“Hay que superar la lógica de sanciones y amenazas”

Entrevista exclusiva al ministro Serguéi Lavrov. Fuente: Photoshot / Vostock-Photo

Entrevista exclusiva al ministro Serguéi Lavrov. Fuente: Photoshot / Vostock-Photo

En una entrevista exclusiva con RBTH, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, analiza la situación en Ucrania y la actual relación entre Rusia y la Unión Europea. Según él, Rusia y la UE no solo pueden restablecer el statu quo previo al conflicto, sino también avanzar si superan la lógica de sanciones y amenazas.

¿Qué puede hacer Rusia para la resolución de la crisis ucraniana? 

Nuestra posición es muy clara: queremos la paz en Ucrania, lo cual sólo es posible alcanzar por medio de un amplio diálogo nacional con la participación de todas las regiones y de todas las fuerzas políticas del país. Precisamente así lo acordaron en Ginebra, el 17 de abril, Rusia, Estados Unidos, la Unión Europea y Ucrania. 

Rusia apoya activamente la creación de condiciones favorables para la resolución pacífica de los graves problemas con los que se encuentra Ucrania. Durante la reunión mantenida el 26 de agosto en Minsk entre el presidente Vladímir Putin y su homólogo ucraniano Petró Poroshenko se subrayó que era imprescindible el inmediato cese del derramamiento de sangre y la transición a una solución política del conjunto de problemas que afecta al sudeste del país. 

El 3 de septiembre Putin promulgó un plan de siete puntos  para la estabilización de la crisis ucraniana. Conforme a los resultados de la reunión del Grupo de Contacto Trilateral, celebrada el 5 de septiembre en Minsk, los representantes del Presidente Poroshenko y dirigentes de las Repúblicas Populares de Donetsk y de Lugansk (RPD y RPL) firmaron un protocolo sobre qué pasos conjuntos dar, con vistas a aplicar la iniciativa del presidente de Rusia. 

Este acuerdo es un paso importante en el proceso para el arreglo pacífico de la crisis en Ucrania, está llamado a servir como punto de apoyo para el establecimiento de un diálogo político intraucraniano con el fin de buscar vías para un acuerdo nacional. Creemos que todas las disposiciones del documento se deben cumplir rigurosamente. 

Observamos que en conjunto se respeta el cese del fuego, aunque hay también incidentes aislados en los que las partes se lanzan acusaciones mutuas. Es importante que no vayan a más y no conduzcan a nuevas operaciones militares. Estamos preocupados por las noticias surgidas respecto a la concentración de armamento pesado por parte de siloviki ucranianos en una de las regiones. Las autoridades de Kiev nos aseguran que no está prevista una ruptura del armisticio. Seguiremos atentamente la situación. Apoyamos la propuesta de los dirigentes de las Repúblicas Populares de Donetsk y de Lugansk para que se desplieguen urgentemente observadores de la OSCE en aquellas regiones en que las partes del conflicto están en contacto. 

La prioridad y la modalidad de la aplicación de las medidas contenidas en el protocolo de Minsk serán acordadas  complementariamente entre las partes. Contamos con el apoyo por parte de los socios extranjeros para la ejecución de las disposiciones del documento.

¿Es posible que se produzca una escalada de la crisis ucraniana y, en base a ella, el surgimiento de un conflicto militar en Europa?

Hoy Ucrania se enfrenta a una elección: optar por el camino de la paz y del diálogo constructivo o decantarse por el autoritarismo y una dictadura nacional-radical. La solución está en manos de Kiev y de la sociedad ucraniana.

Por nuestra parte estamos convencidos de que existe una oportunidad real para zanjar la guerra fratricida en Ucrania. 

Para ello, en paralelo con el cese del fuego, hay que entablar, lo más pronto posible, un diálogo intraucraniano sustancioso, abierto e inclusivo con la participación de representantes de todas las regiones, de todas las fuerzas políticas. En el marco de este diálogo se debe discutir un conjunto de cuestiones relacionadas con el sistema constitucional y, en general, con el futuro país en el que resultaría confortable y seguro vivir a todas las nacionalidades, las minorías y las regiones, donde se respetarían por completo los derechos humanos en toda su diversidad.

Con el fin de evitar que se produzca una escalada en la situación en Ucrania, es esencial que todos los actores externos sin excepciones manifiesten discreción. Por desgracia, esto no es algo que se pueda decir en relación con las acciones de algunos socios occidentales que, en lugar de un análisis serio de los complicados procesos internos socio-políticos del país, prefieren achacar a Rusia, sin fundamento alguno, toda la responsabilidad de los acontecimientos. 

Nos llama la atención el papel destructivo de la OTAN a lo largo de toda la crisis intraucraniana. En particular, la Alianza se ha decantado por el fortalecimiento militar de Ucrania, empleado, como se sabe, contra la población civil. La dirección de la OTAN apoya la voluntad de los Estados miembros para aumentar el volumen de abastecimiento a Ucrania con medios especiales y maquinaria militar que pueden ser utilizados por las autoridades ucranianas para ejercer la represión interna. De este modo, Kiev prácticamente está empujando a que se produzca una resolución del conflicto por la fuerza. 

La esencia y el tono de las declaraciones de la cumbre de la OTAN, celebrada en Reino Unido sobre la situación en Ucrania, junto con los planes anunciados para la realización de maniobras conjuntas entre los países de la Alianza y Kiev en territorio ucraniano hasta finales de este año, claramente no contribuyen al proceso de paz y ha hecho sino incrementar la división en el seno de la sociedad ucraniana. 

Con todo, estamos dispuestos a cooperar con los socios occidentales para resolver la crisis en Ucrania. Esperamos que Estados Unidos y la Unión Europea hagan valer su influencia para reconducir a las autoridades ucranianas al camino de la paz. 

Cada vez son más frecuentes, especialmente en los medios de comunicación occidentales, declaraciones sobre que las tropas rusas se pueden introducir en Ucrania e incluso que ya han cruzado la frontera y se encuentran en territorio ucraniano. En su opinión, ¿es esto posible? 

Consideramos estas declaraciones como manifestaciones de la guerra informativa. No es la primera vez que se vierten acusaciones de intervención militar rusa en el conflicto: desde el comienzo de la crisis nos han acusado prácticamente de todo. Además, nunca nos han mostrado los hechos. 

La ausencia de pruebas, la ocultación y la tergiversación de la verdad es un rasgo característico de la postura de los Estados Unidos y de una serie de países europeos. Esto atañe también a las afirmaciones sobre los movimientos de nuestras tropas, a la investigación sobre el accidente del Boeing malasio, a las tragedias de Maidán o de Odesa,  y a muchas otras situaciones. 

El avión de Malaysia Airlines siniestrado añadió horror a lo que está ocurriendo en la región. ¿Cuál es la valoración de Rusia sobre el desarrollo de la investigación de lo ocurrido con el avión en el este de Ucrania?

El siniestro del avión malasio es una tragedia terrible. No sólo causó numerosas pérdidas humanas, sino que también fue utilizado para exacerbaciones destinadas a crear tensión internacional, ejerciendo presión sobre Estados y obligando a sanciones “sectoriales” contra Rusia. 

Desde el 17 de julio exigimos una investigación internacional abierta y objetiva. La resolución 2166, adoptada el 21 de julio por el Consejo de Seguridad de la ONU, prevé una investigación independiente, exhaustiva y multilateral, con arreglo a las directrices y normas de la organización de la Aviación Civil Internacional. 

Dada la amplia resonancia internacional de la tragedia, consideramos que esta investigación no sólo es fundamental para establecer las verdaderas causas del accidente y para llevar ante la justicia a los responsables. Se trata del mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales. Apoyamos el estricto cumplimiento de la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, conforme a la cual el Consejo tendrá “bajo control” el desarrollo de la situación. 

Instamos a todas las partes a que se abstengan de hacer declaraciones acusatorias sin fundamento que socavan los pilares de la comunicación internacional y que constituyen flagrantes actos de injerencia en la investigación. 

Por desgracia, constatamos que hay un evidente retraso en la investigación. El informe presentado por la Comisión Internacional no proporciona información concluyente sobre las circunstancias del accidente aéreo. No se han efectuado pruebas periciales e investigaciones esenciales, como la recogida y el análisis de los restos del avión, la búsqueda de fragmentos del siniestro o pruebas periciales patologoanatómicas. 

Sin estos datos es imposible alcanzar cualquier conclusión sobre las causas del incidente. Además, el Ministerio de Defensa ruso y Rosaviatsia, la agencia federal de aviación rusa, no han recibido respuestas a las preguntas formuladas con anterioridad. 

Es sorprendente también la ausencia en el informe de la mención a la resolución 2166 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y al mecanismo prevista por ella de informes del Secretario General de la ONU sobre el desarrollo de la situación en el contexto de la investigación. 

No cuestionamos el derecho soberano del “gobierno de los acontecimientos” (Ucrania) a determinar el plan organizativo de la investigación del accidente ocurrido en su espacio aéreo. 

Sin embargo, estamos convencidos de que ese plan debe garantizar que la investigación sea verdaderamente internacional y la suficiente “transparencia” en su organización.  Es importante, además, que los miembros del grupo de expertos internacionales de diferentes Estados mantengan un estrecho contacto entre sí, como un único equipo, sin intervenciones externas, así como tener un acceso equitativo y justo a todos los materiales de la investigación. 

Se debe llegar hasta el fondo de la verdad. Es nuestra firme exigencia, habida cuenta que algunos Estados miembros no muestran un entusiasmo particular respecto a que se lleve a cabo una investigación transparente y responsable.

No debemos permitir que se eche un tupido velo sobre la aclaración de las circunstancias del accidente del vuelo MN17, como ha ocurrido ya con muchas otras tragedias ucranianas, incluido el asesinato en febrero de civiles por parte de francotiradores en Kiev, la sangrienta carnicería en Odesa y Mariúpol en mayo, etc. Conseguiremos decididamente llevar ante la justicia a todos quienes sean culpables de estos crímenes. 

La cantidad de víctimas mortales como resultado del conflicto es ya muy elevada. Decenas de miles de personas se han visto forzadas a abandonar sus hogares a causa de los bombardeos. ¿Qué opina de la situación humanitaria en Ucrania? 

Creemos que la situación humanitaria en el sureste del país es catastrófica. Nuestra valoración es ampliamente compartida por muchas organizaciones internacionales: incluso la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU, el Comité Internacional de la Cruz Roja y el Consejo de Europa. 

Escudándose en la ofensiva de los milicianos, durante la operación punitiva en Donetsk y Lugansk, Kiev utilizó intensamente artillería pesada, múltiples sistemas de lanzamientos de cohetes, aviones e incluso misiles balísticos y “bombas de fósforo”. Sometieron a Donetsk y Lugansk con ataques aéreos masivos. Como resultado, más de 2.000 personas murieron y más de 5.000 resultaron heridas, entre ellos muchos niños.

 Además, quien más ha sufrido es la población civil. Se destruyeron infraestructuras de importancia vital, incluida la electricidad y el suministro de agua, edificios públicos y viviendas. Debido a la inseguridad y a la destrucción de doscientas escuelas se ha interrumpido prácticamente el inicio del año escolar en los óblast de Lugansk y Donetsk. En Lugansk cerca de 250.000 personas llevan más de un mes sin agua. 

En los últimos cinco meses, más de 830.000 ciudadanos de Ucrania se han desplazado al territorio de la Federación de Rusia. Desde comienzo de año más de 254.000 presentaron peticiones a las autoridades rusas para que les concedan el estatus de refugiado, el asilo temporal, y para participar en el Programa Federal de Emigración Voluntaria de Compatriotas. Más de 57.000 personas se encuentran en alojamientos temporales en diversos puntos a lo largo del territorio de Rusia. 

En el boletín sobre Ucrania del 5 de septiembre, la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) constataba la continua degradación de la situación humanitaria en el sureste del país, el aumento del número de personas desplazadas y de víctimas civiles. La mayor preocupación de la población del sudeste, en vísperas del invierno, es cómo mantendrán su vivienda caldeada y conseguirán artículos de primera necesidad. 

Rusia ya ha prestado ayuda humanitaria al sudeste de Ucrania. ¿Tendrá continuación esta práctica? 

Sí, desde luego. Conforme al acuerdo alcanzado por Vladímir Putin y Petró Poroshenko durante su reunión del 26 de agosto en Minsk, tenemos intención de enviar a los óblast ucranianos de Lugansk y Donetsk, en cooperación con la parte ucraniana y el Comité Internacional de la Cruz Roja, una segundo contingente de ayuda humanitaria, incluidos alimentos, medicinas, maquinaria generadora de electricidad.

Creemos que la entrega se efectuará con la participación de los agentes de los servicios fronterizos y de las aduanas de Ucrania, así como de representantes del CICR, y la distribución de ayuda a los necesitados se efectuará bajo los auspicios del CICR.

Son muchos los que hablan de una nueva Guerra Fría entre Rusia y Occidente, teniendo en cuenta la imposición de sanciones económicas contra Rusia por parte de Estados Unidos y los países miembros de la Unión Europea. Si estos países siguen endureciendo sus sanciones, ¿qué medidas podría adoptar Rusia? 

En reiteradas ocasiones hemos valorado la práctica en general de aplicar sanciones. Consideramos que los intentos de influir en la situación de crisis por medio de medidas unilaterales, fuera del marco de las decisiones del Consejo de Seguridad de la ONU, contradicen las normas y los principios del derecho internacional, amenazan la paz y la estabilidad globales. Además, estas medidas son un arma de doble filo, a menudo resultan más peligrosas para quienes las imponen que para contra quienes van dirigidas. Por ejemplo, las pérdidas económicas de los Estados de la Unión Europea debido a la imposición de sanciones serán muy perceptibles. 

Es evidente que la continuación de la presión en forma de sanciones sobre Rusia no ayudará a resolver la crisis intraucraniana, y sólo comportará el ahondamiento de la oposición, complicará el diálogo. Estamos examinando un nuevo paquete de sanciones de la Unión Europea contra nuestro país, que entró en vigor el 12 de septiembre, como una respuesta de Bruselas que no toma en cuenta las realidades a resultas del encuentro en Minsk del Grupo de Contacto para el arreglo de la situación en Ucrania. La Unión Europea está mandando en realidad una señal de apoyo directo a quienes apoyan la guerra en Kiev, que no están interesados en la aplicación de las disposiciones del protocolo de Minsk y a encauzar la situación del país por la vía de la paz. 

En Washington y Bruselas deben comprender que nos reservamos el derecho a hacer todo lo que sea necesario para proteger nuestros intereses legítimos, incluidos los intereses de seguridad nacional a todos los niveles. 

Sin embargo, esperamos que finalmente prevalezca el pragmatismo y el sentido común de los socios. Estados Unidos, la Unión Europea y otros países, finalmente, tienen que escuchar la voz de la razón y romper ese absurdo círculo vicioso de actuaciones conforme al principio del “ojo por ojo”, que ellos mismos iniciaron. 

¿Podrán Rusia y los países europeos, en un futuro cercano, recuperar la confianza mutua perdida? 

Respuesta: Es evidente que en este momento las relaciones entre Rusia y la Unión Europea atraviesan una dura prueba de resistencia. La línea destructiva de los socios europeos con respecto a la crisis intraucraniana es el uso de dobles raseros en la valoración de la  situación en Ucrania, la imposición infundada de la responsabilidad contra nosotros por la tragedia allí ocurrida y los intentos de presionar con sanciones están minando seriamente la confianza en Europa.

Sin embargo, estoy convencido de que aún no hemos llegado a un “punto de no retorno” en nuestras relaciones. Esperamos que la “red de seguridad” creada durante años resulte lo bastante sólida y nos permita no sólo restablecer el statu quo previo al conflicto sino también avanzar. Para ello, es necesario superar la lógica viciosa de sanciones y amenazas, pasar a la búsqueda constructiva y pragmática para resolver los problemas que se han acumulado.

Es importante que el sentido común y la comprensión de la política de “callejón sin salida” que se ha llevado a cabo en relación con nuestro país prevalezcan sobre sentimientos “rapaces”. 

Consecuentemente creemos que no hay alternativa razonable a la continuación de una cooperación mutuamente beneficiosa en igualdad de condiciones entre Rusia y la Unión Europea: es mucho lo que nos une en términos geográficos, económicos, históricos, humanos. 

Consideramos que, a pesar de la difícil situación actual, el hecho de que no hay alternativa para la formación de un único espacio económico y humanitario desde el Atlántico hasta el Pacífico, apoyado en los principios de la indivisibilidad de la seguridad y la amplia cooperación, debería ser evidente para todos. 

Además, para lograr esta misión estratégica, son necesarias unas premisas: unas raíces comunes de civilización y cultura, un alto grado de complementariedad entre las economías, el compromiso a las normas comerciales comunes de la OMC, sobre las bases de las cuales se desarrolla también la Unión Europea y la Unión Económica Euroasiática, la necesidad de la búsqueda de fuentes de crecimiento y de desarrollo de la innovación. 

Haciendo caso omiso de esta realidad, nos toparemos inevitablemente una y otra vez con crisis, parecidas a esta ucraniana, que no son coherentes con los intereses a de estabilidad y prosperidad largo plazo para nuestro continente.

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