¿Pueden Estados Unidos y Rusia vivir el uno sin el otro?

Una profunda crisis afecta a las relaciones bilaterales. Fuente: AP

Una profunda crisis afecta a las relaciones bilaterales. Fuente: AP

Durante toda la historia de las relaciones ruso-estadounidenses tras la Guerra Fría, nunca se había alcanzado un nivel de contacto tan bajo como en la actualidad. Se han congelado o detenido los contactos bilaterales en prácticamente todos los ámbitos y a todos los niveles. Ambas partes compiten utilizando una retórica hostil, una desconfianza mutua y unas percepciones negativas más allá de las élites políticas de ambos países, influyendo enormemente en el estado de ánimo de la sociedad de Rusia y Estados Unidos.

La aguda crisis política en Ucrania lleva ya más de medio año ocupando el centro de la atención de los políticos, expertos y periodistas de todo el mundo. Parece que la dramática situación podría convertirse en un potente estímulo para hacer una reflexión crítica sobre la política contemporánea europea y mundial, para la búsqueda de nuevos enfoques sobre la seguridad internacional, para conseguir grandes avances conceptuales y dejar de lado unas doctrinas que ya han quedado anticuadas.

Hoy en día vemos que la colaboración ruso-estadounidense se ha quedado congelada, que se han interrumpido los contactos a varios niveles, que se está demoliendo el ya de por sí complejo edificio de la cooperación bilateral de Rusia y Estados Unidos. Esta tendencia resulta terriblemente peligrosa para ambas partes. Y para el resto del mundo también.

Por desgracia, en el caso de Ucrania esta norma general por ahora no funciona. Esta es la conclusión a la que se llega si se presta atención a las discusiones sobre el tema ucraniano en Estados Unidos. Pese a todo el pluralismo en las opiniones sobre las causas, la dinámica y las posibles consecuencias de la crisis ucraniana, en el ámbito de los políticos y expertos estadounidenses la discusión a este respecto se centra casi exclusivamente en dos aspectos.

En primer lugar, se discute vivamente la cuestión de las sanciones contra Rusia. En segundo lugar, da la sensación de que las élites políticas e intelectuales estadounidenses intentan por todos los medios convencerse a sí mismas y a sus socios de que Estados Unidos es perfectamente capaz de prescindir de Rusia a la hora de resolver los problemas internacionales de mayor relevancia.

Curiosamente, los argumentos de Washington son sorprendentemente parecidos a la lectura que hace Moscú de la crisis en Ucrania. Por un lado, también intentamos una y otra vez demostrarnos que no nos dan miedo las sanciones y que difícilmente podría dar Occidente un paso que dañe significativamente nuestros propios intereses. Por otro lado, en las portadas de los periódicos y en las pantallas de los televisores nos repiten sin parar que Estados Unidos no lo es todo y que Rusia no perderá tanto si se reduce al máximo la cooperación con este país, ya que bastará con reorientar la política exterior hacia otras regiones del mundo.

Ígor Serguéyevich Ivanov, (Moscú, 1945), diplomático y político ruso. Fue Ministro de Relaciones Exteriores de Rusia de 1998 a 2004, sucediendo a Yevgeni Primakov. Se opuso a las acciones de la OTAN en Yugoslavia y a la invasión estadounidense de Irak. Serguéi Lavrov le sustituyó en el cargo. Actualmente es profesor en la universidad MGIMO de Moscú.

En el contexto de esta polémica es difícil encontrar ideas frescas y propuestas innovadoras para salir de la crisis. Sin embargo, resulta extremadamente fácil encontrar un estilo, unos sellos propagandísticos y unos estereotipos más propios de la época de la Guerra Fría, que hace varios años parecían irreversiblemente anticuados y extinguidos para siempre.

En lo que respecta a la convicción de que Rusia puede vivir perfectamente sin Estados Unidos, y ellos sin nosotros, evidentemente cabe aclarar qué es lo que se entiende por 'vivir perfectamente'. Por supuesto, las relaciones económicas entre ambos países no son significativas.

Además, hace tiempo que todos sabemos que en el actual mundo multicéntrico, el eje Moscú – Washington ya no tiene el papel central que tenía durante la segunda mitad del siglo pasado.

No obstante, pocos negarán que el enfriamiento de las relaciones ruso-estadounidenses dificultará en gran medida la solución de una multitud de problemas internacionales de la mayor variedad, mientras que otros resultarán del todo imposibles de solucionar.

Afectará a las crisis regionales y a la no propagación de las armas nucleares. A la lucha contra el terrorismo internacional y el narcotráfico. A la administración de los recursos naturales y de los procesos migratorios mundiales. A la conquista del espacio y a la cooperación internacional en el Ártico. A la reforma de las organizaciones internacionales y a la creación de nuevos regímenes internacionales.

Existe la opinión de que continuar el diálogo en un momento de crisis es una muestra de debilidad. Como si significara enviar una señal falsa a la otra parte y dejar ver que existe la posibilidad de ceder. Como diplomático con una larga experiencia a mis espaldas, puedo asegurar que es no es en absoluto así. El propio hecho de estar dispuesto al diálogo no significa ni mucho menos estar dispuesto a ceder automáticamente. Antes al contrario, únicamente mediante el diálogo se puede intentar convencer a nuestro socio de que cambie de opinión, haciéndole ver la lógica de nuestros argumentos y nuestra propia opinión sobre la situación. La historia demuestra que la interrupción del contacto y la introducción de sanciones y restricciones pocas veces han llevado a una solución exitosa de los conflictos.

Toda crisis pone a prueba a todas las partes implicadas. ¿Serán estas lo suficientemente hábiles como para no “quemar puentes” ni dejarse llevar por las emociones del momento, para ver más allá de las victorias y derrotas tácticas unas perspectivas a largo plazo? Sólo queda esperar que Rusia y Estados Unidos pasen esta prueba con el menor número posible de pérdidas, tanto para ellos como para el resto del mundo.

Ígor Ivanov es ex ministro de Asuntos Exteriores de la Federación de Rusia.

Artículo publicado originalmente en Russia Direct   

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