que quiere acercar la sociedad de Corea del Norte al mundo occidental. ¿Y qué mayor emprendimiento que la interacción con la democracia?  

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