Rusia más allá de los tópicos

Rusia es más que sus tópicos. Foto : R.Marquina

Rusia es más que sus tópicos. Foto : R.Marquina

Rusia es cada vez más conocida para los españoles. Ni el frío, ni las distancias quitan el atractivo al antiguo país soviético. Hay quien viaja a Rusia por motivos de trabajo, mientras que otros escogen este país por motivos personales. En ambos casos hay un antes y un después en la percepción del entorno ruso.

Rusia y España están unidas tanto por el pasado, como por el presente. Por diversas circunstancias entre dos países existe más de un vínculo. La acogida de los niños españoles por las URSS, las adopciones de huérfanos rusos por familias españolas, los matrimonios hispano-rusos, el comercio bilateral, las inversiones y el  turismo ruso en España son los ámbitos más conocidos de la interacción entre ambos países.

Existe un interés mutuo, pero la atracción de los españoles por Rusia es más reciente que la de los rusos por España, que ya tenía bastante relevancia en los 90.

En España, al igual que en muchos países occidentales, Rusia se asocia al caviar, a la balalaika, al vodka, al KGB, a los oligarcas, al frío, a las matrioshkas y a las mujeres guapas. No obstante, en la última década entre ambas naciones se ha producido un acercamiento que ha hecho posible que la imagen de Rusia no solamente se base en los estereotipos, sino también en las experiencias reales, que desvelan qué es lo que les atrae a los españoles de Rusia.

Las historias contadas revelan que los españoles perciben Rusia como un lugar enigmático, siendo el idioma su principal aliciente para conocer el país más extenso del mundo.

La experiencia de David Feijoo, analista de mercado de la Oficina Económica y Comercial de España en Moscú, es un poco atípica, ya que él tenía una imagen idealizada del país y tuvo que adaptarse a la realidad (cuando, por lo general, la gente suele tener ciertos prejuicios sobre la antigua URSS y después, descubre que no es para tanto).

Desde su infancia David tenía muy claro que quería vivir en el extranjero. Su interés por Rusia nació cuando tenía tan sólo 11 años. Ocurrió en Navidades, cuando un familiar le regaló la antología de un cuento ruso de A. Afanasiev con ilustraciones de I. Biblin que le abrieron el “apasionante mundo del folclore ruso”. Más tarde aprendió por su cuenta el alfabeto cirílico y la canción “Podmoskovnie Vechera”, sin conocer aún el significado de las palabras.

Se enamoró del idioma ruso y decidió continuar aprendiendo. Por otra parte, David tenía un interés profesional en Rusia: consideró que especializarse en este mercado podría ser una buena oportunidad, teniendo en cuenta la ausencia de profesionales españoles especializados en este país. Antes de viajar a Rusia tenía una imagen muy romántica del país, basada en las ilustraciones de Biblin, llenas de colores.

Una vez allí, tuvo que aceptar la realidad del país de los cuentos de su infancia: lo que más le impactó fue el predominio de una gama infinita de grises desde noviembre hasta marzo. Actualmente, ya lleva en Moscú más de 10 años y afirma que los rusos son gente cálida, con un sentido del humor mucho más parecido al del sur de Europa, que al del centro o el norte. Asimismo, aprecia la valentía de los rusos a la hora de tomar decisiones, señalando que son mucho más autónomos que los occidentales.

La historia de Fernando Hoyos, técnico de comercio exterior especializado en el mercado ruso, es distinta: su percepción de Rusia era prácticamente neutra. Tras realizar el Máster de Comercio Exterior en el ICEX, estuvo trabajando en la Oficina Económica y Comercial de España en Moscú. Eligió Rusia por seguir aprendiendo el idioma, que comenzó estudiar en el Máster.

Realmente, casi no tenía ninguna idea preconcebida del país, tan sólo creía que era un país menos desarrollado (debido a los prejuicios sobre el régimen soviético). Cuando supo que, finalmente, le destinaban a Rusia estaba expectante, pero a la vez preocupado. No era la seguridad lo que le preocupaba, -como muchos habrán pensado, - el verdadero temor de Fernando era el frío  y la condiciones de vida en estas circunstancias. Sin embargo, una vez en Rusia, el frío dejó de importarle: Fernando estaba inmerso en el trabajo; en el aprendizaje del idioma ruso, que hoy habla con fluidez y sobre todo, estaba feliz con la gente que había conocido. Hoy Fernando recuerda su época en Rusia con mucho cariño y no descarta la posibilidad de volver, señalando que es un país con potencial. Dice que Rusia le ha conquistado por su cultura y por su gente, leal y con una gran cultura general.

El caso de Julio González, administrador de sistemas (que además es licenciado en Historia), en cuanto a la imagen preconcebida de Rusia, es el más típico: se esperaba encontrar con un entorno más hostil.

Fue destinado a Rusia por trabajo. No ha sido por casualidad: quería aprender el ruso para poder conocer por sí mismo los acontecimientos históricos, como la Segunda Guerra Mundial o la Guerra Fría, desde la perspectiva rusa. Además, Julio estaba fascinado por el fenómeno de la Unión Soviética y tenía gran curiosidad por conocer la capital de la antigua URSS. Aunque sabía algunos tópicos sobre el carácter ruso, fue a Rusia con la mente abierta. Su adaptación ha sido bastante rápida, gracias a su actitud constructiva. Su estancia en Rusia transcurrió bajo el lema: “Al mal tiempo, buena cara”: Julio siempre optaba por buenos modales, y afirma, que ha sido tratado de forma recíproca.

Como muchos españoles, antes de viajar a Rusia, Julio pensaba que los rusos eran gente fría y cerrada. A medida que les iba conociendo en persona se le iba modificando el estereotipo. De hecho, se llevó una gran sorpresa cuando una compañera de trabajo rusa le invitó, junto con otros españoles, a cenar en casa de sus padres el día de Noche Vieja.

Julio recuerda que fue tratado de forma muy cercana y cordial, y eso que apenas se entendía con los padres de la anfitriona. Tiene muchos amigos rusos y destaca que valora su carácter directo y transparente. En la actualidad, Julio trabaja en Madrid, pero le gustaría volver a Rusia, ya que considera que hay muchas oportunidades profesionales.

Las historias compartidas demuestran que muchas veces las cosas no son lo que parecen: más vale ver una sola vez que oír cien veces. Asimismo, se pone de manifiesto una vez más que los estereotipos tienen el valor que tienen y no son, ni mucho menos, un axioma.  

Alina Bondarenko, abogada y técnico en comercio exterior.

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