Pekín alega que es una zona de vital importancia para la humanidad y se deben tener en cuenta sus intereses. Fuente: Alamy / Legion Media
El actual régimen internacional del Ártico concede ciertos privilegios a los países que tienen costa en la zona. Una revisión de dicho régimen en favor de los organismos internacionales podría tener consecuencias desagradables para esos países, en especial para Rusia.
Por ejemplo, si los territorios del Ártico fuesen declarados ‘Patrimonio de la Humanidad’, este cambio legitimaría las insistentes demandas de China de adquirir mayor relevancia en las decisiones que afectan al norte.
Pekín ya está proyectando sus ambiciones de poder y sus planes para el Ártico.
Alega que el futuro del Ártico no deben decidirlo solo los estados miembros de Consejo Ártico, del que el país asiático no forma parte.
El Consejo Ártico es un foro intergubernamental que reúne a los gobiernos de los países árticos y a los representantes. Se estableció formalmente tras la Declaración de Ottawa de 1996 para fomentar la cooperación, coordinación y interacción. Cuenta con ocho miembros: Canadá, Rusia, Noruega, Dinamarca, Islandia, los Estados Unidos, Suecia y Finlandia. Entre los países observadores están España, Francia, Alemania y China.
China afirma que el Ártico es de vital importancia para el futuro de toda la humanidad, por lo que cualquier decisión sobre la región debe tener en cuenta las opiniones e intereses de los 1.300 millones habitantes chinos.
Otros países del Pacífico Asiático, entre los que se incluyen Japón y Corea del sur, también consideran el Ártico un área potencial para la expansión nacional.
Desarrollo de las infraestructuras
En los últimos años, China ha estado haciendo uso de su brazo económico para ganar fuertes posiciones geopolíticas en las latitudes árticas.
Con este objetivo, Pekín ha realizado grandes inversiones en Canadá y ha puesto en marcha un proceso de cooperación con Groenlandia e Islandia, dos de los principales ‘guardianes’ del Ártico.
Además, también ha mostrado su interés en mejorar las relaciones con Rusia.
Durante la histórica visita a Moscú del presidente chino, Xi Jinping, en primavera de 2013, los dos países firmaron varios acuerdos de gran importancia, entre los que se incluye un acuerdo entre el gigante ruso del petróleo Rosneft y la CNPC china para llevar a cabo proyectos conjuntos de exploración en el Ártico.
Mientras tanto, China está haciendo uso de varios puertos norcoreanos en régimen de alquiler para aumentar el número de envíos que realiza a través de la Ruta marítima del norte, controlada por el país eslavo.
El paso del noroeste en Canadá y el paso del noreste en Rusia, que atraviesan los mares del norte, permiten ahorrar a las compañías navieras mucho tiempo y dinero, ya que acortan considerablemente la distancia de los trayectos.
Por ejemplo, si a través del canal de Suez, la distancia que separa el puerto noroccidental ruso de Múrmansk y el puerto japonés de Yokohama equivale a 12.000 millas náuticas, por la ruta marítima del norte, esta distancia se reduce a 5.700 millas.
Batallas diplomáticas
Cuando los ministros de los ocho miembros permanentes del Consejo Ártico (Canadá, Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega, Rusia, Suecia y los Estados Unidos) se reunieron el 15 de mayo de 2013 en la ciudad sueca de Kiruna, decidieron conceder finalmente a China la tan esperada condición de observador en este ‘selecto club del Ártico’.
Aunque las normas del Consejo Ártico no conceden a los observadores grandes derechos ni facultades, está claro que el representante chino no tiene la intención de observar los procedimientos desde el banquillo.
Según Linda Jakobson, la directora del Programa Asia Oriental del Instituto Lowy de Política internacional de Sydney, China se está esforzando en conseguir que las naciones observadoras del Consejo Ártico tengan más voz en las decisiones sobre el futuro de la región.
Japón y Corea del Sur también quieren obtener la condición de observadores del Consejo, pero los esfuerzos políticos y diplomáticos de Pekín parecen mucho más enérgicos, lo que estos consideran completamente justificado y legítimo.
Fortalecimiento de posiciones
El gobierno chino es muy consciente de los preocupantes cambios que está experimentando el clima y el medio ambiente del Ártico. Sin embargo, de acuerdo con los expertos del Instituto internacional de estudios para la paz de Estocolmo (SIPRI, por sus siglas en inglés), a Pekín le preocupa que su competencia aproveche esos cambios para su propio beneficio.
Para evitar que se dé esta situación, el grupo COSCO (China Ocean Shipping Company), uno de los pesos pesados mundiales del transporte marítimo, ha invertido importantes cantidades de dinero para estudiar las posibilidades que hay de aumentar el transporte marítimo chino a través de la Ruta del norte.
Al mismo tiempo, la industria naval china ha intensificado la construcción de buques rompehielos, aunque en esta área cuenta relativamente con poca experiencia
Otra prueba de las ambiciones árticas de China es el pedido de un nuevo rompehielos con motor diésel que Pekín ha realizado a la finlandesa Aker Arctic, cuya entrega está prevista para 2016.
En agosto de 2012, un rompehielos chino completó con éxito la primera expedición ártica del país, reuniendo valiosos datos sobre las condiciones del transporte local.
China planea poner en marcha este año un sistema de transporte marítimo regular a través de la Ruta marítima del norte. Se espera que, para 2020, hasta el 16 % de sus exportaciones atraviesen esta ruta con ayuda de una flota de rompehielos.
Las preocupaciones de Occidente
Aunque China no tiene una estrategia oficial de expansión en el Ártico, últimamente Pekín ha mostrado un interés creciente en la región.
Aparentemente, el punto de inflexión se produjo en 2007, cuando Rusia plantó una bandera nacional de titanio en el fondo del mar del Polo Norte.
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Este simbólico paso desencadenó un debate internacional sobre a quién pertenecen los recursos del Ártico, incluida la zona de alta mar.
En los últimos años, todas las naciones del Ártico han elaborado proyectos de cartografía con fines energéticos en la región. Con ello pretenden establecer los límites precisos de la plataforma continental en sus áreas costeras, para poder respaldar científicamente las reclamaciones nacionales enviadas a la comisión de la ONU que se encarga de esas fronteras.
Este es uno de los primeros pasos necesarios para poder iniciar prospecciones en busca de petróleo, gas y otros recursos que se ocultan en el Ártico.
Rusia y Noruega son dos líderes indiscutibles en esta área tan importante y delicada a la vez. Mientras tanto, China parece desconfiar e incluso se muestra recelosa ante los esfuerzos empleados por Rusia en el Ártico.
Konstantín Vorónov, es doctor en Historia y dirige un departamento en el Instituto IMEMO de economía y relaciones internacionales de Moscú.
Artículo publicado originalmente en ruso Regnum.
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