Victoria rusa en las negociaciones de Ginebra

Serguéi Lavrov, ministro ruso de Asuntos Exteriores, junto con su homólogo estadounidense, John Kerry, tras la reunión celebrada en Ginebra. Fuente: Reuters

Serguéi Lavrov, ministro ruso de Asuntos Exteriores, junto con su homólogo estadounidense, John Kerry, tras la reunión celebrada en Ginebra. Fuente: Reuters

Tras las negociaciones, los políticos ucranianos han tenido la oportunidad de mantener unido al país. Sin embargo, independientemente de sus esfuerzos, el acuerdo de Ginebra ha sido un gran éxito para Rusia que permitirá solucionar algunas de las tareas más importantes.

El acuerdo cambiará el formato de la crisis ucraniana; de la confrontación al proceso político. En este sentido, podría equipararse al plan Medvédev-Sarkozy firmado tras la guerra ruso-georgiana en agosto de 2008.

En segundo lugar, las condiciones incluidas en el acuerdo no permiten utilizarlo exclusivamente para presionar al sur y al este de Ucrania. Como la mayoría de este tipo de documentos, el Comunicado de Ginebra contempla una ambigüedad interpretativa que depende de los intereses de una u otra parte.

Occidente puede exigir a Rusia que garantice el desarme de los “separatistas de Donetsk”, pero Rusia puede asimismo exigir el desarme de las milicias del Sector de Derechas, etc.

En tercer lugar y, quizás, lo más importante, el acuerdo mantiene las perspectivas de conservar una Ucrania unida. El hecho de que esto sea posible depende ahora de dos factores: de que el gobierno de Kiev logre frenar a los nacionalistas radicales y de que Kiev pueda llegar a un acuerdo sobre el nuevo formato de las relaciones con las regiones del sur y del este del país, que se inclinan por la creación de un estado federal. 

Una difícil elección para Kiev

En general, el éxito de las negociaciones de Ginebra ha sido una sorpresa, la mayoría de los expertos no esperaban ningún resultado de ellas. La prueba de que llegar a un acuerdo costó un gran trabajo es que las negociaciones entre los diplomáticos de Rusia, Ucrania, Estados Unidos y la UE se llevaron a cabo durante siete horas.

En el texto del Comunicado se indica la necesidad de comenzar un amplio proceso de negociaciones con la participación de las regiones de Ucrania acerca de la cuestión de una reforma constitucional.

Además, “todos los grupos armados ilegales deben ser desarmados y los edificios oficiales deben ser devueltos a sus propietarios legales. Debe prepararse una amnistía de todos los protestantes a excepción de aquellos que hayan cometido delitos graves”.

Finalmente, “en Ginebra se ha acordado que todas las partes deberán evitar cualquier acto de violencia, de intimidación y de provocación, y se ha rechazado y condenado enérgicamente cualquier manifestación de extremismo, racismo o intolerancia religiosa, incluido el antisemitismo”. El control del cumplimiento de las condiciones del acuerdo se ha impuesto a una misión especial de la OSCE que ya está operando en Ucrania.

Los expertos dudan que durante las siete horas que duró la reunión se debatieran únicamente estos puntos: se cree que, además del comunicado, se firmó también un acuerdo secreto. Sin embargo, el análisis de la parte revelada del acuerdo demuestra hasta qué punto se complican ahora las cosas para el gobierno de Kiev, y es que Moscú le ha obligado a Kiev a firmar el desarme del Sector de Derechas.

Otro aspecto importante del acuerdo es la obligación de Kiev de liberar a algunos activistas detenidos. Evidentemente, Ucrania puede declarar que están acusados de delitos graves, pero eso no será fácil de demostrar. Además, Moscú podrá exigir la liberación de los miembros de la Berkut, a los que Kiev hace responsables sin pruebas de los disparos contra los activistas del Maidán.

Por último, otra de las ventajas del Comunicado es que Moscú ha ganado tiempo. Ahora todos son conscientes de que el tiempo corre de parte de los federalistas. El Ejército ucraniano en el sureste del país se descompone, el débil gobierno de Kiev pierde legitimidad a los ojos de la población y Ucrania va derecha al colapso económico.

Por esta razón, cuanto más tiempo pase, más claro aparecerá el dilema ante Kiev: mantener la lealtad a Washington cueste lo que cueste y acabar perdiendo el control sobre el país, o comenzar a alcanzar acuerdos con sus regiones y con Moscú. 

Rusia continúa sorprendiendo a Occidente

En lo que respecta a las relaciones entre Rusia y Occidente, los últimos acontecimientos en la crisis ucraniana (el agravamiento de la situación en el este y las negociaciones en Ginebra) permiten sacar dos importantes conclusiones.

La primera es que Rusia finalmente ha logrado 'explicar' a Occidente (y no sólo a Europa, sino también a Estados Unidos) que no puede comportarse en una región que afecta a los intereses vitales principales de Rusia como si esta no existiera.

En la política de Estados Unidos y Europa se había reafirmado la siguiente idea acerca de la Federación Rusa: es una potencia en extinción que tarde o temprano caerá, no tiene ninguna alternativa a seguir privada de la integración en el espacio europeo y de ningún modo podrá impedir la política de expansión de influencia de Occidente.

Por esta razón, cuando durante la crisis ucraniana Rusia demostró que no ve ningún valor especial en sus relaciones con Occidente, al tiempo que revelaba sus enormes posibilidades, esto no solo fue un golpe para Estados Unidos y la UE, sino que les provocó un verdadero shock.

La segunda conclusión es que a pesar de la importancia de la llamada 'fuerza blanda', la fuerza 'dura' sigue teniendo un valor fundamental. La 'fuerza blanda' funciona cuando es necesario llevar a cabo alguna corrección, cuando la élite de un país es leal al operador de la 'fuerza blanda'. Sin embargo, allí donde las élites son totalmente independientes, la 'fuerza blanda' posee un potencial extremadamente limitado.

Artículo publicado originalmente en ruso en Expert.

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