La coreógrafa Nina Tarasenko con el folklore ruso en Argentina

Nina Tarasenko. Fuente: archivo personal

Nina Tarasenko. Fuente: archivo personal

El viaje de la coreógrafa rusa Nina Tarsenko a Argentina y Uruguay ha servido para poner al día las danzas folklóricas y comprobar el interés que siguen despertando.

Dentro del folklore ruso son los coloridos trajes y, sobre todo, los saltos y acrobacias lo más llamativo para los argentinos. “La gran mayoría de las danzas rusas están basadas en el zapateo y para los hombres es el prisiadka”, cuenta Nina Tarasenko, intentando traducir al español la técnica de baile en la que puestos en cuclillas los hombres realizan saltos. 

Este extraño baile es con el que más se identifica a la cultura rusa. Su origen es muy curioso ya que se relaciona con la historia de Piotr Prisiadka, un albañil que trabajaba agachado sujetando piedras muy pesadas. Tras el trabajo y para desentumecerse, Prisiadka salía a la calle a tomar un vino y comenzaba a dar saltos. Esos curiosos movimientos le hicieron famoso en la corte y se convirtió en un baile tradicional ruso. 

Pero para Nina la danza rusa es mucho más que esas acrobacias, “la esencia de la danza rusa es la grandeza del espíritu”, explica, “en otras danzas los brazos están pegados al cuerpo, en las danzas rusas los brazos se abren”. 

Nina, que tiene dos grupos de danza en Vorónezh, asegura que no puede vivir sin la danza y se entusiasma describiendo las diferencias que se dan en su país: “Rusia es un país muy grande con tantas zonas de frío como de calor y eso se refleja en las danzas. En las zonas frías las danzas son más lentas mientras que en las zonas cálidas son más rápidas”. 

 

Fuente: archivo personal

A petición de la Embajada de Uruguay, Nina Tarasenko llegó desde Voránezh a la ciudad de San Javier para ayudar al grupo folklórico Kalinka a celebrar el centenario de la ciudad. “San Javier en Uruguay fue fundada por rusos de Vorónezh en 1913. Llegaron unas 300 familias y ellos trajeron a América Latina el girasol que antes no lo había”, cuenta Nina.

Unos días después, invitada por la Casa de Rusia, llegó a Buenos Aires para trabajar con los diversos grupos folklóricos de los clubes de compatriotas. “Estoy en Argentina por segunda vez y es la tercera vez que vengo a Uruguay”. Esta visita de la coreógrafa es una muestra más del esfuerzo de la Casa de Rusia por difundir su cultura. 

Nina estuvo preparando a los bailarines de los clubes Maiakovski y Vissarion G. Belinski. “También impartí dos danzas en la Casa de Rusia, y con el ballet Vecherinka pusimos en práctica cosas particulares como movimientos, zapateo, giros… porque ellos ya están muy preparados. Tienen nivel profesional”. 

El Ballet Vecherinka, del club Nicolás O. Ostrovsky, en Lanús, lleva funcionando 51 años y ha contado con la dirección de varios coreógrafos de la antigua URSS. Iván Klachinski, del ballet, cuenta que una de las principales enseñanzas de Nina fue explicarles “que en cada paso hay que demostrar el verdadero sentimiento y orgullo ruso". 

Para Nina, este conjunto de baile que cuenta con tres cuerpos para infantil, medianos y mayores, “tiene un nivel muy elevado. Es uno de los más grandes además porque tiene unos 70 integrantes”. Y destaca que hay mucha gente que no es rusa que está aprendiendo estas danzas en los clubes y en la Casa de Rusia. De hecho el director de Vecherinka Cristian Luque no es ruso, si no de origen español.

“Mientras haya entusiastas como Valeri Ieromin en el Club Maiakovski y María Ana Lis en el Vissarion G. Belinski o el director de la Casa de Rusia, la danza rusa seguirá en Argentina”, destaca Nina.

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