El antes y el después de los residentes rusos en España

Actualmente hay cerca de 65.000 empadronados, y hace 20 años apenas llegaban al millar. Fuente: alamy / legion media

Actualmente hay cerca de 65.000 empadronados, y hace 20 años apenas llegaban al millar. Fuente: alamy / legion media

Hoy la población rusa censada en España equivale al número de habitantes del municipio de Zamora, pero hace unos 20 años el número de rusos no llegaba a mil. En este periodo el perfil de los rusos ha cambiado considerablemente. Comprarte su opinión una ciudadana rusa, que ha observado la llegada de los rusos a España durante un cuarto de siglo.

Según los datos oficiales, en la última década el número de los ciudadanos rusos residentes en España se ha triplicado. A fecha de 1 de enero de 2014, el INE tenía provisionalmente contabilizados 64.653 rusos empadronados en España.  Es de destacar que dos tercios de la son mujeres (43.502). Entre los antiguos países de la URSS presentes en España, la comunidad rusa es la segunda más grande después de la ucraniana (88.207). En los últimos cinco años el número de los residentes rusos mantuvo un crecimiento medio del 6%.

En cuanto a la distribución geográfica, los rusos se concentran en tres comunidades autónomas: Cataluña (19.888), Comunidad Valenciana (17.547) y Andalucía (12.338). Con bastante distancia les sigue la Comunidad de Madrid con tan sólo 4.184 habitantes de nacionalidad rusa. Las Islas Canarias cuentan con 2.904 rusos, mientras que en las Baleares sólo viven 1.579 rusos. El resto de las Comunidades Autónomas, salvo la Región de Murcia, están por debajo de 1.000 habitantes rusos.  Estos datos son la imagen fiel de que a los rusos, en primer lugar, les atrae el buen clima. Por otra parte, también existe un fuerte “efecto llamada”.

La población rusa, residente a día de hoy en España es muy heterogénea, ya que está compuesta por los perfiles muy diversos. Desde la caída de la URSS, Rusia ha sufrido grandes transformaciones, tanto a nivel político como económico-social.

Actualmente, los rusos, en términos generales, se asocian al consumo y al elevado nivel de vida, pero, naturalmente, no siempre fue así.

Lada Sofía Borzig, tour leader  y traductora/interprete moscovita, afincada desde hace 25 años en España, comparte su apreciación al respecto. Ella se mudó a España por motivos familiares en el año 89, cuando aún existía la URSS. En aquel entonces, explica, era prácticamente imposible viajar al extranjero, debido a las restricciones del régimen soviético. “La gran mayoría de los residentes de Rusia viajaban a España porque tenían algún vínculo con el país (bien sea porque eran los “niños de la guerra”  o sus descendientes, o bien por contraer el matrimonio con los ciudadanos españoles)”, comenta Lada. 

En aquellos tiempos los rusos para los españoles eran unos visitantes muy exóticos, hasta tal punto de que cuando a la pregunta “de dónde eres” Lada contestó: “soy rusa”, le volvieron a preguntar, “¿de qué parte de Portugal eres?”. Se ve que el telón de acero tenía un poderoso efecto psicológico sobre todo el Occidente. 

Cambios en el perfil de los rusos

“En los años 90, el tipo de ruso que venía a España iba cambiando, como iba cambiando su percepción por los españoles. El perfil singular y romántico del soviético de los años 80 se ha sustituido básicamente por dos grupos sociales: inmigrantes en busca de trabajo poco cualificado (principalmente en el sector de la construcción y el sector servicios) y el nuevo rico, soberbio, ostentoso y hasta agresivo. 

En consecuencia, si anteriormente el hecho de ser de Rusia provocaba una gran sorpresa, en los 90, podía causar estupor, así como sembrar desconcierto y desconfianza entre los españoles. Finalmente, los turbulentos años 90 han pasado, dando paso a la nueva generación de residentes rusos: clase media con un buen nivel adquisitivo y con una capacidad de consumo notablemente superior a la de los nacionales de otros países europeos (tanto en restauración, como en ocio, así como en compras).” 

El carácter ruso y la Integración en España

En cuanto a la integración de los rusos en España, es buena, teniendo en cuenta que hay bastantes uniones matrimoniales hispano-rusas. En opinión de Lada, es bastante fácil integrarse en España, para ello sólo hay que cumplir las tres reglas básicas: “ser uno mismo, ser amable y saber sonreír”.

Sin embargo, hay diferencias culturales que hay que tener en cuenta.

Por ejemplo, para Lada, al igual que para la mayoría de los ciudadanos rusos, fue muy fácil adaptarse al carácter cordial y abierto de los españoles, así como a la amabilidad hispana. En cambio, le resultó difícil desligar el concepto de la aparente cercanía del concepto del compromiso y del trato basado en la confianza. En la cultura rusa, la cordialidad y cercanía es la consecuencia de una relación basada en la confianza y no una simple muestra de buenos modales. “Siempre sentí carencia de tener una amiga del alma en España”, añade Lada.

De ahí es que los rusos, en la mayoría de las veces, se perciben en los países mediterráneos o latinos como fríos, distantes e incluso bordes, ya que sólo muestran simpatía con los que realmente sienten afinidad. El ruso no es el mismo que hace 20 años, pero su alma continúa siendo un enigma para la mayoría de los occidentales y como bien describe la poesía de F. Tiútchev: “Con la razón no se entiende Rusia”.

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Alina Bondarenko es abogada y técnico de comercio exterior.

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