Fuente: Ria Novosti
¿Considera que los acuerdos que han firmado hoy los líderes de Rusia y China en Shanghái influirán en la política de sanciones de Europa respecto a Moscú?
A pesar de que los acuerdos sean básicamente de carácter económico, la visita posee, por extensión, un sentido geopolítico implícito. Al firmar documentos sobre energía y otros, de algún modo Rusia y China están intensificando el centro de fuerza en el mundo.
Al adoptar oficialmente una postura neutral frente a la cuestión ucraniana, China está mostrando de facto su apoyo a la postura de Moscú. Yo definiría esta estrategia de China como una 'neutralidad amistosa' en relación a la cuestión ucraniana. En la visita se han alcanzado soluciones para compensar las hipotéticas sanciones económicas de Occidente respecto a Rusia.
Además de los acuerdos que incluye el paquete oficial, yo destacaría la parte semioficial de las futuras negociaciones. Aunque es posible que, a raíz de la neutralidad oficial de China respecto a la cuestión ucraniana, esta parte no se divulgue.
Es sabido que en diciembre del año pasado el presidente Víktor Yanukóvich firmó un importante acuerdo de inversiones con China para construir un gran puerto de aguas profundas de uso civil en Crimea, así como otros grandes proyectos de inversión. Es evidente que de alguna forma estos contratos multimillonarios se reordenarán en clave ruso-china. A todo esto yo añadiría la iniciativa que ha planteado China para construir un puente a través del estrecho de Kerch.
A la luz de las perspectivas que se derivan de la visita, podríamos decir que nos encontramos ante el principio de un acercamiento entre Rusia y China que con el tiempo no solo abarcará el ámbito económico, sino también el político.
¿Cree que China pasará de aplicar esta política de neutralidad amistosa a mostrar su apoyo a las actuaciones de Rusia de una forma más abierta?
Teóricamente sí. Pero esto solo ocurrirá en caso de que el presidente estadounidense Barack Obama mantenga su política inflexible de confrontación en Asia. Se sabe que recientemente el presidente de EE UU ha viajado Asia: a Japón, Corea del Sur y otros países.
En Japón Obama declaró que las islas en disputa entre Pekín y Tokio pertenecen en exclusiva a los japoneses.
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Más aún, los EE UU han amenazado con salvaguardar la soberanía de Japón prácticamente por la vía militar, porque estas islas entran en la zona del Tratado de Seguridad entre América y Japón. Es decir, se estaba hablando de la posible creación de una especie de “OTAN asiática colectiva” con una orientación antichina en la que los estadounidenses incluirían también a Vietnam y Filipinas.
Si esta tendencia se acentúa, si Pekín interpreta definitivamente que en sus fronteras del sur se está formando, de facto y de iure, un bloque político militar enemigo que puede llegar a emprender acciones bélicas, está claro que el formato de la asociación estratégica ruso-china cambiará.
¿Considera posible una unión militar entre Rusia y China?
Es poco probable que todo eso desemboque en una unión político-militar. Pero existe de facto la cláusula 9ª del contrato de asociación estratégica y cooperación mutua que regula la seguridad en caso de que se presente una amenaza para una de las partes.
Se entiende que esta cláusula 9ª se puede complementar, ampliar o renovar.
Ya se ha formado el instituto anual de estudios bilaterales terrestres y de marina de guerra ruso-chinos. Parece que en los próximos tres o cinco años se llevará a cabo una profundización del contrato con la adición de nuevas cláusulas que regularán la seguridad y la cooperación estratégica. Sin embargo, la forma del contrato no cambiará.
Artículo publicado originalmente en ruso en
Rossíyskaya Gazeta.
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