El número de reservas desciende un 6% en la primera mitad de 2014, tras cinco años creciendo en doble dígito. Fuente: Alamy / Legion Media
Las previsiones para este 2014 eran igualmente halagüeñas, sin embargo, circunstancias coyunturales han provocado una importante desaceleración. A pesar de que Iberia ha reabierto la ruta directa a San Petersburgo, el número de turistas rusos a España ha crecido un tímido 2,6% en los cinco primeros meses del año. En el conjunto de la Eurozona el frenazo ha sido aún más pronunciado, con un descenso del 20%.
Esta circunstancia ha despertado preocupación
en el sector hostelero, pues no sólo vienen menos rusos, sino que se quedan
menos tiempo. Juan Molar, presidente de la patronal (CEHAT), ha informado esta
semana de un descenso del 6% en el número de reservas de los turistas rusos en
la primera mitad del año, caída que se calcula alcance el 9% para final de
2014.
Los visitantes rusos todavía son cuantitativamente minoría si los comparamos
con ingleses y alemanes, pero su
descenso supone igualmente un revés para
el sector turístico español, dado que el cliente ruso es de interés estratégico
por su elevado poder adquisitivo, sus largas estancias y el enorme margen
de crecimiento, al tratarse de un mercado relativamente joven. Un visitante
ruso gasta 138 euros al día y un total de 1.487 durante su estancia,
estadísticas bastante por encima de la media general, que se sitúa en 109 y 976
euros, respectivamente.
En 2013, los rusos registraron nueve millones
de pernoctaciones, el 3.1% del total del país. La región más afectada por el
descenso de este año es Cataluña, que recibe la mitad del turismo
ruso en España. Por ejemplo, en la Costa Dorada los rusos fueron mayoría en
2013, el 41% entre lo extranjeros.
El motivo principal de la desaceleración lo encontramos en la devaluación
del rublo
respecto al euro que, sin ser brusca, reduce el poder adquisitivo del turista
ruso en Europa. Si hace dos años el cambio se movía alrededor de 1 a 40, en los
primeros meses de 2014 alcanzó 1 a 50, es decir, una devaluación de alrededor
del 20%.
Algunos medios occidentales quisieron ver un efecto de las sanciones tras la anexión de Crimea, pero la caída del rublo había empezado meses atrás. La intervención del Banco Central de Rusia ha frenado el desplome de la divisa y el cambio se mueve actualmente en el ratio del 1 a 47, que supone de todas formas una devaluación del 15% respecto a dos años atrás. Esta circunstancia apenas afecta a la clase alta, pero sí a la clase media, que es al final la que acapara el crecimiento en número absoluto de visitantes y pernoctaciones.
El principal beneficiado es Turquía, en cuyas playas del Sur, zona de Antalia, hay tantos turistas rusos (tres millones anuales y subiendo) que se puede pagar directamente con rublos en tiendas, restaurantes y hoteles. Además, es más barato que los destinos europeos y no requiere visado. Lo mismo sucede con Chipre y Malta, que también se han visto beneficiados, aunque el verdadero deseo del Gobierno ruso es reconducir ese turismo hacia destinos interiores, Sochi y Crimea, principalmente. Viene invirtiendo mucho dinero para el desarrollo de las infraestructuras turísticas de esas zonas. Además, ha prohibido a los agentes de las fuerzas de seguridad (más de dos millones, cabezas de familia en su mayoría) pasar sus vacaciones en el extranjero. Sin embargo, Crimea y sobre todo Sochi son destinos caros para el ruso de clase media, al menos en la comparación con por ejemplo Turquía.
Otro motivo del frenazo del turismo ruso a España en concreto y a Europa en general lo encontramos en el conflicto socio-político a cuenta de Ucrania, que ha enrarecido las relaciones entre Moscú y Bruselas. “Los turistas rusos miran con recelo hacia la Unión porque no tienen muy claro qué restricciones podrían afectarles allí”, explica Galina Dejtiar, catedrática de la Academia de Economía y Empleo Público.
“Aunque muchos consulados extranjeros en Rusia, entre ellos el español, corrieron a aclarar que las sanciones no afectaban a los ciudadanos corrientes, muchos turistas han pensado que tendrían problemas para obtener los visados para la zona Schengen”, lamenta Manya Lomidze, directora ejecutiva de la ATR, Asociación de Touroperadores de Rusia, cuyo pronóstico para el conjunto del año es francamente negativo: el descenso en el número de visitantes rusos se moverá entre el 15 y el 20%.
Un tercer motivo para esta desaceleración del turismo ruso es el bache que atraviesa la propia economía del país, que tras varios años creciendo a un ritmo de alrededor del 4% del PIB, el propio de su condición de país BRICS, cayó hasta el 1,3% en 2013, cifra que se repetirá en este 2014. Una desaceleración que afecta a todos los niveles de la economía, entre otros, algunos claves para el turismo como la evolución salarial.
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